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PANORAMA ECONOMICO
El sur también existe
Por Alfredo Zaiat

¿Se hubiese prolongado once días el apagón si el corte hubiera sido en la pudiente zona norte, manejada por Edenor? Y si hubiera ocurrido, ¿la reacción del Gobierno habría sido tan zigzagueante y la de la Alianza tan tardía? ¿Los economistas del establishment, como Juan Carlos de Pablo y los de FIEL, defenderían tan fervorosamente a la empresa como lo hacen con Edesur? ¿Hubiera sido tan indignante el desprecio hacia los "clientes" como el padecido por los que viven en la deprimida zona sur? ¿Son válidos esos interrogantes o pertenecen a aquellos resentidos de siempre que no valoran los avances en materia económica que muestra el actual modelo? Cuesta creer que los habitantes de Le Parc, de las torres que conforman un paredón con vista al río sobre Libertador, los de Recoleta, Belgrano y de otros barrios con niveles de ingresos medios y altos hubieran podido soportar con estoicismo diez días sin luz, como los olvidados vecinos del sur. Y mucho menos que el Gobierno no hubiera tomado una medida drástica como retirar la concesión a una empresa que mostró negligencia, irresponsabilidad y soberbia en una apagón histórico. En la Capital también el norte y el sur divide territorios de favorecidos y excluidos.

No siempre fue así. El sur tuvo su época de esplendor. A fines de la Colonia y en las primeras décadas después de la Independencia, al sur de la Plaza de Mayo, donde hoy se recortan los barrios Monserrat y San Telmo, eran habitados por las llamadas familias bien. En esos años había una preferencia a vivir en ese sur. Había otro sur, lejano, discontinuo, el que recorría el Riachuelo. Barracas, la Boca, el sur portuario, el de los saladeros y mataderos, que estaban separados de la ciudad. El comienzo del ocaso del sur rico fue repentino. Se dio a partir de epidemias: la del cólera en 1867, y la de fiebre amarilla en 1871, en la que muere el 7 por ciento de la población de la ciudad. Y las zonas más afectadas fueron San Telmo y Monserrat. Las familias de buen pasar escaparon a sus quintas de Flores y Belgrano, y ya no retornaron a sus viejas casas, de tipo colonial, con dos o tres patios, sino que mudaron a la zona norte. Sus nuevas casas, fruto del enriquecimiento de la década del '80, fueron petit hoteles y palacetes. Muchos de ellos pasaron luego a ser edificios públicos. Por ejemplo, el viejo edificio de la Cancillería era una casa de familia. ¿Qué pasó con el sur abandonado? Esas grandes casonas españolas pasaron a ser conventillos donde se alojaron los inmigrantes. Se alquilaban por piezas. Y empezó un proceso de degradación urbana, económica y social, por falta de mantenimiento e inversión que continuó hasta estos días.

La avenida Rivadavia, además de ser la más larga, para muchos es la línea imaginaria que divide a la ciudad entre barrios que navegan el modelo arriba de un barco de aquellos que están aferrados a un madero para no hundirse. Sin embargo, no fue casualidad que la demarcación de las dos zonas para dividir la empresa telefónica (ENTel) y la de electricidad (Segba) para sus respectivas privatizaciones haya tomado la avenida Córdoba --y no Rivadavia-- como el surco separador. La zona de mayor poder adquisitivo se extiende al norte de Córdoba, quedando una zona media entre esa avenida y San Juan. Después viene el sur profundo.

Y el apagón de Edesur afectó a esos barrios, a los más castigados por el modelo. De la Encuesta Permanente de Hogares, elaborada por el INdEC, se obtienen los datos de la población con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), una de las categorías que economistas y sociólogos utilizan para describir con más precisión situaciones de pobreza. Además de la insuficiencia de ingresos, la caracterización de pobre a partir del indicador de NBI se basa en cuestiones estructurales, entre las que se consideran el nivel de educación, el tipo de vivienda, el hacinamiento, el acceso al agua potable y cloacas. La población que vivió sin luz durante diez días fue, precisamente, la que registra NBI más elevados de la Capital. En San Nicolás, Monserrat, San Telmo, Constitución, barrios integrantes del distrito escolar 4, el nivel de Necesidades Básicas Insatisfechas trepa al record del 26,3 por ciento de sus habitantes. En Nueva Pompeya el NBI es del 20,3 por ciento. En Boedo y Almagro casi el 10. El contraste con la zona norte, atendida por Edenor, es muy fuerte. Por caso, los barrios de Núñez, Belgrano, Coghland, Saavedra registran apenas 3,7 por ciento de su población con NBI, y los de Palermo y Colegiales, 5,1.

Resulta revelador que en la estrategia de expansión y modernización de la red de Edesur el consorcio que controla la compañía (el grupo chileno Enersis, cuyo principal accionista es la española Endesa, y el argentino Pérez Companc) pensó en el injerto norte de su zona (Puerto Madero) más que en sus habitantes nativos. La subestación Azopardo, la que se incendió provocando el apagón, fue inaugurada el 5 de enero, y fue presentada por la empresa como la mayor obra eléctrica construida en la ciudad de Buenos Aires en los últimos 36 años. El desembolso de 45 millones de dólares que demandó su construcción, que implicó la primera inversión verdaderamente nueva de Edesur en seis años, fue explicada por el director comercial Juan Olavarría, en una nota realizada por Norma Nethe en El Cronista, por "la demanda emergente de Puerto Madero, foco de consumo que no existía en 1992, cuando se privatizó Segba".

Ahora, superado el corte, Edesur contrató a una empresa de comunicación y lobby para impedir la rescisión de la concesión, que estaría sustentada en la serie de falencias detectadas en la subestación Azopardo (no se habían colocado detectores de humo, no había sistemas para la extinción del fuego ni arena sobre los conductores, entre otras fallas). Edesur tiene la suerte de contar, además, con voceros espontáneos, que cegados por el fundamentalismo liberal buscan defender a la empresa con argumentos despreciables. Uno de ellos, Santiago Urbiztondo, economista asociado de Fiel, en un extenso artículo publicado también en El Cronista sobre el marco regulatorio eléctrico detalla con bastante precisión sus características y las penalidades que le caben a la concesionaria. Y en ese último punto entra en cortocircuito: para justificar la negativa de Edesur a pagar las multas y la indemnización a los usuarios fijadas por el ENRE, Urbiztondo revela que vive en la zona norte: "Efectivamente, si la indemnización fuese de dicha magnitud, seguramente muchos de los usuarios de la empresa querrán que este tipo de episodios vuelva a ocurrir", apuntó el cliente de Edenor.

Más diplomático, aunque cueste creerlo, fue Roque Fernández, buscando frenar la embestida de un sector del Gobierno contra Edesur. Batalló con que la rescisión elevaría el riesgo país y, además, impactaría negativamente en el modelo de privatizaciones diseñado por la administración de Carlos Menem. De ese modo, atendió a que el Estado proteja a una empresa en crisis. Roque, ¿no era que los ineficientes iban a desaparecer?

 

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