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COMO ES Y QUE HIZO LA EMPRESA RESPONSABLE DE LOS CORTES DE LUZ
Edesur, un modelo de energía

Edesur quedará en la historia como la empresa responsable del apagón más largo del mundo, el de Buenos Aires en febrero del ‘99, pero antes de los cortes ya había acumulado méritos: juicios por diferencias de apreciación de consumo, quemaduras graves de operarios trabajando en líneas de alta tensión y el célebre caso del electrocutado.

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Alfonso Torrealba Ugarte, el primer gerente general de Edesur.
El aparatito nuevo, superior al de Segba, es un medidor.


Por José Natanson

t.gif (862 bytes) Los cortes de luz sin programación, las idas y vueltas, la falta de información transparente y la cantidad de afectados pusieron a Edesur en medio de una crisis energética sin precedentes para una gran ciudad como Buenos Aires. Pero la historia, como se verá a continuación, empezó antes.
En agosto de 1997, en el suplemento “Los Nº 1”, el diario La Prensa celebraba “el aniversario de una privatización exitosa por donde se la mire” citando una folleto de Edesur que comenzaba así: “Hace cinco años resultaba difícil caminar por la city porteña, debido al trepidar de los generadores emplazados en las veredas de los bancos. ‘El sistema eléctrico al borde del colapso’, decía a cuatro columnas un diario”. Sobre la foto de Alfonso Torreaba Ugarte, entonces gerente general de la empresa, La Prensa titulaba: “¿Quién se acuerda hoy de la tortura del corte eléctrico?”.


Roberto Lettieri y Alfredo Tacuri, obreros de una empresa contratista de Edesur, tuvieron que ser internados luego de sufrir graves quemaduras. Fue el 5 de enero de 1995. Los dos hombres se encontraban trabajando en la reparación de un cable de la red de Edesur, en un pozo abierto en la esquina de Florida y Sarmiento. Uno de ellos tocó con su pala otro cable, y sufrieron una descarga de 13.200 kilowats. “Fue un error humano”, aseguró la compañía.

A fines de 1994, clientes de la zona sur comenzaron a recibir boletas en las que se facturaban consumos anteriores al 2 de setiembre de 1992, es decir correspondientes a Segba. Las boletas registraban enormes saltos en el nivel de consumo, de hasta dos o tres veces más que el promedio habitual. Por ejemplo, una familia que solía consumir entre 300 y 400 kwh por bimestre, recibió una boleta por 1368 kws. Este nivel de consumo correspondería a un usuario que utiliza seis heladeras con freezer. A diferencia de las boletas normales, que se pueden pagar en cualquier oficina de Edesur, la compañía decidió que los clientes debían acercarse a un local determinado.

Varias escuelas de Avellaneda, Esteban Echeverría y Lomas de Zamora se vieron obligadas a suspender las clases el 17 de junio de 1993 como consecuencia de los cortes de energía ordenados por Edesur. “La Dirección de Escuelas tiene una deuda de 490.000 pesos por moras en el pago de servicios”, aseguró Héctor Musumanno, gerente de Relaciones Institucionales de Edesur. Graciela Giannettasio, directora de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, respondió que “no tenemos constancia de ninguna factura impaga” y atribuyó la medida a “un error material de Edesur”.

Dos meses después, Edesur constató que la deuda era, en realidad, de 71 mil pesos, y que el grueso de las facturas reclamadas estaban pagas. La empresa justificó la equivocación en la “burocracia” del sistema de pago de los organismos oficiales. “Edesur falta a la verdad. Lo que en realidad quiere la empresa es arrancarle un subsidio a la provincia”, aseguró Giannettasio.


En junio de 1995, cuando el Gobierno aumentó el IVA del 18 al 21 por ciento como consecuencia del efecto tequila, el Ministerio de Economía les solicitó a las empresas concesionarias de servicios públicos que no trasladaran el incremento a los usuarios: Edesur no hizo caso de la recomendación del Gobierno y, con la excusa de que sus proveedores no habían absorbido el aumento, aplicó el aumento del IVA a sus facturas.


En diciembre de 1996, un usuario de Edesur, José Ramonet, se quejó públicamente del aumento que le cobró la empresa por haberse retrasado en el pago de una de las facturas. “El monto era de 72,17 pesos y, como la pagué siete días después, tuve que abonar 82,77 pesos. Saqué la cuenta y me cobraron el 14 por ciento de aumento semanal, lo que equivale al 56 por ciento mensual. ¿Esto no es usura?”, sostuvo Ramonet.


El 3 de septiembre de 1993 la Municipalidad de Buenos Aires distribuyó una lista con las sanciones impuestas a las empresas de servicios públicos por “la realización de roturas y excavaciones sin permiso, la obstrucción de veredas y calzadas, las reparaciones mal realizadas que requieren nuevas roturas sobre lo ya destruido y la falta de señalización adecuada en las obras”. Primera en el ranking figuró Edesur, con 2660 multas, seguida por Telefónica de Argentina con 1572.


La Justicia Municipal de Faltas de la Capital Federal intimó a la empresa Edesur a “subsanar” antes del próximo 15 de diciembre la existencia de “cables de alta y baja tensión sueltos en la vía pública, cajas de alumbrado sin tapa, vallados sin señalización y cualquier otra instalación precaria que pudiera representar un riesgo para la gente”. La resolución fue firmada el 1º de diciembre de 1994.

Dos semanas después, dos obreros de una empresa contratista de Edesur estuvieron a punto de morir electrocutados luego de intentar reparar un desperfecto en un pozo abierto en Florida y Sarmiento. Daniel Martini, vocero de Edesur, afirmó que el accidente se produjo debido a “un error humano”.

