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OPINION
Un pueblo humillado y ofendido
Por Harold Pinter*

La extraordinaria respuesta de los kurdos en todo el mundo al arresto de su líder Abdulá Ocalan demuestra la profundidad de la desesperación de un pueblo que fue degradado, humillado y tratado como una raza inferior durante décadas. Pero el asalto a embajadas y la autoinmolación de un kurdo adolescente en Londres también expresa la resolución y pasión de un pueblo que fue ignorado durante tanto tiempo. En la radio BBC, el profesor Norman Stone describió a Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), como a un asesino. El asesino, en mi opinión, es el Estado turco. Como era predecible, estuvo obstruyendo la entrada a Turquía del abogado de Ocalan. ¿Objetarán los Estados Unidos y el Reino Unido esta clara violación a los derechos humanos? En los medios británicos generalmente no se informa sobre la terrible represión del pueblo kurdo en Turquía, que a nivel gubernamental es virtualmente ignorado. Un gran número de aldeas kurdas fueron destrozadas y sus habitantes obligados a expatriarse, y miles de personas fueron torturadas y asesinadas.
Sólo recientemente se les permitió a los kurdos hablar su propia lengua en público. El uso de la lengua kurda está prohibido en la educación, en las emisiones radiales y televisivas y en las publicaciones. Cualquiera que publique, o intente publicar, un análisis histórico objetivo de la situación kurda puede ser procesado y arrestado. La tortura es, en realidad, algo común, particularmente en las comisarías. De acuerdo con el PEN Club internacional hay más escritores y periodistas en la cárcel en Turquía que en cualquier otro país del mundo, salvo China. Turquía es un régimen militar, totalitario, disfrazado de democracia. El terrorismo de Estado es sistemático, salvaje y despiadado. Todos los esfuerzos por parte de los kurdos de darle al conflicto una solución política más que militar fallaron y la comunidad internacional demostró poco interés.
Turquía es miembro de la OTAN, Estados Unidos subsidia su ejército por completo y el país brinda ricas oportunidades de negocios para todas las “democracias” occidentales. Cuando el nombre de Ocalan aparece en la prensa británica, frecuentemente va acompañado por la cifra “30.000 muertos en los últimos 14 años”. La insinuación es que Ocalan causó esas muertes. El PKK por cierto asesinó, y también cometió atrocidades, pero el abrumador número de estas 30.000 muertes, para no mencionar las difundidas mutilaciones y violaciones, son responsabilidad del ejército turco. Es el mismo cuento de siempre. Como Irak e Irán son regímenes “anti occidentales”, los kurdos en esos países son descriptos como víctimas o, si se resisten, como guerreros de la libertad. Como Turquía es miembro de la OTAN, y un “aliado leal”, los kurdos turcos son descriptos como terroristas.
Este tema no es simplemente una cuestión de lo que les está pasando a los kurdos, sino también lo que está pasando con la libertad de expresión y el pensamiento independiente. Algo ha estado ocurriendo bajo nuestras narices durante años en Turquía. Muchos miles de personas se enfrentan a la persecución sustancial y persistente y sin embargo leemos muy poco sobre esto en la prensa, y nuestro gobierno guarda silencio mientras florece el comercio con Turquía. Por lo menos, las protestas produjeron el reconocimiento de lo que realmente sucede en Turquía. Los numerosos manifestantes en las embajadas a lo largo de Europa no son ni terroristas, ni guerrilleros, ni subversivos. Para ellos Ocalan no es un asesino, sino que sigue siendo el líder profundamente respetado y en gran parte amado, en su lucha para preservar su cultura y su identidad. Estos kurdos son personas comunes, la mayoría son pobres que ya tuvieron su cuota de opresión, indiferencia y humillación. Son personas con un orgullo,dignidad y coraje inmenso. Su situación pide desesperadamente reconocimiento y apoyo.


*Dramaturgo inglés. Columna publicada hoy en The Guardian, de Gran Bretaña.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

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