Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Dos modelos de país confrontan en un Irán todavía peligroso

Las nuevas generaciones pugnan con el poderoso clero para cambiar el régimen en las primeras elecciones municipales iraníes desde 1979. Los reformistas están en posición de ventaja, pero los recientes asesinatos de escritores y disidentes prueban que la batalla está lejos de haber sido ganada.

Una joven iraní mira ayer en Teherán los carteles de campaña para las elecciones de mañana.

Por Angeles Espinosa Enviada especial a Teherán

t.gif (862 bytes) Samira Yamee ni siquiera sabe muy bien cuándo es la cita con las urnas. Y eso, a pesar del encarnizado debate que la convocatoria electoral de mañana ha desatado entre los principales grupos que compiten por el poder en Irán. A un día de las primeras elecciones municipales desde la creación de la República Islámica (1979), la movilización popular es mínima. Sin embargo, son 300.000 los candidatos que aspiran a ocupar cada uno de los 120.909 puestos de concejal en liza en todo el país, y el gobierno de Mohamed Jatami espera de la participación ciudadana una aprobación a su política reformista.
“No estoy muy al tanto de la política”, se justifica Yamee, una universitaria teheraní que refleja una actitud bastante extendida. Sin muchos datos sobre el contenido real de los consejos islámicos que van a elegirse para regir las ciudades y pueblos iraníes, la preparación de los comicios ha puesto de relieve los dos modelos de sociedad que enfrentan al estamento dirigente. Por un lado, el que aboga por el continuismo que favorece al ala más conservadora del clero, con el apoyo del bazar (los comerciantes tradicionales) y de los sectores sociales que se han visto beneficiados por la Revolución Islámica. Por otro, el que preconiza una reforma (dentro del sistema) hacia la apertura y la modernización de la sociedad, que piden los jóvenes (el 50 por ciento de la población tiene menos de 20 años), las clases medias urbanas y todos aquellos que sólo han visto deteriorarse su situación económica en las dos décadas de régimen teocrático.
El debate se hubiera saldado en las urnas si no fuera por las particularidades del sistema iraní. El enorme respaldo popular obtenido por Jatami en las presidenciales de mayo de 1997 (un 70 por ciento de los votos con un 87 por ciento de participación) no se ha traducido todavía hoy, casi dos años después, en un verdadero control de los órganos de gobierno a causa del poder temporal que ostenta la figura religiosa del guía espiritual, el ayatola Alí Jamenei, la máxima autoridad del país. De él dependen las Fuerzas de Seguridad, la Radiotelevisión y numerosos órganos de escrutinio y supervisión que influyen directamente en que los poderes legislativo y judicial estén en manos conservadoras.
De ahí el interés de Jatami y de quienes lo respaldan, una inesperada coalición de moderados y radicales que han captado el anhelo de cambio de sus compatriotas, en consolidar la experiencia democrática y fortalecer la sociedad civil que los apoya. De ahí también el temor de los conservadores a dar su visto bueno a unos candidatos que, temen, van a poner en peligro su modelo de país.
Si la asistencia a la plegaria de los viernes en la Universidad de Teherán sirve de termómetro, el fervor revolucionario ha descendido considerablemente. Decenas de autobuses traen aún cada semana a las familias de los arrabales del sur de la capital y centenares de hombres y mujeres (separados por una lona) ocupan el campus para escuchar al orador de turno, pero ya hace años que la multitud no llena el recinto. El pasado viernes, el ayatola Ahmad Yanati apenas logró que los congregados corearan dos o tres veces, y un tanto desganados, el ya tópico “Down, down with America” (sic, “Abajo, abajo con América”), aunque no desaprovechó la ocasión para dar consejos electorales.
“Ustedes deben votar a alguien que crea en este sistema”, pidió Yanati en la segunda parte de su sermón. “Su pasado importa. Debe creer en la Revolución; ser honesto; estar de vuestro lado. Si no, olvidará para qué le han votado. Tiene que creer en todas las creencias del ayatola Jomeini y en el velayat-e-faguit.” Y por si había dudas sobre con quién están sussimpatías, añadió: “Algunos (candidatos) siguen el mismo esquema que en Occidente. Hacen cualquier cosa para ganar”.
Tal vez Yanati se había percatado del despliegue de carteles y de propaganda electoral en los alrededores de la universidad. Desde el jueves, cuando por fin se hicieron públicas las listas de candidatos aceptados, los partidos y asociaciones que respaldan a los aspirantes próximos a Jatami han inundado las calles de Teherán con sus pósters. También en el resto del país ha habido campaña, pero el carácter local de los comicios resta contenido político a la convocatoria en pequeñas ciudades y pueblos, donde lealtades familiares o tribales se imponen a otras consideraciones. Es en las grandes ciudades del país (Teherán, Isfahán y Mashad) donde conservadores y reformistas van a medir fuerzas.
En la capital, donde vive una sexta parte de la población y deben elegirse 15 concejales, el campo pro-Jatami logró finalmente la aprobación por los diferentes comités electorales de su figura clave, Abdolá Nurí, el ministro del Interior al que los conservadores derribaron la pasada primavera con una moción de censura en el Parlamento. En un gesto de apoyo que debió doler a sus enemigos políticos, Jatami lo nombró entonces vicepresidente para Asuntos Sociales, un cargo para el que no requería el visto bueno de los diputados y del que dimitió hace unas semanas para poder presentarse al consejo municipal de Teherán.

