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REPORTAJE EXCLUSIVO AL ABOGADO ITALIANO DEL LIDER KURDO
Cómo y por qué cayó Ocalan


La captura del líder kurdo Abdulá Ocalan fue un gran triunfo para Turquía y motivo de manifestaciones en toda Europa. En estas páginas, el abogado italiano del líder kurdo relata en exclusiva lo que sucedió, en un caso que se ramifica hacia costados cada vez más oscuros.

 

Abdulá Ocalan esposado en la isla-cárcel de Imrali.
Detrás de él, la bandera de Turquía, el país que lo capturó en Kenia.

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Página/12
en Italia

Por Laura Términe
Desde Roma


t.gif (862 bytes) “Europa se perdió la oportunidad de ser protagonista de un proceso de paz entre turcos y kurdos y tener un rol político a nivel internacional. Demostró que es sólo una unidad económica. Estados Unidos presionó para evitar el asilo de Abdulá Ocalan en Europa, lo que hubiera abierto el camino a su juicio frente a una corte internacional y al inicio de un proceso de paz, y Europa aisló a Italia en su intento de evitar la deportación de Ocalan. Lo que hizo en una semana Kosovo no fue hecho en años por Turquía”, aseguró a Página 12 uno de los abogados del líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el diputado italiano Giuliano Pisapia, que defendió al jefe kurdo frente al pedido de extradición que realizó Turquía cuando Ocalan se encontraba en Italia.
—¿Cómo se convirtió en el abogado de Ocalan?
–Apenas llegó a Italia y fue arrestado, porque tenía una orden de captura internacional, me pidió que fuera su defensor para evitar la extradición a Turquía. Nunca le pregunté por qué me eligió, nunca lo hago con un cliente. Pero puede haber varios motivos: uno, que yo estuve hace tres años en el Kurdistán turco con una delegación de abogados por los derechos del hombre y conocí a muchos abogados turcos y kurdos.
—Usted estuvo en Kenia un día antes de que lo arrestaran. ¿Cuál era el ambiente?
–Fui a Nairobi porque Ocalan nos había hecho saber que necesitaba ver a sus abogados con urgencia, ya que se encontraba en una situación delicada y temía por su vida. Quería que el pedido de asilo político en Italia se decidiera velozmente. La defensoría del Estado lo había denegado diciendo que como Ocalan se había ido de Italia no tenía interés en obtener el derecho de asilo. Por eso era importante una declaración suya diciendo que lo pedía con más urgencia que antes debido a la situación difícil en que se encontraba.
–¿Qué pasaba en la embajada de Grecia en Kenia donde estaba escondido Ocalan?
–Ocalan temía por su vida, sabía que el gobierno turco lo quería vivo o muerto y estaba preocupado por las reacciones kurdas. Pensaba: “Si me arrestan a mí, se prenderán fuego centenares de personas”.
–¿Ocalan no acepta esta forma de protesta que adoptan muchos kurdos?
–La comprendía pero no la compartía. No le gustaba que fuera una protesta que afectara al pueblo kurdo. Su idea era que se iniciara un proceso de paz y quería la energía de todos.
–¿Qué sucedió el día anterior al arresto?
–Yo estaba charlando con él cuando recibió una llamada por teléfono. Volvió después de unos minutos y me dijo que de la embajada griega le habían anunciado que en media hora arribarían cinco hombres armados y lo sacarían a la fuerza de la residencia del embajador griego. Le dije que informara que su abogado estaba presente y que se opondría con todas sus fuerzas a que eso sucediera. Lo hizo a través de sus colaboradores –él habla sólo turco–. y 10 minutos después llamaron nuevamente de la embajada diciéndole que estuviera tranquilo, que el problema había sido superado, y que quienes querían hacer