|
Los temores que disparó la devaluación del real en Argentina, y cierta tendencia a culpar a Brasil todos los males de la economía, molestan al gobierno del país vecino. El embajador en Buenos Aires, Sebastiao do Rego Barros, criticó así la reacción de los empresarios y del gobierno local ante el estallido de la crisis. "La caída de precios de los commodities no es culpa de Brasil, ni el creciente proteccionismo de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón", se quejó ayer el diplomático, al participar de un desayuno con el Grupo Brasil, entidad que nuclea a unas 200 empresas de ese país radicadas en la Argentina. Mientras la cúpula de la Unión Industrial y Roque Fernández se aprestan a encontrarse para retomar el diálogo, al quedar pactada anteayer una nueva tregua, el gobierno brasileño sigue endureciendo su posición. El encuentro entre los industriales y el ministro podría concretarse hoy mismo. La central fabril buscará el respaldo explícito del Gobierno a las negociaciones que encaró esta semana con los industriales brasileños, para dar un marco más formal a ese diálogo y ejercer mayor presión sobre los empresarios del socio mayor del Mercosur, a fin de que acepten limitar voluntariamente sus exportaciones a la Argentina. La UIA también intentará que Economía acceda a destinar más fondos a programas de ayuda financiera a las empresas perjudicadas por las menores exportaciones a Brasil, especialmente aquellas pequeñas y medianas. En el Palacio de Hacienda quieren aprovechar la reunión para cerrar heridas con el nucleamiento empresario que más duramente cuestionó su desempeño desde la devaluación del real. Aunque a esta altura los empresarios se resignan a que el Gobierno no tomará medidas preventivas de salvaguardia para contener un eventual aluvión de importaciones brasileñas, desde el país vecino reafirmaron que no aceptarán acciones unilaterales. "Brasil tendría gran dificultad en aceptar decisiones unilaterales, porque desatarían un ida y vuelta de represalias y ése no es el camino que queremos para el Mercosur", advirtió ayer Rego Barros. Desde el presidente Fernando Henrique Cardoso, pasando por el ministro de Hacienda, Pedro Malan, y el titular de la cartera de Industria, Celso Lafer, el gobierno brasileño dejó claramente planteado en las últimas semanas que los socios del bloque regional deben mantener firmemente el libre comercio. Pero las exigencias no se detienen allí. Rego Barros se lamentó ahora porque en Argentina existe "la errónea percepción de que Brasil es responsable de todos los males de su economía". El embajador recordó que la producción industrial y el consumo local vienen en baja desde hace siete meses, así como que la retracción de capitales internacionales se produjo con las anteriores crisis del sudeste asiático y Rusia. El funcionario, quien ocupó el cargo de vicecanciller y tiene una dilatada carrera en la diplomacia, consideró que la preocupación central de Argentina y Brasil debería ser la crisis internacional, el ciclo recesivo que se extiende por varias regiones del mundo y el creciente proteccionismo de los países desarrollados. "En la Ronda Uruguay del Gatt (acuerdo internacional de aranceles y comercio), los países centrales consiguieron dejar afuera (del convenio) la liberalización del comercio de productos del agro y agroindustriales, y no aceptaron flexibilizar el duro régimen antidumping que ellos usan contra nosotros", se explayó Rego Barros. En estos temas tiene que poner toda su energía el Mercosur, y no en discutir entre los países socios, recomendó. "La Argentina debe tomar medidas simétricas a las de Brasil, por supuesto transitorias, y según convenga en cada caso", discrepó José Ignacio de Mendiguren, secretario de la UIA y presidente del Movimiento Industrial Nacional, una de las dos agrupaciones políticas de la central fabril. Esa agrupación es la que mantiene una posición más firme frente al Gobierno, mientras que el presidente de la entidad, Alberto Alvarez Gaiani, prefiere la vía de la negociación con el Poder Ejecutivo y el bajo perfil. "No propongo revanchas, sino una administración del comercio exterior. Estas medidas de emergencia y transitorias (cupos y salvaguardias) no atentarían contra el Mercosur en una situación de crisis como ésta, sino que ayudarían a preservarlo", insistió ayer De Mendiguren.
TEMOR A QUE EMPRESAS BRASILEÑAS NO PUEDAN
PAGAR SUS DEUDAS "Si usted tiene 40 años, ¡ya pasó por varias crisis y no se murió!". El mensaje oficial, difundido una y otra vez por las radios brasileñas intenta quitarle presión a una población cada vez más angustiada por la crisis. Pero más allá de que la fórmula elegida por Brasilia logre el efecto psicológico deseado, por ahora el gobierno de Fernando Henrique Cardoso ha dado escasas muestras de que tiene la situación bajo control. Ayer el real volvió a depreciarse otro 1,8 por ciento y cerró a 2,05 por dólar, cada vez más cerca del máximo de 2,11 tocado hace un mes. El Banco Central de Brasil debió ayer intervenir otra vez en el mercado para apagar la sed de los financistas de embolsar billetes verdes. El martes el BC vendió 19 millones de dólares para apaciguar la escalada del dólar, aunque operadores descreen de que el monto vendido haya sido tan bajo. En lo que va de la semana, la desvalorización de la moneda brasileña llega al 5,8 por ciento. Y al 40,9 por ciento desde que a mediados de enero Cardoso liberó la cotización del real. En la city porteña, analistas de bancos consultados por Página/12 dijeron que, finalizado el Carnaval, el mercado le está perdiendo la paciencia al gobierno brasileño. En concreto, los inversores internacionales quieren ver a Cardoso empezando a materializar varias de las promesas pactadas con el FMI. Es decir, que anuncie los recortes presupuestarios que le permitan terminar el año con un superávit primario de entre el 3,0 y el 3,5 por ciento del Producto. La mayor incertidumbre que genera la economía brasileña y la nueva devaluación del real impactaron en la Bolsa. El índice de acciones líderes MerVal perdió ayer 0,8 por ciento. Por su parte, el índice Bovespa de la Bolsa de San Pablo cayó 1,7 por ciento medido en dólares. Un informe del Economist Intelligence Unit echó más nafta al fuego al afirmar que algunas compañías y bancos brasileños podrían verse obligados a declarar la moratoria en los pagos de sus deudas, lo que desataría una nueva ola de desconfianza en la región. Mañana el Senado brasileño tomará testimonio al designado titular del BC, Arminio Fraga para ratificar o negar su nombramiento. Es probable que en la Cámara alta le pregunten sobre si es verdad que le pasó información confidencial a George Soros. De esa polémica, generada por una denuncia del economista Paul Krugman, todavía quedan secuelas. En su edición de ayer, O Globo se mofó de que Krugman confundiera a Brasil con la Argentina en un artículo en The Economist. En la nota, el economista señaló que el país vecino tiene su moneda atada al dólar.
|