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Una de Indiana Jones para lograr la reforma que
permita la re-re

Para conseguir la enmienda de uno o más artículos de la Constitución nacional es necesaria la convocatoria a una nueva Convención Constituyente. Esta situación sería inviable sin un acuerdo similar al Pacto de Olivos que permita modificar el joven texto aprobado en 1994.


t.gif (862 bytes)  El artículo 30 de la Constitución nacional establece que sólo una Convención Constituyente puede reformar el texto magno. El presidente Carlos Menem necesita de un acuerdo político, una especie de “Pacto de Olivos II” para modificar ese artículo. Hecho el cambio, recién entonces podría anularse la cláusula transitoria novena y postularse a un tercer período presidencial. Los ex convencionales constituyentes de 1994 Antonio María Hernández y Eugenio Raúl Zaffaroni explicaron a Página/12 de qué manera puede reformarse la Carta Magna. Sus consideraciones, coincidentes, tienen estos puntos claves:
ron2.gif (93 bytes)  La Constitución tiene un único proceso de reforma que dispone que para modificar la Carta Magna, ya sea en forma parcial o total, es necesaria la declaración de la reforma por dos tercios de los votos del Congreso, que deben ser interpretados como de la totalidad de los miembros de las cámaras.
ron2.gif (93 bytes)  En el derecho comparado y también en el derecho público provincial argentino existe el proceso de la reforma de las constituciones a través de enmiendas.
ron2.gif (93 bytes)  La enmienda consiste en un procedimiento más ágil que el de la Convención y casi siempre alcanza a uno o dos artículos que son reformados directamente por el cuerpo legislativo y luego son sometidos a un referéndum popular en la elección siguiente.
ron2.gif (93 bytes)  Este sistema rige en aproximadamente diez provincias argentinas y apunta a darle mayor flexibilidad al proceso de la reforma.
En caso de que el justicialismo pretenda obviar la declaración de necesidad de la reforma argumentando que se trata sólo de pocos artículos, Hernández anticipó que chocaría con las constituciones provinciales. “En las provincias quedó claro que el sistema de enmiendas es sólo para uno o dos artículos. En caso de un reforma parcial o total ha sido dejado expresamente claro que debe convocarse a una Convención.”
Respecto al sistema constitucional estadounidense, al que el menemismo cita siempre como ejemplo, Hernández aclaró que “la enmienda tiene que ser aprobada en primer lugar por un quórum gravado por el Congreso y posteriormente por la Legislatura de cada estado de la Unión. No es un procedimiento veloz”.
Tanto Hernández como Zaffaroni dejaron en claro su oposición a la intentona re-reeleccionista y consideraron imposible la concreción de un nuevo acuerdo político. “Más allá de que en la teoría puedan admitirse los beneficios del sistema de enmienda, creo que en este caso concreto la propuesta que se realiza está teñida de un interés partidista y coyuntural porque apunta a encontrar otro camino para facilitar la re-reelección. No me disgusta el sistema de enmiendas. Pero no creo que exista posibilidad de que se concrete el llamado a una nueva Convención y mucho menos en este contexto político”, señaló Hernández.

 

Apenas 27 enmiendas en 200 años
Por Mónica Flores Correa, desde Estados Unidos

Un trasplante del método norteamericano de reforma constitucional al sistema argentino no es tan sencillo como sugieren las ambiciones de Carlos Menem. No sólo debe tenerse en cuenta el difícil camino a recorrer de una enmienda desde su propuesta hasta su sanción sino también la situación política, que en Argentina tiene puntos de contacto con la de Estados Unidos.
En 200 años Estados Unidos hizo 27 enmiendas a su Constitución. Las primeras 10 fueron un “paquete” de reformas inmediatas introducidas en los dos años siguientes a la sanción de la Carta Magna. Historiadores y constitucionalistas consideran que ese paquete fue una “extensión” del texto original, cambios imprescindibles ni bien en la práctica se comprobó que faltaba ajustar algunas tuercas. Las mayoría de las restantes fueron producidas en la primera década del Siglo XVIII y en el período que fue desde 1811 hasta el fin de la Guerra Civil y luego en los primeros años de este siglo.
De todas ellas las más importantes son la enmienda 16 que impuso el impuesto a los ingresos, la 19 que otorgó el voto femenino y la 22 que impide la reelección presidencial, todas ellas sancionadas en el período de entreguerras. Como dato curioso, hubo una enmienda que enmendó una enmienda anterior. La número 18 prohibió la venta de alcohol, la 21 abolió esa prohibición. Las enmiendas posteriores fueron sobre temas menores (acortamiento del período de transición entre las elecciones y posesión del mando, mecanismos de sucesión, aumentos de dietas para congresistas), comparados con el de un cambio radical en el sistema presidencialista. Pero lo que no debe perderse de vista es que en el tiempo en que se produjo el mayor número de enmiendas no existía el bipartidismo de demócratas y republicanos como se concibe desde la posguerra. Y el dato no es menor si se revisa cómo puede habilitarse una enmienda: primero debe ser aprobada por los dos tercios de cada Cámara legislativa y después por nada menos que los tres cuartos de las legislaturas estatales, las cuales, en Estados Unidos, tienen una mayoría de composición bicameral.