este operativo –yo no sé si eran griegos o de Kenia–. habían desistido. La embajada griega se comprometió a mantenerlo en situación de seguridad hasta que Italia decidiera si le daba o no el asilo político o hasta que encontrara otra solución que podía ser el refugio en Grecia. Después de eso discutimos sobre la necesidad de que yo me quedara un día más en Nairobi, pero decidimos que lo mejor era que volviera a Italia para intentar acelerar la decisión sobre el derecho de asilo. Estábamos relativamente tranquilos porque parecía imposible que entraran a arrestarlo en un lugar cubierto de inmunidad diplomática.
–Una de las hipótesis es que fue engañado, que le dijeron que lo portarían a Holanda y lo capturaron fuera de la embajada griega.
–Ocalan no hubiera salido de allí si no fuera por la fuerza. Sabía que era imposible que lo sacaran para mandarlo a Holanda o a otro país europeo. Tampoco es verdad que lo interceptaron por su teléfono celular porque hacía al menos 10 días que ni él ni sus colaboradores lo usaban. Lo hacían de otra forma. Además, contaba con el precedente de Rusia, cuando el servicio secreto israelí lo encontró a través de su celular.
–¿Cree que en el arresto participaron la CIA o el Mossad?
–No lo sé, pero cuando estaba en Rusia hubo presiones de Estados Unidos y de Israel para que lo sacaran de ese país.
–La Unión Europea pidió un juicio justo para Ocalan, el Vaticano dijo que intervendría si se lo solicitan. En tanto, Turquía responde que no habrá observadores internacionales en el juicio y solicitó la pena de muerte para el líder del PKK. ¿Qué sucederá?
–Para demostrar que es un país democrático, aunque yo no creo que lo sea, Turquía aceptará observadores internacionales en el proceso. Pero el problema es otro. Si el juicio se realiza bajo la legislación turca no será justo porque sus leyes prevén la pena de muerte para quien haga propaganda antinacional. Claro que Ocalan es responsable de eso, pero eso no es un delito, se trata de los derechos de un pueblo.
–¿Cree que será condenado a la pena capital?
–Creo que lo condenarán a muerte y que después le conmutarán la pena por la reclusión perpetua como señal de una actitud democrática.
–Ocalan intentó conseguir el asilo político en Italia. ¿Qué responsabilidad tiene el gobierno italiano en los acontecimientos?
–Italia por lo menos lo intentó pero solo no tuvo la fuerza necesaria. El Parlamento italiano había aprobado por unanimidad una resolución que comprometía al gobierno a tomar la iniciativa para lanzar un proceso de paz. Pero cuando la declaración de principios debía pasar a los hechos, el sector de centroderecha se tiró hacia atrás y volvió a pedir la expulsión de Ocalan de Italia. Parte de las fuerzas de centroizquierda hicieron lo mismo. Los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores se manifestaron pidiendo su expulsión y por el no reconocimiento del derecho de asilo.
—¿Ocalan hubiera sido condenado si se sometía a una Corte Internacional?
–El estaba muy dispuesto a que lo juzgue una corte internacional, sea porque la corte internacional significaba iniciar un proceso de paz y porque habiendo leído los actos procesales que había enviado Turquía, tenía garantías de que en un proceso durante el cual se discutiera lo que sucedía verdaderamente en el Kurdistán, él habría sido absuelto. Los delitos contra Ocalan se plantean porque es el líder del PKK. Aunque vayan los veedores internacionales al proceso en Turquía, la legislación turca no es ninguna garantía, porque permite que esté aislado, que no vea a sus abogados, que no pueda ejercitar el derecho de defensa y prevé la pena de muerte contra los delitos de traición.

