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LUEGO DE LA MUERTE DE UN JEFE MILITAR
Israel quiere venganza

Mientras la población del norte israelí permanece en sus  refugios, el premier Netanyahu anunció que “se responderá
sin restricciones” a la ofensiva desatada por Hezbollah.

Familiares del sargento Eimad Abu Rish, ayer en su funeral.
Rish es uno de los militares que murieron en el ataque de Hezbollah.

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El País
De Madrid

Por Ferrán Sales
Desde Jerusalén

t.gif (862 bytes) Luego de la muerte, por parte de Hezbollah, del responsable del ejército israelí en el sur del Líbano, el general Erez Gerstein, cuando viajaba acompañado por dos suboficiales y un periodista, el premier israelí Benjamin Netanyahu ha decidido dejar las “manos libres” a su ejército para que pueda seguir actuando sin ningún tipo de impedimento contra la guerrilla islámica en la región. Mientras la amenaza gravita sobre el vecino país, los ciudadanos de las localidades del norte de Israel se encuentran atrapados en sus refugios, obedeciendo así una estricta consigna impartida por el ejército, que teme un ataque inminente de los combatientes chiitas contra la población civil israelí, en respuesta a los continuados bombardeos de los aviones hebreos.
“El ejército actuará sin ningún tipo de restricciones”, anunció ayer con contundencia Netanyahu, resumiendo así en pocas palabras los acuerdos adoptados pocas horas antes por el gabinete de seguridad, celebrado en Jerusalén, donde los altos mandos militares analizaron junto con el jefe del gobierno, el ministro de Asuntos Exteriores Ariel Sharon y el de Defensa Moshe Arens, la situación provocada tras la muerte de Gerstein.
Las palabras del premier israelí, anunciando la política de “manos libres” para que el ejército actúe con criterios puramente militares en el sur del Líbano, se contradice con las afirmaciones efectuadas por el propio jefe de gobierno, quien ayer insistió sobre la necesidad de llegar a un acuerdo diplomático con las autoridades de Damasco y Beirut para garantizar el control de la zona limítrofe, impidiendo la actuación de Hezbollah y posibilitando una retirada “honrosa y segura” del ejército hebreo.
La nueva política militar de “mano de hierro” contra Hezbollah no ha sorprendido en Israel. Incluso se asegura que estaba ya decidida de antemano, mucho antes de que la guerrilla chiita matara al general Erez Gerstein. Como prueba clara de estas intenciones, se señala el hecho de que hace dos meses Netanyahu decidiera colocar al frente del Ministerio de Defensa a un hombre “duro”, un halcón del partido Likud, partidario de soluciones drásticas. Arens representa todo lo contrario de su predecesor, Yitzhak Mordejai, un político comprometido con el proceso de paz.
La tensión y el miedo tienen atrapada a la población del norte de Israel en sus refugios, donde permanecen desde hace cerca de 24 horas por orden expresa y tajante del ejército. La orden de permanecer en los refugios era ayer más evidente en la ciudad de Kiryat Shmona –19.000 habitantes–, situada a unos 250 kilómetros al norte de Jerusalén, blanco habitual de los obuses de Hezbollah. Las calles estaban ayer prácticamente vacías, muchas de las tiendas cerradas y ningún niño jugaba con las carrocerías de los tres viejos tanques, pintados de colores, que se encuentran situados junto a columpios y toboganes en unos jardines a la entrada de la ciudad.
El ayuntamiento de Kiryat Shmona se ha hecho cargo, como en otras ocasiones, de la distribución del pan, la leche y de otros productos de primera necesidad, mientras poco a poco muchas familias han decidido abandonar la ciudad, aprovechando la festividad religioso-cívica del Purim para trasladarse hacia el interior del país, lejos de cualquier incidente. Las actividades comerciales, turísticas e industriales de la zona cerca de la frontera se encuentran paralizadas. Los hoteles se han vaciado de repente y en la mayoría de los kibutz del Golán y de la alta Galilea no se trabaja, ocasionando así una pérdida diaria que podría alcanzar los sesenta millones de dólares.
En medio de esta situación la comunidad internacional ha empezado ya a dar señales de alerta. Estados Unidos se siente preocupado y un portavoz de la Casa Blanca ha pedido a ambas partes que “se refrenen al máximo”. Líbano ha pedido por su parte una reunión urgente del Comité de Vigilancia Internacional, encargado de aplicar los acuerdos de 1996, en que laspartes implicadas en el conflicto se comprometieron a no atacar objetivos no militares e intentar mantener al margen a la población, es decir, a llevar a cabo una “guerra limpia”.

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