LA VENTANA

INDISCRETA

 
Díaz

“Le tienen miedo a este humilde hombre del interior”. Cuando Carlos Menem pronunció esta frase en su discurso del miércoles pasado de Parque Norte, un grupo de funcionarios entre los que se encontraban los mendocinos Rodolfo Díaz y Juan Carlos Mazzón pegaron un salto y festejaron la frase de su “jefe”. El procurador general del Tesoro y el principal asesor de Carlos Corach estaban más que satisfechos porque consideraron que las palabras de Menem eran una forma de plantar una bandera en defensa de los riojanos y cuyanos que desde 1989 ocupan despachos de funcionarios contra la “Alianza del Obelisco” como suelen definir a la coalición UCR-Frepaso.

Duhalde

El jueves pasado en plena reunión del Consejo Nacional Justicialista hubo un fuerte cuestionamiento del senador Antonio Cafiero a Eduardo Duhalde. Pero el choque más duro lo protagonizaron el menemista César Arias y el duhaldista Eduardo Caamaño. La intensidad de la discusión llegó a tal punto que en un determinado momento Arias amenazó con intervenir la Junta Electoral del PJ bonaerense, si no dejaban que el menemismo pudiera sumar otro hombre en ese organismo fiscalizador. Cuando la cosa parecía no tener marcha atrás, Carlos Corach llamó a Menem y le pidió autorización para retirar la amenaza de Arias.

Caselli

Entre los hombres del Gobierno que manejan las relaciones con la Iglesia no cayó nada bien la entrevista que el titular del Episcopado, monseñor Estanislao Karlic, le dio a la fórmula de la Alianza en Paraná. Destacaban que la reunión se hubiera realizado un sábado porque “les dio la foto para el diario del domingo” y también que le dejara a Fernando de la Rúa y a Carlos “Chacho” Alvarez el rol de voceros de lo que se había conversado. Por eso, como efecto colateral, desde el Vaticano, el embajador menemista Esteban Caselli, le reclamó ayer a Karlic que saliera a defender al Papa por las declaraciones de monseñor Justo Laguna quien acusó a dos de los más estrechos colaboradores de Juan Pablo II de ser “pinochetistas”.

Galmarini

“Pero vos te das cuenta de que lo hiciste, ‘Pato’. ‘Palito’ va a ser el vicepresidente de la Nación y vos lo criticaste por el acuerdo con Duhalde”, le dijo medio en broma y medio en serio, el senador bonaerense Antonio Cafiero a Fernando Galmarini. “¿Te parece, Antonio. Vos crees que me mandé una cagada?”, le preguntó el diputado al veterano dirigente. Ambos hojeaban la edición de Página/12 en la que apareció publicado un reportaje al ex secretario de Deportes. En esa entrevista, Galmarini calificó a Ortega de “desagradecido” y de haberse olvidado de “todo lo que Carlos Menem hizo por él”, por la decisión del tucumano de aliarse a Duhalde.

Pascual

El jefe de campaña de la Alianza, el diputado Rafael Pascual, cumplió el sábado con el compromiso de acompañar a Fernando de la Rúa y a Carlos “Chacho” Alvarez a su visita a Entre Ríos, pese que a las molestias por el calor agobiante debió agregarle sus dificultades para moverse. Es que la semana pasada, Pascual salió de la quinta en la que está viviendo durante el verano para ir al supermercado justo en medio de un chaparrón y sufrió las consecuencias de caminar en ojotas: se cayó al cruzar la calle y terminó con el tobillo doblado. Como consecuencia del golpe debió permanecer un día en reposo pero al otro viajó igual a Paraná, aunque con una notoria renguera.

 

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