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Ya sea por falta de conciencia común o por desgaste, o por la simple y llana diferencia de intereses, el paro solidario, es decir la medida de fuerza tomada por los futbolistas de Primera División hace ya veintiún días ha entrado en un terreno fangoso. La merma, natural ante la espera, de los ánimos políticos que propiciaron la huelga ha producido varias fisuras y disparado controversias en los discursos de los jugadores. Y mientras unos pocos defienden la medida y esperan la decisión de la Justicia, otros han comenzado directa e indirectamente a cuestionar la medida y a trabajar por una rápida vuelta atrás. Las razones de los que quieren terminar con la huelga son múltiples. Creen que la Justicia no se impresionó con la solidaridad tal como ellos habían calculado y que entonces la medida se volvió más radical y, por tanto, más comprometedora con respecto de sus verdaderos intereses; por otra parte, se sienten presionados por los dirigentes que en un principio los habían apoyado y, pese a que están cumpliendo con sus respectivos clubes se entrenan y juegan amistosos, temen algún tipo de represalias económicas, como no cobrar los sueldos, por ejemplo. Además, hay quienes entre los jugadores no ven con buenos ojos el comportamiento de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), el gremio que los representa, a partir del comienzo del paro. Cuando los representantes de los clubes de la Primera División decidieron solidarizarse con sus compañeros del Ascenso creyeron que la medida de fuerza bastaría para dar marcha atrás con la determinación del juez Víctor Perrotta de suspender los torneos de esa categoría. Hicimos el paro pensando en que esto se iba a resolver pronto y que no iba a ser tan largo, dijo el volante de San Lorenzo Néstor Gorosito. Por su parte, el volante de Boca Gustavo Barros Schelotto comentó: En ese momento, la única medida que teníamos para apoyar a los jugadores del Ascenso era el paro. No teníamos otra opción. Ahora sigo estando de acuerdo con lo actuado, pero está pasando el tiempo y la medida perdió fuerza. Entre los jugadores consultados por Líbero, ha corrido el rumor por lo bajo de lo absurdo de realizar un paro contra la Justicia, algo que se ha convertido en otro argumento contra la medida. Aunque no lo admitan públicamente, son varios los futbolistas que no quieren seguir con la huelga. El problema de los jugadores de Ascenso es de ellos. Cada cual juega y gana de acuerdo con sus condiciones. Nosotros queremos jugar porque no es lo mismo la semana de entrenamiento, cuando no tenemos un compromiso oficial por delante, llegó a decir a este cronista una figura importante del fútbol local. Si bien formalmente los jugadores aseguran que van a continuar con el paro solidario hasta que se expida la Justicia, entre ellos se instaló la idea de ajenidad frente al alcance político de la medida. Y ahí empieza a pesar la relación con el gremio: A nosotros se nos fue de las manos: queremos jugar y por eso seguimos entrenando. No estamos sentados en un escritorio con aire acondicionado. Desde que se votó el paro ningún dirigente de Agremiados (por FAA) pasó por los clubes, le comentó a Líbero otro jugador. Le cuestionan al gremio que no exista un cronograma de reuniones periódicas y que no les lleguen respuestas frente al avance de los dirigentes. Otra muestra del debilitamiento de la solidaridad es también la actitud individualista de algunos jugadores frente a posibles sanciones por parte de los dirigentes. Lo de Vélez es un problema de Vélez. Acá todavía no nos dijeron nada, comentan sobre las declaraciones del presidente del club de Liniers, Raúl Gámez, quien advirtió que de no iniciarse el fútbol el plantel de Vélez podría no cobrar el sueldo. La presión que iniciaron ciertos sectores de la prensa, de la política, y de la misma Asociación del Fútbol Argentino (AFA) quizás a raíz de verse perjudicados económicamente por el paro también dio su fruto. La semana pasada varios dirigentes importantes se reunieron con los representantes de sus planteles para comunicarles que la situación no daba para más: les dicen que no entra plata pero que los gastos continúan y que de seguir con el paro las economías de los clubes corren peligro. El presidente de Boca, Maurio Macri, se reunió con el capitán, Diego Cagna, y lo mismo hizo el presidente de Vélez con sus jugadores. En Racing y en Gimnasia y Esgrima La Plata dicen que lo harán esta semana. Por supuesto que no todos los dirigentes amenazaron con no pagar los sueldos de los jugadores, pero alcanzó para que el fantasma de la represalia recorriera los entrenamientos. Si bien entre los jugadores del Ascenso persiste la idea de que la medida solidaria no ha perdido su fuerza, para algunos de los dirigentes de la misma categoría (ver página 4) la huelga está perdiendo fuerza porque a los jugadores de primera sólo les interesa su situación y ya están perdiendo plata por no jugar.
Cómo afecta la huelga a los bolsillos La falta
de fútbol está produciendo importantes desajustes económicos en los clubes de Primera
División y, sobre todo, en la Asociación del Fútbol Argentino. Según una fuente de la
AFA, por cada semana de inactividad, la entidad que nuclea al fútbol argentino pierde 5
millones de dólares entre televisación y porcentaje aportado por distintas empresas. Se
estima que con ese dinero ya se hubieran pagado todos los equipos de circuito cerrado que
reclama la Justicia. Por cada emisión de Fútbol de Primera que no manda al
aire, TyC pierde de facturar 28 minutos de publicidad a 1.000 pesos el segundo, un ingreso
potencial de casi 1.700.000 dólares. Y los dirigentes de los clubes ya expresaron la
necesidad de que esta medida se levante en forma urgente, debido a que no
pueden continuar asumiendo los problemas que esta postura les ocasiona a las
instituciones.
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