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OPINION
La prostitución final

Por Eduardo Aliverti


Algo llega a su fin cuando se constata que no tiene retor-no. Y frente a lo que ocurre en la interna peronista puede afirmarse, ya, que ninguno de sus ejecutantes –activos o pasivos– podrá volver de esta imagen de prostitución generalizada, enriquecida a diario. No es ideología lo que se transa en el prostíbulo, aunque su fondo sea eminentemente ideológico porque se trata de la pérdida de los más elementales valores de la honradez y conducta políticas y eso puede darse, sólo, cuando un modelo corrupto y antipopular se sale con las suyas del modo con que se sale éste. Transan puestos, puestitos, apariciones en los medios, salvoconductos. Se dirá que siempre fue así, lo cual no es cierto (¿quién podría imaginarse algo siquiera parecido en la década del 70?). Pero aun concedien-do que lo fuese, hay una nove-dad cualitativamente enorme: el desparpajo con que lo hacen.El caso Menem-Duhalde-Ortega es el más impactante, porque no debe haber antecedentes mundiales de un candidato (Palito) que en el término de quince días haya saltado de una fórmula presidencial a otra siendo que el apadrinador de una (Menem) y el encabezador de la restante (Duhalde) se muestran como enfrentados a muerte. Pero la lista, a esta altura, parece o es intermina-ble. Y que otros nombres en danza no tengan la misma figuración de aquéllos no significa que el valor de prostitución no sea el mismo. Es el caso de Antonio Cafiero, pero también el de varios gobernadores e intendentes que admiten estar analizando su cambio, de una banda a la otra, como la cosa más natural del mundo. ¿Qué diferencia objetiva existe, salvo los nombres y la profesión, entre leer el mercado de pases futbo-lístico y el de la actividad partidaria? ¿A quién le sorprendería que Reutemann termine cerrando con Duhalde, Ortega volviendo con Menem, Pierri con el gobernador o Ruckauf con el Presidente? Podría afirmarse “allá ellos”, si no fuera porque el despar-pajo conduce a la pregunta inevitable: ¿cómo es posible que no les caliente nada hasta este extremo? La respuesta también es inevitable: porque no tienen sanción social efectiva. En la vida cotidiana, la mayoría de la sociedad los desprecia tanto como los deja hacer. Y en las urnas, pase lo que pase y contribución opositora mediante, el peronismo mantiene y mantendrá un piso de votos que alcanza para un arco que va desde volver a ganar hasta conservar una cuota de poder imponente.En consecuencia, el prostíbulo no sólo es legal sino que está legitimado socialmen-te. Y por mucho que las cuotas de responsabilidad no sean las mismas, habrá de admitirse que son compartidas.

 

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