 


 

JATAMI IMPONE CAMBIOS EN LA POLICIA POLITICA
Los servicios, bajo la mira

Por A. E. desde Teherán

t.gif (862 bytes) El Parlamento iraní ratificó ayer el nombramiento de Alí Yunesí como nuevo ministro de Información (responsable tanto de la seguridad interior como del espionaje interior). El presidente Mohamed Jatami logró, tal como se preveía, un amplio respaldo de la Cámara para su candidato (197 de los 224 votos emitidos), quien prometió poner los servicios secretos al servicio de la política moderada del gobierno reformista.
Se trata de una nueva victoria de Jatami en su esfuerzo por hacer prevalecer el Estado de derecho y extender su limitada autoridad como presidente a las fuerzas de seguridad del Estado. “Cualquiera que respete la ley y crea en la Constitución debe sentirse seguro en este país, es su derecho”, subrayó el presidente durante su intervención para pedir la confianza de los diputados, mayoritariamente conservadores, a su nuevo ministro. “El Ministerio de Información debe ser la luz del régimen, no su puño. Debe ser el cerebro del régimen, no su brazo”, manifestó. “Lo que queremos es tener buena información, no un mero aparato policial. Eso está de acuerdo con nuestros valores religiosos. Si tenemos buena información, no necesitaremos un brazo intimidante para imponer la seguridad.”
El cambio de ministro se produce en un momento crucial de la batalla política entre reformistas y conservadores. Aunque el voto de confianza del Parlamento es independiente del proceso electoral que culminará mañana con los primeros comicios municipales desde la Revolución Islámica (1979), la dimisión hace dos semanas del anterior titular, Qorbanali Dorri Nayafabadi, fue fruto del lado oscuro de la misma lucha por el poder. La implicación de agentes de su ministerio en los asesinatos de varios intelectuales y miembros de la oposición en los últimos meses del año pasado no le dejó otra salida.
Tanto el reconocimiento de la responsabilidad oficial como la posibilidad de renovar un ministerio que estaba bajo control conservador han sido valorados por los observadores como un éxito para el presidente Jatami. Cierto que los todopoderosos servicios secretos, considerados en Irán un Estado dentro del Estado, pasan a manos de otro conservador, pero Yunesí es respetado entre los moderados por no haberse implicado en la lucha por el poder que desde el triunfo del reformista Jatami se ha desatado en la República Islámica. “Es un hombre preparado y ponderado tanto en su pensamiento como en sus acciones”, dijo de él Jatami al hacer su presentación ante los diputados. Los conservadores han venido negando cualquier relación con los asesinatos de disidentes.
“La atmósfera sigue tensa”, declaró a este diario Ibrahim Yazdí, líder del prohibido pero tolerado Movimiento por la Libertad en Irán y uno de los intelectuales que suelen recibir llamadas amenazantes de los grupos extremistas conocidos como Ansar-e-Hezbolá. Para él, que por toda protección tiene la compañía de un militante de su partido sin armas, el cambio de ministro no es muy significativo. “No confiamos en las autoridades. Ni siquiera los ministros están libres de ataques”, manifiesta en referencia a las recientes agresiones sufridas por el titular de Cultura, Ataolá Mohayeraní, el entonces vicepresidente y hoy candidato a concejal por Teherán Abdolá Nurí, o el hermano del guía espiritual y consejero presidencial, Jatib Jamenei.

 

PRINCIPAL