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OPINION
Mentiras y video
Por Gustavo Veiga

Asistimos hoy a la proyección de una nueva película: Fútbol, mentiras y video. Una comedia dramática de autor anónimo –nadie se atribuiría el guión– que en lugar de intérpretes tiene víctimas, damnificados y encubridores (y que cada uno saque sus conclusiones). No debe sorprender que, a esta altura, la crisis desatada por la suspensión de los partidos oficiales –los amistosos se siguen jugando– le provoque escozor desde Julio Grondona hasta al más postergado de los futbolistas de Ascenso. Pero tampoco puede asombrar lo que ocurre en un país donde el Gobierno defecciona en materia de seguridad, la AFA es condescendiente con sus integrantes que generan incidentes y los jueces toman los casos de violencia en sus manos, a menudo, demasiado tarde.
Se habla ahora de los circuitos cerrados de televisión como la panacea que reflejará los comportamientos violentos para, después, neutralizarlos con la filmación convertida en prueba contundente. Si se admite este remedio, no debería descartarse el antídoto de la cámara oculta, pero para reflejar a los dirigentes que dan dinero o entradas bajo la mesa.
Si se intenta alimentar un banco de datos con los prontuarios de los barrabravas, sería plausible la creación de un sistema análogo para identificar a políticos, funcionarios y empresarios devenidos en dirigentes de fútbol que financian a las patotas en camiseta.
Acaso porque leyes cada vez más represivas se pergeñan para erradicar comportamientos violentos, si se aprobaran, lo más correcto sería aplicarlas a quien gasta las balas como al que las paga. Estas sugerencias se nos antojan ilusorias pero, de todos modos, vale la pena exponerlas. Hay quienes adelantándose a muchos transitaron el mismo camino.
El abogado Angel Di Paola propuso en 1991, entre otras cosas, una tabla de posiciones de las hinchadas para otorgar o restar puntos por buen comportamiento. Casi nadie lo escuchó. Como tampoco se quieren oír las voces de los familiares de los muertos en el fútbol –identificados bajo la sigla Favifa–, ni se aceptan las críticas que provengan desde la periferia del ambiente deportivo. Para muestra, baste el juez Víctor Perrotta.
Los personajes del fútbol –casi sin distinción– son refractarios a las recomendaciones de afuera. Es una de las razones que explica cómo Julio Grondona salió a respaldar el paro de Agremiados. Con una diferencia: mientras varios futbolistas no cobran sus sueldos desde hace cuatro y cinco meses, la AFA y su socio, Torneos y Competencias, dejaron de acumular ganancias por un par de semanas.

 

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