El artículo
30 de la Constitución nacional establece que sólo una Convención Constituyente puede
reformar el texto magno. El presidente Carlos Menem necesita de un acuerdo político, una
especie de Pacto de Olivos II para modificar ese artículo. Hecho el cambio,
recién entonces podría anularse la cláusula transitoria novena y postularse a un tercer
período presidencial. Los ex convencionales constituyentes de 1994 Antonio María
Hernández y Eugenio Raúl Zaffaroni explicaron a Página/12 de qué manera puede
reformarse la Carta Magna. Sus consideraciones, coincidentes, tienen estos puntos claves:
La
Constitución tiene un único proceso de reforma que dispone que para modificar la Carta
Magna, ya sea en forma parcial o total, es necesaria la declaración de la reforma por dos
tercios de los votos del Congreso, que deben ser interpretados como de la totalidad de los
miembros de las cámaras.
En el derecho
comparado y también en el derecho público provincial argentino existe el proceso de la
reforma de las constituciones a través de enmiendas.
La enmienda
consiste en un procedimiento más ágil que el de la Convención y casi siempre alcanza a
uno o dos artículos que son reformados directamente por el cuerpo legislativo y luego son
sometidos a un referéndum popular en la elección siguiente.
Este sistema
rige en aproximadamente diez provincias argentinas y apunta a darle mayor flexibilidad al
proceso de la reforma.
En caso de que el justicialismo pretenda obviar la declaración de necesidad de la reforma
argumentando que se trata sólo de pocos artículos, Hernández anticipó que chocaría
con las constituciones provinciales. En las provincias quedó claro que el sistema
de enmiendas es sólo para uno o dos artículos. En caso de un reforma parcial o total ha
sido dejado expresamente claro que debe convocarse a una Convención.
Respecto al sistema constitucional estadounidense, al que el menemismo cita siempre como
ejemplo, Hernández aclaró que la enmienda tiene que ser aprobada en primer lugar
por un quórum gravado por el Congreso y posteriormente por la Legislatura de cada estado
de la Unión. No es un procedimiento veloz.
Tanto Hernández como Zaffaroni dejaron en claro su oposición a la intentona
re-reeleccionista y consideraron imposible la concreción de un nuevo acuerdo político.
Más allá de que en la teoría puedan admitirse los beneficios del sistema de
enmienda, creo que en este caso concreto la propuesta que se realiza está teñida de un
interés partidista y coyuntural porque apunta a encontrar otro camino para facilitar la
re-reelección. No me disgusta el sistema de enmiendas. Pero no creo que exista
posibilidad de que se concrete el llamado a una nueva Convención y mucho menos en este
contexto político, señaló Hernández.
Apenas 27 enmiendas en 200 años
Por Mónica Flores Correa, desde Estados Unidos
Un trasplante del método norteamericano de reforma constitucional al sistema argentino no
es tan sencillo como sugieren las ambiciones de Carlos Menem. No sólo debe tenerse en
cuenta el difícil camino a recorrer de una enmienda desde su propuesta hasta su sanción
sino también la situación política, que en Argentina tiene puntos de contacto con la de
Estados Unidos.
En 200 años Estados Unidos hizo 27 enmiendas a su Constitución. Las primeras 10 fueron
un paquete de reformas inmediatas introducidas en los dos años siguientes a
la sanción de la Carta Magna. Historiadores y constitucionalistas consideran que ese
paquete fue una extensión del texto original, cambios imprescindibles ni bien
en la práctica se comprobó que faltaba ajustar algunas tuercas. Las mayoría de las
restantes fueron producidas en la primera década del Siglo XVIII y en el período que fue
desde 1811 hasta el fin de la Guerra Civil y luego en los primeros años de este siglo.
