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Por Pablo Plotkin ![]() ¿Cuáles son los derechos más olvidados, aquí y ahora? Evidentemente la discusión tendría que actualizarse. No creo que la única manera de mancillar los derechos humanos sea a través de la tortura, la muerte o la desaparición de personas, que es lo que tiende a pensarse hoy. Asegurarle la educación a un pibe también debería ser un derecho, y lo digo aunque me siga sonando básico. También la posibilidad de un techo, aunque más no sea. Son derechos que hoy, en democracia, están en dudas. Y en el arte, ¿cómo se refleja eso? El derecho a la libertad de pensamiento creo que hoy no existe, porque si no pensás de una manera, en esta sociedad no tenés mucha cabida. El otro día estuve en el Borda, donde hay una onda increíble, está bárbaro... Había onda, había feeling, y... estaban todos encerrados. Me parece que por cómo se están planteando las cosas, con la televisión, el juego, el bingo por todos lados, hay una sola forma de pensamiento: la forma materialista. Terriblemente materialista. No hay libertad de pensamiento: tenés que pensar en pagar tus impuestos. La parte creativa no está estimulada de ningún lado. La mejor gente se tiene que ir de Argentina. Desde que nací lo vengo escuchando y sigue pasando. El artista plástico que hizo todas las tapas de Cornelio y Visitantes ahora vive en Mallorca, porque consiguió laburo: gana plata, pinta casas, decora. Acá era un pobre tipo, y allá le va bien. Las mejores cabezas tienen que emigrar. Por eso me parece bien salir a agitar, sobre todo con una causa como la de los derechos humanos. Dentro del rock usted es considerado un músico con opinión política. Sin embargo su poesía parece pasar por otro lado. ¿Cómo es eso? El arte me ocurre, la política yo quiero hacerla porque si no ella me hace. Yo no hago arte: yo vivo. El arte se me escapa, no es algo preconcebido. De hecho, puedo pasar un montón de tiempo sin hacer nada y de repente... ¡trrrfff!. La política, en cambio, es otra cosa. La ideología es la cantidad de principios y conceptos que uno utiliza para vivir, para manejarse y para trabajar. Te hace como persona y como trabajador. Políticamente yo me quiero hacer, tener claridad.Artísticamente... no sé, es algo más abstracto. Hay letras que mezclan las dos cosas, otras no. Pero nunca podría meter un discurso en una canción porque yo voy hacia el surrealismo. Yo soy automático escribiendo, no pienso. Cuando me enteré de que existía el surrealismo y que se trataba de escribir automáticamente, dije: Ah, yo hago eso, qué bárbaro. ¿Cómo puede cambiar esta realidad? Con la educación, combatiendo la ignorancia y el desamor. Con un poco de organización y con querernos como trabajadores... Las cosas no están bien. Si nosotros fuéramos consumidores conscientes podríamos conducir la economía argentina. Creo que todos tenemos que volver a soñar una sociedad, porque somos una sociedad sin sueños. Una sociedad en coma.
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