OPINION
El cortocircuito
Por Ariel Garbarz |
Edesur
decidió probar un nuevo tipo de conexión troncal para la alimentación eléctrica de las
subestaciones Azopardo, Once, Pozos e Independencia. Encargó la innovación a sus
proveedoras Pirelli y Alstom, una que pone los cables y la otra que instala los conectores
y transformadores, respectivamente. Hasta el último domingo, las tres subestaciones
Pozos, Once e Independencia estaban siendo alimentadas por un solo cable de alta tensión
de 132.000 voltios, mientras que la subestación Azopardo recibía tres cables de
suministro eléctrico de las centrales Costanera y Puerto, uno de 220.000 voltios y otros
dos de 132.000 voltios.
Todas las subestaciones transforman estos potenciales a otros intermedios más bajos y
luego a 220 voltios para la distribución domiciliaria.
Este cambio en la red de alimentación de las subestaciones no consistió en unir dos
cables, como se dijo, sino en reemplazar los existentes. Esta diferencia es fundamental
para comprender el porqué de la increíble demora en solucionar el apagón. Si hay una
falla o explosión en un empalme, lo peor que puede ocurrir es que haya que sustituir los
conectores. Un trabajo de una jornada a lo sumo. Pero, si se trata de sustituir un
conductor troncal de alta tensión por otro de nueva tecnología, los posibles accidentes
eléctricos van desde el deterioro de la aislación hasta la incineración de miles de
metros de cable subterráneo, pasando por la falla de todos los fusibles-protectores, como
ocurrió en este caso.
El arreglo puede durar semanas porque hay que reemplazar todo el tendido que resultó
afectado. Por eso este tipo de reemplazo de empalmes siempre se realiza cuando hay otra
línea de alimentación alternativa instalada, para continuar con el servicio eléctrico
mientras se repara el principal. Ese cableado paralelo o alternativo también se incineró
y aún no se sabe si fue porque estaba demasiado cerca del principal o porque no soportó
la carga eléctrica debido a su deterioro.
En cualquiera de las dos posibilidades, no hay duda de que hubo falta de control y/o
mantenimiento, lo cual se debe a que Edesur no tiene planteles fijos de ingenieros de
mantenimiento y supervisión sino que terceriza esas tareas para bajar costos. A 132.000
voltios es imposible garantizar a priori que no haya falla en los cables o en los
conectores. Cualquier ingeniero en electricidad sabe que, con semejantes niveles de
tensión y de corriente involucrados, la interacción de magnitudes eléctricas y
magnéticas con los cambios de impedancias bajo condiciones de humedad, temperatura y
presión variables y desconocidas hace impredecibles las formas de disipación térmica,
que son las que provocaron la explosión e incineración de cables, protectores y
conexiones. Los cálculos preventivos que se realizan en estos casos no son
determinísticos sino probabilísticos.
La única seguridad la suministra un cableado alternativo de emergencia en buenas
condiciones y bien instalado y sobre todo planteles de ingenieros y técnicos de
mantenimiento permanentes y suficientes, como ocurría en la época de Segba. Claro que
esto sólo ocurre cuando el interés prioritario es garantizar el suministro de energía
eléctrica a la población. Pero la preocupación principal de Edesur pasó por bajar los
costos, coherente con la absoluta libertad de explotación del servicio que le otorgó el
Gobierno sin ningún control técnico estatal. Pero ya se sabe, el primer culpable no es
el chancho. No es en la calle San José sino frente a Balcarce donde hay que hacerles
recordar el valor de un servicio público esencial y entregarles la factura
correspondiente por haber dejado bajo total control privado la energía eléctrica de la
ciudad. Este corte de energía eléctrica no tiene antecedentes, por la combinación de
sus dos magnitudes dramáticas: los días de prolongación y la cantidad de afectados.
El análisis de las causales conduce necesariamente a la revelación de la falla
estructural del modelo privatizador de servicios públicos sincontrol estatal, de cuyas
graves consecuencias hemos tenido aquí una muestra contundente. |
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