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Manifestantes kurdos con su bandera en una marcha de protesta ayer en París.
El arresto desató violencia y manifestaciones de repudio en toda Europa Occidental.


La pista kurda sobre el
asesinato de Olof Palme

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Kesire Ocalan, ex esposa del líder kurdo preso en Turquía.

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Su ex marido la acusó de ordenar la muerte de Olof Palme.

t.gif (862 bytes) Mientras su organización está siendo atacada sistemáticamente por el ejército turco, el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PPK), Abdulá Ocalan, reavivó ayer la suposición de que el asesinato del premier sueco Olof Palme, ocurrido en 1986, fue cometido por manos kurdas. Según el diario turco Sabah, Ocalan habría afirmado ante los jueces que el crimen “fue ordenado por su ex esposa, Kesire”, quien se separó de él y del PPK en aquellos años. La agencia oficial turca Anatolia informó que el ejército mató a 17 guerrilleros de la organización kurda en el sureste del país. En Berlín murió uno de los kurdos heridos –ya habían muerto tres– durante el intento de asalto del consulado israelí en esa ciudad, luego de que Turquía agradeciera a Israel la colaboración para la captura de Ocalan, que será juzgado en Ankara por “alta traición”.
Las autoridades suecas rechazaron hacer cualquier comentario sobre las declaraciones del líder kurdo, aunque un portavoz del Ministerio de Justicia sueco admitió que la información del diario Sabah está siendo seguida “con interés”. En diciembre, cuando estaba detenido en Roma, Ocalan le había dicho al diario sueco Aftonbladet que Palme había sido asesinado por “grupos conservadores” que querían impedir “la formación de una corriente de opinión a favor de una solución pacífica de la cuestión kurda”. En aquel momento, el líder kurdo se había rehusado a señalar a los culpables, pero manifestó estar dispuesto a hablar con la policía sueca.
La pista kurda sobre el asesinato de Palme es de larga data. En 1987, la Saepo (policía secreta sueca) detuvo a una veintena de kurdos en el marco de la investigación del asesinato de Palme, pero fueron liberados por falta de pruebas. Hace diez años, Suecia le había negado el asilo político al propio Ocalan. En abril pasado, fue uno de los ex comandantes del PPK, Semdin Sakik, detenido por el ejército turco, quien responsabilizó directamente a la organización por el crimen, dado que Suecia se disponía en aquel tiempo a expulsar a ocho de sus militantes. Ocalan siempre manifestó que la gente a su mando jamás podía haber cometido este asesinato, ya que hubiera jugado en contra de su política de concientizar a Europa de la cuestión kurda.
Al Viejo Continente esta cuestión le estalló de pronto luego de la detención de Ocalan, ocurrida en Kenia el 16 de febrero. Los kurdos residentes en Europa se lanzaron a las calles a protestar, a tomar consulados y embajadas. Entonces se produjeron incidentes en el consulado israelí en Berlín. Las protestas continúan. Ayer, mil kurdos manifestaron en París para pedir la libertad de Ocalan.
El líder kurdo está actualmente en la isla de Imrali, en el mar de Mármara, donde espera el inicio de un juicio –el 24 de marzo, según la prensa turca– cuyas perspectivas para él no son las mejores. El castigo para el delito de “traición a la patria” es la pena de muerte y, para colmo, uno de sus abogados defensores renunció anteayer a su defensa por “motivos de seguridad”. El jueves, cuando llegaron a Mudanya, la localidad desde donde se accede a la isla de Imrali, una multitud los había abucheado. El premier turco, Bulent Ecevit, dijo ayer que la decisión de los abogados no tiene “ninguna justificación” porque “se tomaron todas las medidas necesarias para impedir manifestaciones”.
Ecevit aprovechó los micrófonos para volver a acusar a Grecia, enemigo tradicional de Turquía, de apoyar a “los terroristas del PPK”. Sin embargo, desde Atenas, colaboradores de Ocalan denunciaron que su líder “fue entregado por funcionarios griegos”. Cuando fue detenido en Nairobi, Ocalan estaba saliendo de la embajada griega en esa ciudad.

 


TURQUIA FUE DURA E INFLEXIBLE, PERO EL PKK FUE UNA GUERRILLA IMPLACABLE Y ATROZ
La crónica de una tragedia que tuvo dos autores

