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Fricciones

Por Antonio Dal Masetto

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t.gif (862 bytes) El bar recibe la visita de Alberto H., vecino del barrio, militante del partido Patria Para Todos. Noto que está físicamente abultado y se mueve con un poco de torpeza. Lleva una boina muy echada sobre el lado derecho. Una de sus piernas choca contra el taburete y se oye ruido a metal. Cuando apoya el brazo sobre el mostrador, nuevamente hay ruido a lata. Lo miro con curiosidad y él advierte mi mirada. Me explica que viene de una reunión con los compañeros del PPT y quiso tomarse una copa antes de llegar a su casa.
–Golpee –me dice señalándose el pecho.
Doy unos golpecitos con dos dedos y también debajo de la camisa hay sonido a metal.
–Coraza –me aclara.
–¿Para qué una coraza?
–Estamos llegando al clímax, al punto culminante en que se elegirán los mejores de nosotros para los mejores puestos, y eso hace que las discusiones se vuelvan más pasionales.
–¿Peleas?
–Yo no las llamaría peleas. Las ideas de base son las mismas, aunque es lógico que surjan algunas diferencias en cómo llevar adelante nuestro proyecto común. Entonces se producen algunos encontronazos.
–¿Qué tipo de encontronazos?
–Bueno, sin ir más lejos, en la reunión de esta tarde el delegado Muñoz perdió tres dedos del pie.
–¿De qué manera los perdió?
–Se los arrancaron a mordiscones.
–¿Quién fue?
–Nunca se sabe. Todo está funcionando normalmente y de pronto se oye un alarido y alguien pierde algo.
–¿Dedos?
–Dedos y otras partes del cuerpo.
–¿Siempre a mordiscones?
–A la delegada María Jimena Gómez, de Lomas de Zamora, le arrancaron media teta.
–¿Media teta?
–Todos lo lamentamos. Ella es una mujer de temple, se comportó como una auténtica militante. En el caso de la delegada tal vez se haya mezclado una pizca de erotismo al fervor político, porque es una señora muy suculenta.
–¿Vieron quién lo hizo?
–Como siempre, fue un tarascón anónimo.
–Todo eso debe ser muy doloroso.
–Como doler, duele. Lo que importa es la fidelidad al compromiso de luchar por el bien común.
–Eso es noble.
–El enviado de Santa Fe perdió un pedazo de nalga. Al delegado por La Matanza le arrebataron un cacho de muslo. A Colodrero y a Estévez, una porción de antebrazo y de pantorrilla respectivamente. Los mordieron hasta el hueso.
–Amalaya, ésa sí que es una vocación arriesgada.
–Quien más, quien menos, todos han sufrido una disminución, todos estamos averiados. Justamente estuve fijándome y haciendo cálculos y llegué a la conclusión de que no queda nadie que esté completo. Nos respetamos, compartimos la misma fe política, el mismo apostolado, aunque en el calor del debate es inevitable que se produzcan estas fricciones.
–A usted por suerte se lo ve entero.
Alberto H. se quita la gorra:
–Hasta ahora sólo perdí un tercio de la oreja derecha. No es mucho, teniendo en cuenta las circunstancias. Pero estoy dispuesto a lo que venga con tal de contribuir con mis compañeros a mantener alta la bandera de nuestros ideales.
–La de ustedes es una cruzada que merece respeto y aplausos –digo mientras le miro la oreja masticada.

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