En abril de 1994, vecinos de los barrios de 9 de Julio, 17 de Octubre y San José Obrero, en Villa Caraza, se encontraron con que Edesur mandó a sus obreros a instalar los nuevos medidores dentro de las casas, en cocinas, comedores y dormitorios, sin ninguna medida de seguridad. “Cuando volví a mi casa y me encontré con el medidor adentro del comedor le pregunté a mi mujer qué había pasado. Me contestó que los de Edesur le habían dicho que era el único lugar en donde los podían poner. Por ahora no puedo terminar de construir mi casa, porque si no corto el cable y me quedo sin luz para siempre”, se quejó Justo Catalán, uno de los afectados. “Son instalaciones precarias, el medidor está al alcance de los chicos (a un metro y medio del piso), y con los cables al aire libre. “¿Qué pasa si llueve?”, se preguntó Norma Rébori. Otro vecino de Villa Caraza, Nicolás Pasovich, sostuvo que, ante sus quejas, uno de los obreros de la compañía le dijo: “Son las instalaciones para negros”. En esa oportunidad, la empresa le cobró a cada cliente 120 por cada medidor.


En marzo de 1996 los vecinos de Ezeiza se opusieron a la instalación de una línea de torres de alta tensión de Edesur en plena zona urbana. Alegaron que las torres desvalorizaban sus propiedades y exhibieron estudios científicos que vinculan a esas torres con la leucemia infantil. Además, el aeropuerto internacional está muy cerca y en el barrio no pueden construirse casas de más de nueve metros de altura. Las torres tienen 27. Ante la decisión de los vecinos de resistir las obras (una señora llegó a encadenarse a una de las torres), el juez Alberto Santamarina hizo lugar a un pedido de la empresa y ordenó a la Gendarmería que asegurara la continuación de las obras, lo que derivó en una violentarepresión. Al día siguiente, la intendencia cambió una orden de la administración anterior y declaró nula la autorización para las obras.

Pese a la prohibición establecida por dos resoluciones del Concejo Deliberante y de la Intendencia, Edesur continuó con las obras de construcción de una subestación transformadora de 132.000 voltios situada a 10 metros de la escuela primaria número 3 del municipio de Ezeiza. Padres, alumnos y maestros realizaron una manifestación y pidieron que se fije una nueva traza por zonas rurales.

El 1º de julio de 1996, vecinos de Ezeiza denunciaron que la empresa Edesur les cortaba la luz todas las noches, entre las 18.30 y las 23.00. “Es una represalia porque nos oponemos al tendido de una red de alta tensión. El año pasado no nos cortaban nunca y ahora sucede todos los días. Es raro ¿no?”, sostuvo Teresa Martínez.


Una multa de casi un millón y medio de pesos fue la sanción ordenada por el Ente Regulador Eléctrico (ENRE) en diciembre de 1996 a la empresa Edesur. El organismo aplicó el castigo como consecuencia de las “discrepancias” observadas entre los cortes y las bajas de tensión informadas por las compañías y las efectivamente comprobadas en las auditorías.


En la tarde del 26 de mayo de 1998 el teléfono sonó en la casa de Verónica Nosiglia, en Florencio Varela. La joven de 22 años supuso que la empresa le estaba arreglando el aparato, que hacía días no funcionaba. Pero al tocar el teléfono, sufrió una fulminante descarga eléctrica. Fueron 13.200 voltios que le produjeron una muerte instantánea. Ese mismo día, Edesur y Telefónica de Argentina negaron cualquier tipo de vinculación con el accidente. Curiosamente, el argumento que utilizaron las dos compañías fue el mismo: “Por la línea telefónica no circula corriente eléctrica”.

Seis meses después, una familia de Florencio Varela denunció que estuvo a punto de morir electrocutada por una descarga de 13.200 voltios que hizo estallar las tres líneas telefónicas de su casa. Danilo Galdemán, el padre de la familia, aseguró que la descarga se produjo porque una de las líneas telefónicas rozó el tendido de la red de media tensión de Edesur.


El 1º de septiembre de 1992, en el acto de traspaso a manos privadas de las acciones de los sistemas de distribución y comercialización de Segba, el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo aseguró que “se trata de una privatización modelo”.

 

Godfrid, muerto en una zanja
En diciembre de 1994, Fernando Mario Godfrid, un ingeniero que regresaba del trabajo en plena tormenta, cayó en un pozo abierto por una contratista de Edesur en Córdoba y Billinghurst. El hombre murió en el acto y el cadáver fue descubierto a la mañana siguiente, con quemaduras en las piernas y en cuello. “Fue una muerte por electrocución”, aseguró el juez Alberto Baños, y atribuyó los golpes que tenía Godfrid en el cuerpo sólo a la caída en el pozo. En ese momento, la empresa dijo que se trató de un simple “hecho policial”, sugiriendo la posibilidad de que Godfrid hubiera sido asaltado antes de caer en el pozo. Sin embargo, la Justicia no pudo establecer esta hipótesis, por lo que Edesur se vio obligada a admitir que no se respetaron las normas elementales de seguridad. El accidente terminó con el dictado de prisión preventiva a los tres operarios de la contratista de Edesur que habían abierto el pozo. Al principio el vocero de la empresa, Daniel Martini, que aún sigue en funciones, dijo que los operarios cumplieron con todas las normas de seguridad de precintado de la zanja. La semana anterior, una combinación de lluvia, calles inundadas, pozos y cables pelados había causado la muerte de otras cuatro personas. Por esa época Edesur ya ostentaba el record de ser la empresa más multada por la Muncipalidad por fallas de seguridad en arreglos en la vía pública.

 

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