The Guardian
de Gran Bretaña

Por Martin Woollacott

t.gif (862 bytes) Si a usted lo paran en un puesto de vigilancia mientras conduce su automóvil por el sudeste de Turquía y lo identifican como extranjero es probable que los guardias le hablen en alemán. De hecho, el soldado al costado del camino y el rebelde kurdo en las colinas, contra el cual el primero se supone que lo está protegiendo a usted, pueden haber residido temporariamente en Bremen o Frankfurt.
Lo que es aún más probable es que algo del dinero que está sosteniendo a ambos lados en su larga lucha de años recientes también venga desde lejos. El dueño de un restaurante de Londres abonando sus “impuestos” a los recaudadores del PKK ha llevado el rifle de asalto a las manos del guerrillero, exactamente del mismo modo que el contribuyente norteamericano, por medio de la ayuda militar de Estados Unidos a Turquía, ha pagado por parte del helicóptero que sobrevuela en las alturas. El hecho de que la captura de Abdulá Ocalan haya reverberado en tres continentes ilustra el modo en que el fémur está conectado a la rodilla en una crisis política moderna. Crisis de este tipo son inevitablemente internacionales, y lo que está en juego en ésta no es sólo el futuro de los kurdos de Turquía sino la futura relación entre Turquía y Europa.
Abordar este problema desde afuera, como si solamente fuera entre el gobierno turco y la minoría kurda en Turquía, sobre el cual la comunidad internacional debe ahora pronunciarse, implicaría una visión estrecha del fenómeno. Europa necesita entender que es parte del problema. Después de todo, fueron sus ciudadanos y residentes los que tomaron las calles y rodearon las embajadas. La mayoría de ellos nunca regresará a Turquía. ¿Qué ocurriría si esos kurdos europeos estuvieran tan motivados por la necesidad de ser reconocidos y respetados en Europa como por su causa en Turquía? ¿Y qué hacer del hecho de que este impulso hacia la afirmación de la propia dignidad toma la forma del culto de un líder cuya brutalidad está tan probada como su propensión a liderar desde la retaguardia?
Conversando en la sala de estar de una casa de clase media en un suburbio de Damasco hace ocho años, Apo Ocalan no contradijo del todo en el comienzo su amable sobrenombre, que significa “Tío”. Pero su implacabilidad pronto resultó evidente, como cuando dijo que estaba listo para perder en un año dos tercios de los jóvenes que en ese entonces estaba entrenando y adoctrinando en el valle de Bekaá. Esto resultaba especialmente difícil de aceptar viniendo de un hombre que había pasado muy poco tiempo en la línea del frente. Aunque afirmaba estar en control total del movimiento, Ocalan atribuyó las atrocidades por las que el PKK es tan famoso, a los traidores en la base del movimiento, e incluso a la esposa de la que estaba distanciado. También habló de sus intereses intelectuales –en Nietzsche y Durkheim, por ejemplo– pero no pudo recordar el título de ninguno de sus libros. Después de tres horas de esto, era difícil evitar la conclusión de que la guerra kurda en Turquía era una tragedia con dos autores. El Estado turco era duro e inflexible, como lo probaría dos años después al ignorar la primera oferta real de Ocalan de negociar, y siguió con su política de arrasar el interior kurdo. Pero Ocalan era un líder cuyo carisma magnificaba sus defectos.
Esos defectos estarán bajo examen en los procedimientos judiciales que están por comenzar. Los turcos quieren mostrar que Ocalan fue un traidor, lo que en sus términos será tarea fácil. Pero es posible que también logren desnudar las luchas internas del PKK a lo largo de los años, y el rol de Ocalan dentro de ellas. Pueden llegar a probar que algunos de los líderes de los partidos kurdos legales eran en realidad hombres de paja del PKK. También podrían encontrarse con el hecho de que, por más cuidadosamente que controlen el juicio, su propia guerra sucia contra el PKK y contra otros disidentes kurdos deberá ser tratada inevitablemente, en un nivel mucho más minucioso del que les gustaría. La presunción turca es que la lucha militar con el PKK ha terminado, salvo alguna actividad residual que podrá ser controlada con bastante facilidad. La captura de Ocalan ha decapitado al movimiento y puede llevar a una lucha de poder entre sus tenientes; el juicio lo desacreditará, y pronto será posible pasar a una ofensiva “suave” en el sudeste. Esto incluirá dinero para la reubicación de poblaciones y el levantamiento del estado de emergencia en aquellas áreas donde aún no ha terminado. Los turcos liberales agregarían al paquete una relajación de leyes y costumbres, de modo que pueda haber emisiones radiofónicas en kurdo y, más adelante, la enseñanza escolar en ese idioma.
La presunción del PKK puede ser que la batalla ahora se desplaza a Europa, donde la comunidad turca puede ser movilizada para presionar a los gobiernos europeos a que presionen a Turquía. Parece predecible que se impulsen ambas estrategias, pero sólo con un éxito parcial. El problema de los kurdos en Turquía no es sólo de carácter étnico, y no sólo del Kurdistán turco. La guerra ha incrementado la disparidad entre pueblo y recursos en el sudeste, acelerando la dispersión del pueblo kurdo hacia Turquía occidental y Europa occidental.
Los kurdos de Turquía deben desplegar ahora sus políticas en tres espacios diferentes, todos ellos moldeados por la desventaja socioeconómica. En su región originaria, la economía agrícola está en caos. En Turquía occidental, muchos kurdos, especialmente los recién llegados, están en los márgenes de la sociedad. En Europa, sufren los males usuales de los inmigrantes, con el problema adicional de que hasta hace poco su misma identidad como kurdos era invisible para sus anfitriones. La política en cada uno de estos lugares debe ser coordinada. Es difícil llevar adelante una guerra en un lugar, una campaña por la doble ciudadanía en otro, y un movimiento islamista en un tercero.
La independencia de los kurdos, sea en Turquía, Irak o Irán, es una idea que no puede descartarse. Como aspiración es parte de la conciencia nacional, pero no es una posibilidad práctica en el futuro previsible. Esa es la razón por la cual líderes como Masud Barzani en Irak sólo piden permiso para que la independencia siga siendo una esperanza. La realpolitik, para beneficiar a esta generación, descansa en la lucha por la autonomía. Ocalan, cuando se dio cuenta de que los militares kurdos no iban a desaparecer, llegó a la misma conclusión que Barzani.
Ahora, con el crecimiento de la diáspora, los kurdos necesitan políticas más amplias centradas en la autonomía para acomodarse a la complejidad de sus circunstancias. Si los kurdos deben repensar sus políticas, los gobernantes de Turquía también necesitan reflexionar. Existe el peligro de que Turquía, de frente tanto a sus kurdos como a sus islamistas, se equivoque otra vez tomando el camino de la exterminación.

 

 

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