Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

ABORÍGENES Y EXTRANJEROS

Por León Ferrari

na24fo01.jpg (8432 bytes)

t.gif (862 bytes) La campaña que hijos de inmigrantes lanzan contra inmigrantes, hijos de aborígenes, origina diversas respuestas entre ellas una, aparecida en Página/12, en la que se citan varios versículos del Antiguo Testamento, versículos que muestran a Dios Padre bondadoso con los extranjeros. Estos argumentos a favor de una causa justa reflejan una imagen equivocada de Yahvé cuya contradictoria personalidad no puede imaginarse si junto a sus sentimientos hacia los extranjeros, inmigrantes de antaño, no se recuerdan los que le inspiraban los nativos, los de Egipto y de Canaán, los nativos del país que su pueblo, entonces extranjero, dejó, y los nativos de las tierras que, también extranjero, ocupó.

Sobre los egipcios derramó diez plagas para liberar a Israel y mostrar su poder. El primer objetivo se hubiera alcanzado --luego de que los ríos se convirtieran en sangre y de que el país fuera invadido por ranas, moscas y piojos-- si Yahvé no hubiera "endurecido el corazón" del Faraón para impedir que autorizara el éxodo. Las pestes y matanzas que siguieron, la muerte del ganado, los "tumores apostemados", el granizo mezclado con fuego, etc., sólo buscaron mostrar los prodigios que Yahvé (el dios monoteísta que siglos más tarde sería incluido en la Santísima Trinidad) podía realizar. El exterminio de los primogénitos (entre ellos los de los extranjeros inmigrantes que allí vivían) no era necesario para liberar a Israel.

El trato a los nativos de Canaán fue también severo. Dios ordenó a Josué expulsarlos, le promete enviar "el terror delante de ti" y manda que luego de haber echado "al Hètheo, al Gebuseo, y al Amorreho, y al Cananeo, y al Pherezeo, y al Neveo, y al Jebuseo, del todo los destruirás".

Las instrucciones de Yahvé fueron cumplidas. Moisés, 1400 años antes de Cristo, en la guerra que emprende contra los madianitas, cuando sus lugartenientes, que ya habían matado a hombres y ancianos, trajeron las mujeres y los chicos, se irritó y ordenó ultimar a "todos los varones entre los niños" y también a las mujeres "que habían conocido varón carnalmente", regalando las niñas y las muchachas vírgenes a su tropa.

Josué entró en Jericó y destruyó "todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, mozos y viejos, hasta los bueyes y ovejas y asnos". En Hai, su tropa, luego de matar a los que encontraron en las afueras, entró en la ciudad, "la pusieron a cuchillo" y la incendiaron.

David hizo salir al pueblo de la ciudad de Rabba "y lo puso debajo de sierras, y de trillos de hierro, y de hachas de hierro; o lo hizo pasar por hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Ammón".

El exterminio de nativos no termina en el Antiguo Testamento (lo practica el cristianismo en América para evangelizarla); lo siembra Jesús en el Evangelio, contra Israel, contra los nuevos nativos de la antigua Canaán, cuando profetiza el futuro del pueblo elegido por su Padre (que esperaba un Mesías que lo salvara de los paganos romanos y encontró quien luego sería su dios, el dios de los paganos cristianizados, enemigos más peligrosos y perseverantes que aquellos) advirtiendo "caerá sobre sus cabezas toda la sangre inocente derramada en la tierra".

di.gif (20888 bytes)

 

PRINCIPAL