Una librería porteña importó una colección mexicana de compacts de García Márquez, Pablo Neruda, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Vargas Llosa, entre otros. |
Por Guillermo Piro Después de un silencio lleno de presagios, con la complicidad de quien escucha, cuando ya el disco gira en la compactera, irrumpe la voz de Juan Rulfo: ¡Diles que no me maten!, arrastrando un poco las vocales, haciendo explotar las consonantes, cargando los acentos. Aguzando el oído, en la voz se reconocen todos los rasgos de su estilo. Probablemente para eso sirven las grabaciones de escritores y poetas: para entender o confirmar el rasgo de un estilo. Mientras el mexicano Rulfo deja salir las palabras como sin querer, el chileno Pablo Neruda las saborea, las emite como sabiendo que son perfectas, por el simple hecho de que es él quien las ha escrito y quien ahora las pronuncia. Julio Cortázar, en cambio, entona socarrona, maliciosamente, asombra con su habilidad para jugar ese doble juego con el que deja advertir que él sabe muy bien todo lo que esas palabras dicen, pero cuyo sentido cuidadosamente finge ignorar en el momento de pronunciarlas. Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo, Jaime Sabines, Julio Cortázar, Carlos Monsiváis y Pablo Neruda son apenas algunos de los nombres que la Universidad Nacional Autónoma de México eligió para el lanzamiento de una colección de compacts en los que pueden escucharse la voz de los escritores leyendo fragmentos, relatos y poesías. La idea no podía ser mejor. Aunque (o a pesar de que) muchas de esas grabaciones ya habían sido editadas, hace muchos años en la Argentina, en discos de vinilo, que hoy resultan inhallables, o están deteriorados por el uso. Conformando una especie de entrega perfecta, cada disco viene acompañado de un minilibro con la trascripción de los textos y prólogos escritos por autores que no se ahorran en halagos hacia sus maestros. Así, Julio Cortázar es presentado por el mexicano Carlos Monsiváis, Vargas Llosa por el poeta (mexicano también) José Emilio Pacheco, Pablo Neruda por Juan José Arreola. Neruda emprende la lectura de algunos poemas de Nuevas Odas Elementales (La Casa de las Odas, la Oda al Aceite), de Estravagario (la Fábula de la Sirena y los Borrachos, El Gran Mantel, Sobre mi Mala Educación, ¿Dónde Estará la Guillermona?) y el poema Eternidad, de Cantos General. Julio Cortázar narra con acento inconfundible la lectura completa de Conducta en los Velorios (No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía) y Casa Tomada, fragmentos de El Perseguidor y de dos capítulos de Rayuela. Vargas Llosa se limita a dos largos fragmentos de La Casa Verde, mientras García Márquez arremete con voz juvenil (la grabación data de 1967) varios fragmentos de Cien Años de Soledad. Rulfo resultó homenajeado por la UNAM con la edición de las grabaciones, de boca de su autor, de casi una hora y media de grabación. Dos fragmentos de Pedro Páramo, y algunos relatos de El Llano en Llamas. Es una lástima que ya no podamos contar con la lectura completa de Pedro Páramo, pero también es una suerte que podamos imaginarla a través de la lectura de esos dos fragmentos. Los cuatro cuentos dan fe de la enorme maestría de Rulfo para administrar su información, para ir dando a conocer sólo lo que conviene a la intención y al ritmo del relato. La grabación de Fuentes se remonta a 1961, y el texto elegido es el último capítulo de La región más transparente, un libro que tiene resonancias que recuerdan a John Dos Passos y a Joyce. En las colecciones Voz viva de América latina y Voz viva de México, figuran, en preparación, otras voces imperdibles: Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y Alvaro Mutis y Salvador Elizondo. (En venta en la librería Gandhi, Corrientes 1551.)
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