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Por Pablo Plotkin El concierto que concretará mañana León Gieco en el extremo sur de Puerto Madero estará dedicado conceptualmente al 50º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Será más un homenaje sencillo y simbólico que una puesta en escena grandilocuente: se proyectarán videos entre grupo y grupo, se encenderán velas en homenaje a las víctimas de la violencia y desde el escenario dirán presente las dirigencias de Amnesty Internacional, filial Argentina, y Madres de Plaza de Mayo. La fecha especial del ciclo Buenos Aires Vivo 3, un día antes del show de Charly García, también contará con la actuación de los grupos Los Visitantes, Súper Ratones y Auge. La presencia de varios representantes de las víctimas de la violencia y la impunidad de la última parte de la historia argentina redondeará el carácter simbólico abarcativo del recital. Estoy acá convencido de que en esto la lucha no termina, siempre continúa, dijo ayer Palo Pandolfo, líder de Los Visitantes, cuando llegó al acto de Amnesty en la Asociación Trabajadores del Estado. Los derechos humanos son una promesa incumplida para mil trescientos millones de personas que en todo el mundo luchan por sobrevivir con menos de un dólar diario, se escuchó decir a Fabiana Cantilo desde la pantalla de un televisor dispuesto en la mesa del auditorio. Para los treinta y cinco mil niños que mueren diariamente por falta de alimentos, para los miles de millones de adultos en su mayoría mujeres que no saben leer ni escribir, para los que sufren torturas o para los presos de conciencia que se consumen en cárceles de todos los rincones del planeta, continuó Cantilo, que eligió grabar su mensaje en un videotape porque no podía estar presente en el encuentro. Mañana, en algún momento, subirá al escenario. También estuvo Tati Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que aprovechó el entorno rocker de la conferencia para alentar a los más jóvenes a seguir con las Madres. El principal derecho, el derecho a la vida, sigue sin respetarse. Se sigue asesinando, se indignó. Gladys Cabezas, hermana del reportero gráfico José Luis, habló acerca de la impunidad, les recordó a los poderosos los 25 meses que pasaron desde el asesinato y agradeció a los que no están dispuestos a olvidar. El bajista de Súper Ratones, Fernando Blanco, tomó el micrófono para referirse a la función de concientizar a los chicos que implica participar en este recital. Luego tomó la palabra Mabel Maidana, madre de Maxi, un chico de 17 años asesinado por la policía bonaerense en enero de 1997. Mabel documentó con estadísticas el victimario de la violencia policial en los últimos años y remarcó la casualidad de que la mayoría de las personas asesinadas fueran jóvenes y pobres. Estamos comprometidos con la memoria de los chicos, juró. La encargada de abrir la pequeña serie de discursos cortos había sido Victoria Ginsberg, de Memoria Activa, para leer el artículo 3 de la Declaración Universal: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona. Ginsberg denunció la decisión política de cerrar las causas por los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA. No alcanza con acusar a un Estado, no alcanza con decir que ya no se puede hacer más nada, agregó. Sobre el final hablaron dos representantes de otro derecho algo olvidado en Argentina: la educación. Luchamos por una dignidad básica, de todos los hombres, explicó a su turno Gustavo Russo, presidente de la Federación de la Universidad de Buenos Aires (FUBA). A su lado estaba Walter Arévalo, un docente formoseño ayunante que pide por la remuneración equitativa de su trabajo. Eran seis personas, y servían para delinear un plano vivo y completo de la injusticia social argentina.
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