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 "El
Hezbollah ha logrado situar al Líbano en el centro de la campaña electoral." Luego
de la muerte del general Ezer Gerstein, jefe de las fuerzas israelíes en el sur del
Líbano, el resumen hecho por el analista israelí Hanan Cristal pareció certero. Las
elecciones del 17 de mayo ahora están dominadas por la retirada israelí de la llamada
"zona de seguridad" al sur del Líbano. El líder opositor Ehud Barak prometió,
si es electo, replegarse en menos de un año de la región, a lo que el actual premier
Benjamin Netanyahu respondió dando el mismo plazo para una retirada, pero aduciendo que
conseguiría un mejor trato con los libaneses. El canciller israelí Ariel Sharon llamó a
un "gobierno de emergencia nacional" multipartidista para afrontar la crisis."Considero que se puede encontrar un camino que permita una retirada del sur del Líbano durante el próximo año, pero me niego a comprometerme a una fecha límite." El hecho de que un duro como Netanyahu mencione una retirada de la región da testimonio del profundo cambio que produjo el último encuentro entre la guerrilla islámica Hezbollah y el ejército israelí. Este dejó a varios soldados muertos, incluido el general Gerstein, y acrecentó exponencialmente el llamado en Israel para un repliegue de la región. La corriente fue liderada primero por Barak, quien siempre cultivó una imagen más moderada que la del premier y sus "halcones". "Me comprometo a efectuar esa retirada en un plazo máximo de un año después de mi eventual elección, es decir, para junio del 2000", declaró el líder del partido laborista israelí. Un planteo tan explícito para la retirada es muy atractivo para un electorado que quiere en su mayoría un fin a las pérdidas en la "zona de seguridad", y Netanyahu no perdió tiempo en retrucarle a Barak con una oferta propia. Aunque el plazo fue el mismo (un año), Netanyahu trazó la usual distinción entre él y su adversario aduciendo que Barak "estaba dispuesto a ceder todo a Siria, mientras que un gobierno bajo mi dirección sólo aceptará pagar un precio razonable". Sin embargo, es un precio que muchos israelíes ya parecen considerar pagado. El funeral de los militares muertos convocó a miles de personas, muchas de las cuales llevaban pancartas exigiendo una retirada del Líbano, mientras que las encuestas revelan que el 53 por cierto de opinión pública israelí apoyaría un repliegue del sur del Líbano. Asimismo, las respuestas convencionales al ataque no parecen hacer ninguna impresión en el Hezbollah. Luego del atentado, la fuerza aérea israelí lanzó masivas operaciones aéreas contra las posiciones de la guerrilla, y Netanyahu amenazó con lanzar una ofensiva a ultranza contra ellos. Hezbollah respondió que no daría respiro a Israel y recalcó que no temían una ofensiva. En efecto, la última operación a gran escala realizada contra la guerrilla ("Uvas de la Cólera") bajo el gobierno de Shimon Peres fue considerada un fracaso dentro de Israel. Pero los militares israelíes siguen sosteniendo que la ocupación del sur del Líbano responde a la necesidad de salvaguardar el territorio de Israel de ataques terroristas. La guerrilla de Hezbollah está apoyada por Siria e Irán, y está bien pertrechada con armas modernas. Si logran obtener control del sur del Líbano, muchos estrategas israelíes temen que monten incursiones de gran envergadura contra su país. Actualmente, no obstante, varios motivos comienzan a derribar estos argumentos. Barak se mostró dispuesto a reanudar las conversaciones con Siria, y un recambio en el liderazgo sirio --su actual presidente, Hafez el-Assad, tiene 79 años-- podría hacer posible un diálogo con el principal aliado del Líbano. Asimismo, existen planes para reemplazar la presencia militar israelí en la región mediante el despliegue de una fuerza de paz internacional que le brinde seguridad a Israel. En cualquier caso, el consenso en Israel parece ser que la actual situación es insostenible. "Si no somos capaces de vencer al causar dolor al gobierno del Líbano" --definió llanamente el ministro de Seguridad Interior israelí Avigdor Kahalani--, no tenemos nada más que hacer."
MAS REVELACIONES SOBRE SU ESPIONAJE EN IRAK
El efecto combinado de los ataques y de las revelaciones sobre el espionaje estadounidense parecen estar debilitando cada vez más la credibilidad del gobierno de Estados Unidos. Hace sólo una semana, un portavoz del Departamento de Estado afirmó que las acusaciones de espionaje eran "incomprensibles salvo como producto de la propaganda de Saddam Hussein". Pero ahora el Washington Post reveló que no sólo hubo espionaje durante las últimas inspecciones, sino que además los servicios de inteligencia mantuvieron una presencia secreta en la Unscom durante más de tres años. Estas revelaciones vienen en un mal momento para Estados Unidos, ya que está asediado por acusaciones de llevar a cabo una ofensiva "de baja intensidad" contra la infraestructura iraquí. El oleoducto destruido anteayer por aviones norteamericanos le permitía obtener a Irak divisas extranjeras por medio de la venta del petróleo. La ONU se manifestó "preocupada" por estos desarrollos.
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