De todas ellas las más importantes son la enmienda 16 que impuso el impuesto a los
ingresos, la 19 que otorgó el voto femenino y la 22 que impide la reelección
presidencial, todas ellas sancionadas en el período de entreguerras. Como dato curioso,
hubo una enmienda que enmendó una enmienda anterior. La número 18 prohibió la venta de
alcohol, la 21 abolió esa prohibición. Las enmiendas posteriores fueron sobre temas
menores (acortamiento del período de transición entre las elecciones y posesión del
mando, mecanismos de sucesión, aumentos de dietas para congresistas), comparados con el
de un cambio radical en el sistema presidencialista. Pero lo que no debe perderse de vista
es que en el tiempo en que se produjo el mayor número de enmiendas no existía el
bipartidismo de demócratas y republicanos como se concibe desde la posguerra. Y el dato
no es menor si se revisa cómo puede habilitarse una enmienda: primero debe ser aprobada
por los dos tercios de cada Cámara legislativa y después por nada menos que los tres
cuartos de las legislaturas estatales, las cuales, en Estados Unidos, tienen una mayoría
de composición bicameral. |
LA VENTANA |
INDISCRETA |
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Díaz Le tienen miedo a este humilde hombre del interior. Cuando Carlos
Menem pronunció esta frase en su discurso del miércoles pasado de Parque Norte, un grupo
de funcionarios entre los que se encontraban los mendocinos Rodolfo Díaz y Juan Carlos
Mazzón pegaron un salto y festejaron la frase de su jefe. El procurador
general del Tesoro y el principal asesor de Carlos Corach estaban más que satisfechos
porque consideraron que las palabras de Menem eran una forma de plantar una bandera en
defensa de los riojanos y cuyanos que desde 1989 ocupan despachos de funcionarios contra
la Alianza del Obelisco como suelen definir a la coalición UCR-Frepaso. |
Duhalde El jueves pasado en plena reunión del Consejo Nacional Justicialista hubo un
fuerte cuestionamiento del senador Antonio Cafiero a Eduardo Duhalde. Pero el choque más
duro lo protagonizaron el menemista César Arias y el duhaldista Eduardo Caamaño. La
intensidad de la discusión llegó a tal punto que en un determinado momento Arias
amenazó con intervenir la Junta Electoral del PJ bonaerense, si no dejaban que el
menemismo pudiera sumar otro hombre en ese organismo fiscalizador. Cuando la cosa parecía
no tener marcha atrás, Carlos Corach llamó a Menem y le pidió autorización para
retirar la amenaza de Arias. |
Caselli Entre los hombres del Gobierno que manejan las relaciones con la Iglesia no
cayó nada bien la entrevista que el titular del Episcopado, monseñor Estanislao Karlic,
le dio a la fórmula de la Alianza en Paraná. Destacaban que la reunión se hubiera
realizado un sábado porque les dio la foto para el diario del domingo y
también que le dejara a Fernando de la Rúa y a Carlos Chacho Alvarez el rol
de voceros de lo que se había conversado. Por eso, como efecto colateral, desde el
Vaticano, el embajador menemista Esteban Caselli, le reclamó ayer a Karlic que saliera a
defender al Papa por las declaraciones de monseñor Justo Laguna quien acusó a dos de los
más estrechos colaboradores de Juan Pablo II de ser pinochetistas. |
Galmarini Pero vos te das cuenta de que lo hiciste, Pato.
Palito va a ser el vicepresidente de la Nación y vos lo criticaste por el
acuerdo con Duhalde, le dijo medio en broma y medio en serio, el senador bonaerense
Antonio Cafiero a Fernando Galmarini. ¿Te parece, Antonio. Vos crees que me mandé
una cagada?, le preguntó el diputado al veterano dirigente. Ambos hojeaban la
edición de Página/12 en la que apareció publicado un reportaje al ex secretario de
Deportes. En esa entrevista, Galmarini calificó a Ortega de desagradecido y
de haberse olvidado de todo lo que Carlos Menem hizo por él, por la decisión
del tucumano de aliarse a Duhalde. |
Pascual El jefe de campaña de la Alianza, el diputado Rafael Pascual, cumplió el
sábado con el compromiso de acompañar a Fernando de la Rúa y a Carlos
Chacho Alvarez a su visita a Entre Ríos, pese que a las molestias por el
calor agobiante debió agregarle sus dificultades para moverse. Es que la semana pasada,
Pascual salió de la quinta en la que está viviendo durante el verano para ir al
supermercado justo en medio de un chaparrón y sufrió las consecuencias de caminar en
ojotas: se cayó al cruzar la calle y terminó con el tobillo doblado. Como consecuencia
del golpe debió permanecer un día en reposo pero al otro viajó igual a Paraná, aunque
con una notoria renguera. |
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