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PRORROGAN HASTA EL MARTES EL ULTIMATUM A SERBIA POR KOSOVO
Ayer fue el día D. Hoy, el E. Mañana...

La OTAN se echó atrás en su amenaza de bombardear Serbia si no había acuerdo  ayer; el nuevo plazo es pasado mañana.

Un tanque serbio T-55 toma posición a 30 kilómetros de Pristina, la capital de Kosovo.
El principal obstáculo en las negociaciones es la negativa serbia a una fuerza de la OTAN.

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Por Eduardo Febbro desde Rambouillet

t.gif (862 bytes) Con el rugido de los aviones norteamericanos como telón de fondo y la fuerza persuasiva de la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright, las negociaciones entre serbios y kosovares con vistas a sellar un acuerdo de “autonomía sustancial” para la región de Kosovo entraron ayer en un preludio dramático luego de que venciera el plazo otorgado a las dos partes a fin de firmar un texto aceptable. Ambas delegaciones tenían plazo hasta el sábado, pero un comunicado de última hora del Grupo de Contacto para la ex Yugoslavia –EE. UU., Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia e Italia– extendió el ultimátum hasta el próximo martes, considerando que se habían registrado “progresos considerables en el camino del acuerdo”. El texto del grupo esconde mal los infinitos vaivenes de una negociación en la que ni las armas acumuladas por EE.UU. y la OTAN, ni las amenazas, ni las fuertes presiones diplomáticas hicieron retroceder al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic.
En medio de repetidas promesas “de un momento a otro”, la prensa tuvo que esperar más de siete horas hasta conocer la ampliación del plazo. Al final, sólo por la noche y con su habitual estilo buldozer, la secretaria de Estado norteamericana dejó entrever la espesura del enredo cuando admitió que Belgrado “seguía siendo el principal responsable” de las dificultades por las que atraviesa la negociación. Albright, cuya presencia en Rambouillet la semana pasada había sido determinante para obligar a serbios y kosovares a dialogar directamente, sin intermediarios, precisó que los serbios rechazaban asumir “el capítulo de seguridad del acuerdo de paz, lo que para nosotros es totalmente inaceptable”. Según la responsable norteamericana, una de las razones que indujeron al Grupo de Contacto a otorgar un plazo suplementario reside en que los albaneses de Kosovo pidieron más aclaraciones sobre el capítulo político del acuerdo. Con todo, extensión del plazo no significa deshielo militar. Albright y, más tímidamente, los países europeos del Grupo de Contacto, recalcaron que “todos los preparativos para una intervención militar van a continuar”.
Al cabo de dos semanas de negociaciones llenas de peripecias, la situación no ha variado en lo esencial: los integrantes europeos del Grupo de Contacto repiten diariamente frases poéticas y vacías y es preciso esperar el fin de semana para que los norteamericanos “impongan” su orden mayor. El obstáculo fundamental también continúa vigente, es decir, la propuesta del Grupo de Contacto de desplegar en la región una fuerza de 30.000 hombres amparados por la Alianza Atlántica a fin de supervisar la aplicación del acuerdo. Slobodan Milosevic se niega rotundamente a aceptar esa presencia militar, mientras que el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), la organización independentista kosovar que participa en las discusiones, no acepta dar sus armas a la fuerza multinacional. “No entregaremos Kosovo, incluso si nos llueven bombas sobre la cabeza”, había dicho el viernes Slobodan Milosevic. Promesa que, al menos hasta el sábado, se cumplió en el castillo de Rambouillet. Hasta ahora, los serbios hicieron “jugar el reloj”, como dice un diplomático occidental, admitiendo el capítulo político del plan de paz mediante el cual se instaura una autonomía parcial para esta región de la ex Yugoslavia habitada por una mayoría de albaneses.
En las negociaciones de Rambouillet, el caso de los albaneses es distinto. Su margen de maniobra para negar el plan de paz es más estrecho ya que, como lo reconocía un miembro de la delegación norteamericana, “los albaneses no pueden rechazar el texto porque saben que los estamos protegiendo de los serbios. Si lo rechazan, perderían de inmediato el apoyo de la comunidad internacional”. Con todo, la delegación kosovar no ocultaba ayer su encono. A fin de consolar a Milosevic, el Grupo de Contacto sacó del texto inicial varios puntos favorables a los albaneses. La cuestión de la autodeterminación de Kosovo, antes evocada y precisada en el primer texto, ocupa ahora “un lugar silencioso”. La tensión que reinó en Rambouillet hasta el final de la noche adelanta lo que ocurrirá en los próximos días. Un miembro de la Cancillería francesa definió como “un enjambre de abejas” la sala de las reuniones y el sábado por la tarde un delegado albanés salió a una de las ventanas del castillo gritando que un serbio lo había amenazado de muerte.
Ayer, uno de los mediadores norteamericanos admitía en el anonimato que no veía “cómo y por qué los serbios iban a cambiar de actitud de aquí al martes”. Como un ajedrecista que juega a la distancia, Slobodan Milosevic mantiene a todos sus adversarios con los ojos pegados en el tablero meditando su imprevisible próxima jugada.

 

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