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Por Fernando Cibeira Desde Entre Ríos La pregunta era sobre qué actitud tomaría la Alianza en el hipotético caso de que la Corte Suprema habilite a Carlos Menem a presentarse para un nuevo período presidencial. Eso no puede ser porque la Constitución lo prohíbe y Menem juró por la Constitución. Si el gobernante se burla de la palabra empeñada, qué queda para los demás, fue la respuesta de Fernando de la Rúa, como si no supiera de la nueva ofensiva reeleccionista que esta vez parece tener al propio Presidente como líder. En su primera visita de campaña como fórmula a una provincia, en este caso Entre Ríos, De la Rúa y Carlos Chacho Alvarez no pudieron evitar hablar del tercer mandato aunque sin mucho entusiasmo. Menos todavía se alegraron cuando debieron referirse a la estelar rentrée de Raúl Alfonsín luego de cargar pilas en México. De la Rúa demostró qué poco le gusta que el ex presidente insista en colocarse en el centro del escenario y cuánto prefiere ser él quien les ponga el pecho a las balas. La pelea que plantea Menem con Alfonsín ya fue. A mí también el Presidente me ha dirigido palabras agraviantes, pero no voy a contestar al insulto, aclaró. La de ayer fue una mañana muy calurosa en Paraná. De la Rúa y Alvarez llegaron juntos en un avión particular junto a una reducida comitiva: el jefe de campaña, Rafael Pascual; el secretario general de la UCR, Jesús Rodríguez; y el ex diputado Carlos Custer, un dirigente vinculado a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y de buenas relaciones con la Iglesia, que les gestionó el plato fuerte de la breve visita, un encuentro con el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic. La fórmula aliancista decidió acelerar su campaña teniendo en cuenta la indefinición de la interna del justicialismo. De esta forma, entienden, pueden ofrecer una imagen diferenciada de sus revoltosos adversarios y, además, generar algún hecho que sirva para desviar la atención de lo que cada día hacen y deshacen Menem y compañía. En el encuentro de casi una hora que mantuvieron con Karlic en su espaciosa casa, prevaleció el tema social. Alvarez se preocupó de remarcarlo más tarde. Karlic nos dijo que acá se globaliza la economía, pero no otras cuestiones como la solidaridad, explicó. De la Rúa, además de los problemas de las capas sociales más bajas, se explayó sobre la necesidad de fortalecer la familia como célula de la sociedad. En público y en privado, el candidato presidencial se preocupó en evaporar algunas de las preocupaciones recurrentes de las cúpulas eclesiales. Por eso, destacó la función que cumple la Iglesia en la educación en referencia a los colegios privados religiosos que manejan las congregaciones católicas y también anticipó que si llega a la Rosada no tiene pensado modificar las leyes que penan el aborto. Terminada la reunión, que se prolongó más de lo pautado, Karlic en compañía del obispo auxiliar, Juan Puiggari, hizo una breve recorrido con el binomio aliancista por las paredes de la habitación, decoradas con fotos de papas, cardenales y obispos tomadas en distintos encuentros. De la Rúa y Chacho se detuvieron en una tomada a comienzos de los 80 en Puebla, en la que Karlic les mostró al arzobispo rojo brasileño Helder Cámara y a monseñor Oscar Arnulfo Romero (el obispo salvadoreño que fue asesinado). Solícito, Karlic los acompañó a sus jardines y posó para las fotos con el río color león según lo definió a sus espaldas. De allí, saco al hombro, De la Rúa y Chacho fueron a tantear el pulso de la peatonal. No había mucha gente por la hora y por la temperatura, pero de los que estaban una módica mayoría se acercó a saludar. Pese a que nunca habían tenido una salida de este tipo, los dos candidatos se comportaron bastante acompasados, deteniéndose más o menos en los mismos lugares. Como es de rigor, los saludos venían acompañados de promesas devoto. Un señor mayor, bastante insistente, le presentó a De la Rúa a dos integrantes de la sinfónica juvenil de la provincia y le arrancó a regañadientes la promesa de que el Colón les donará un instrumento. Luego el hombre buscaba a los periodistas para que hicieran de testigos de la promesa del candidato. Cuando llegaron a la esquina de la peatonal y la plaza principal, los esperaba un centenar de personas identificadas con alguno de los muchos precandidatos a gobernador y a intendente que buscan ganarse su lugar en el rompecabezas de la Alianza entrerriana. Luego de arduas negociaciones en la provincia, se acordó que el radicalismo pondría al candidato a gobernador y el Frepaso su compañero de fórmula. Ahora queda definir los nombres, de ahí tanto gasto en bijouterie de campaña y en bombos de acompañamiento. De la Rúa y Chacho terminaron su recorrido paranaense escuchando a los productores de la provincia, damnificados directos por la crisis económica brasileña. Los candidatos los escucharon y prometieron trasladar lo conversado a la reunión que mantendrán en Brasil con el presidente Fernando Henrique Cardoso. Entre una reunión y otra estuvo la rueda de prensa ofrecida en un hotel céntrico. Y allí volvieron a los temas insoslayables. Hay que ser prudentes. La primera batalla que tenemos que dar a Menem es por el respeto a la Constitución, respondió un moderado Chacho cuando le preguntaron sobre el pedido de juicio político al jefe de la Rosada con que se había despachado Alfonsín sin siquiera salir del Aeropuerto de Ezeiza. No se merece la sociedad argentina que el eje de la información diaria sean las internas del justicialismo. Hay una ambición desmedida del presidente Menem por llevarse todo por delante, agregó. De la Rúa, por su lado, quiso explicar por qué Menem insistía en tomar como enemigo a Alfonsín. Quiere discutir sobre el pasado y nosotros queremos construir hacia el futuro, decía, esperando encontrar la manera de cerrar de una vez el recurrente blanco que el ex presidente representa para su campaña.
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