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Por Martín Granovsky El apagón provocó en los ciudadanos una postura casi unánime: el 92 por ciento es partidario de revisar los contratos de privatización firmados por el Estado con las empresas de servicios públicos, y sólo el 5 por ciento por ciento mantendría las cláusulas como ahora. Es el dato más abrumador de una encuesta exclusiva para Página/12 realizada ayer. Otra clave ilustrativa del estado de ánimo es la respuesta que coloca por igual al Gobierno y a Edesur como principales responsables del corte más largo de los tiempos modernos. La encuesta fue realizada por Catterberg y Asociados, según la ficha técnica que se incluye aparte en esta misma página. Después de recoger los datos y procesarlos, el sociólogo Eduardo Fidanza, encargado del sondeo, comentó a Página/12 que los consultados demostraron muchas ganas de responder, en contraste con otros estudios de opinión pública en los que la reticencia suele ser mayor. Es muy clara la percepción sobre las causas del apagón que configuró la semana negra de Buenos Aires. Para el 71 por ciento no caben dudas de que el problema es la falta de mantenimiento e inversión. Esta vez, además, quedaron de lado dos estereotipos del porteño promedio, que a menudo atribuye las catástrofes a los planes conspirativos o a la fatalidad. Sólo 10 de cada 100 consultados culparon a un daño intencional. Sólo nueve consideraron que se trató de un accidente. El gobierno nacional sólo apareció como responsable principal del apagón para el 19 por ciento, una cifra inferior al 30 por ciento que recogió Edesur. Sin embargo, cualquier brillo de alegría para el Ejecutivo debiera oscurecerse ante este otro dato: casi la mitad de los encuestados, un 47 por ciento, señaló la responsabilidad de ambos por igual. La respuesta podría estar inaugurando una tendencia a fiscalizar tanto al Estado como a los grupos privados cuando se juegue la suerte de un servicio público. La pregunta futura es si en otras áreas se reproduce el mismo tipo de actitudes que despierta un hecho tan contundente y de características de catástrofe urbana como un apagón prolongado y profundo. Otra respuesta puede contribuir a imaginarse un anticipo de la clase de discusión que formará parte de la agenda social y política para los próximos tiempos. Sólo el 14 por ciento opina que a Edesur habría que quitarle la concesión para que el Estado volviera a administrar la distribución de electricidad en la ciudad de Buenos Aires. Si esto es cierto para otros campos, quiere decir que las privatizaciones en sí mismas no han sido puestas bajo la crítica feroz de los ciudadanos. Puede deberse al cambio de clima ideológico de los últimos diez años, o quizás a un simple ejercicio de realismo por parte de los consultados, pero lo cierto es que la mayoría prefirió respuestas menos ideológicas y más prácticas, aunque no menos cargadas de efectos concretos. El 33 por ciento dijo que habría que quitarle la concesión y llamar a una nueva licitación. La primera minoría entre las contestaciones (un 47 por ciento) se dirigió a la formulación mantener a la empresa con un control más estricto. En términos financieros significaría que Edesur deberá hacerse cargo de los juicios por daños, del costo político de sus errores y del costo económico de sus arreglos. También podría significar que la empresa quedará en el futuro suficientemente marcada como para que cualquier actitud de transparencia escasa, cualquier información escondida, resulte sospechosa. Y el hecho de que los encuestados hayan marcado antes el ambos por igual en la misma proporción (un idéntico 47 por ciento) permitiría prever que el costo político no dejará inmune al gobierno nacional. Esta percepción explicaría por qué, aunque muy tarde, porque ya habían pasado cinco días de apagones, el Gobierno eligió el viernes mostrarse enérgico ante Edesur. O por qué, aunque igual de tarde, el secretario de Energía, César Mac Karthy, dijo anoche que es decisión del Gobierno aplicar la máxima severidad en este caso. Que no está en juego, al menos por ahora, el concepto de la privatización en sí mismo es que la mayoría de los encuestados no tiene una visión unánimemente apocalíptica de lo que ocurrirá con otras empresas de servicios públicos que pasaron a manos de particulares. El 40 por ciento opina que el de Edesur es un caso aislado. El 49 por ciento dice que empezarán a suceder problemas. Como la última proporción es, también, socialmente elevada, puede crecer la tendencia a que el control de los servicios pase a figurar en el centro de la agenda política de aquí a las elecciones de octubre, junto a temas más cantados como el desempleo y la corrupción. ¿En qué medida el corte afectará la imagen personal de Carlos Menem? ¿Cómo influirá en el desempeño de los candidatos del Partido Justicialista? ¿Quedarán igualmente desgastados? ¿El desgaste será capitalizado por la Alianza o la indignación alcanzará a toda la clase política? Otra encuesta deberá encontrar respuestas para estas preguntas, antes de la gran consulta de las elecciones presidenciales. Pero parece sensato pronosticar que el tema del control de los servicios públicos ha llegado para quedarse, que quien imagine una estrategia de control ganará consenso social y que el sentimiento es tan profundo que ahora puede afectar a Menem, pero mañana servirá para medir a cualquiera.
18.000 prendieron la luz 30.000 prenderán velas
Una
buena y una mala noticia para los perjudicados por el apagón: mientras unos 18 mil
usuarios pudieron prender ayer la lamparita gracias a una solución que los ingenieros
convocados de urgencia por Edesur definieron como transitoria y vulnerable,
todavía no se sabe hasta cuándo durarán los cortes que amenazan con ser rotativos a
partir de hoy. En 30 mil casas deberán encender una vela para que vuelva la luz antes de
por lo menos cuatro días más, aseguraron fuentes de la empresa a Página/12.
DE LA RUA INICIA JUICIOS Y CUESTIONA AL
GOBIERNO
Espero que Menem haya aprendido la lección, dijo ayer el jefe de Gobierno
porteño, Fernando de la Rúa, al responsabilizar una vez más al Ejecutivo Nacional por
el prolongado apagón que afectó a más de 200 mil personas en la ciudad de Buenos Aires.
Esto ha sido muy duro. No puede haber improvisación, descuido, ni olvido de la
gente, advirtió por último De la Rúa al anunciar que el gobierno de la ciudad
demandará judicialmente al Gobierno Nacional, al Ente Regulador y a la empresa Edesur.
A la luz de las antorchas Al grito
de aquí están, éstos son, los beneficios de la privatización, trescientos
vecinos del barrio de Boedo realizaron ayer, cerca de las diez de la noche, una marcha de
antorchas y quema de neumáticos.
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