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Por Silvina Szperling El que pasó fue un año fuera de lo común para mí. Mi primer año independiente. Y el haberme independizado de una institución oficial en este momento representa, ante todo, un alivio. Oscar Araiz tiene la sensación de estar estrenando su condición de hombre libre, luego de su conflictivo alejamiento de la dirección del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. El coreógrafo, que se caracteriza por haber ganado público para la danza contemporánea desde los años 60 (con obras fundamentales, que abarcan un espectro que va de Consagración de la primavera, a Symphonia, pasando por Crash y Araiz on the Rock), se ha dedicado a una de las actividades básicas de todo artista: viajar, para conocer. Y viajar bailando. O coreografiando, es decir, casi lo mismo. Además, es el flamante director de Artes de la Municipalidad de La Plata, y como tal cerró la temporada 98 con el Magnificat de Bach, interpretado por el Ballet, Coro y Orquesta estables del Teatro Argentino en las escalinatas de la Catedral platense. En una entrevista con Página/12, Araiz sostiene que su trabajo estuvo focalizado en el interior y en el exterior. En Italia dice tuve el placer de montar Fausto-tango, una obra para Maximiliano Guerra y Alessandra Ferri, con música de Piazzolla y Snitke. Son dos dúos con atmósferas muy diferentes, una angelical y otra demoníaca. Es en realidad el embrión de una obra que desarrollaré este año con Maximiliano. Después estuve en La Habana, para el 50º aniversario del Ballet de Cuba, montando Cantares. Cuba, a pesar de las dificultades de orden económico es una maravilla en lo afectivo, lo emocional, en la educación, la salud. Un país con una dimensión humana muy atractiva. ¿Tiene proyectado componer nuevas obras este año? Sí, estamos planeando con Betty Gambartes un ciclo sobre Francis Poulenc. Eso incluye óperas, teatro-danza, poesía, con textos de autores como Mallarmé, Jean Cocteau, Paul Elouard. Tiene un aspecto experimental con las voces y la puesta en escena. Queremos investigar en esas zonas donde los límites no están muy claros, que son las más atractivas. ¿Es esto una continuidad del trabajo realizado en Boquitas pintadas con Renata Schussheim, en el cual traspasó una cierta barrera de encasillamiento de lo que se espera de un coreógrafo? Ese es el terreno que me interesa profundizar. A veces nos preguntamos si el ciclo de Boquitas... ya está cumplido, si podemos retomarlo, o si se proyectará en un nuevo trabajo. En este momento estamos en la preproducción de una ópera a estrenar en octubre en Ginebra. Se trata de La púrpura de la rosa, con música de Torrejón y Velasco, estrenada en 1701 en Lima y que fuera la primera ópera escrita en América. ¿A qué lugares del interior fue y cómo ve la situación allí? Estuve en Bahía Blanca y La Plata. Esto de tomarme vacaciones de Buenos Aires me hace ver todo con una óptica muy particular. En este momento convergen diferentes circunstancias políticas, institucionales y personales. Mirar hacia el interior es como mirar también hacia mi interior y descubrir terrenos más vírgenes. ¿Cuáles son sus funciones y objetivos como director de Artes de La Plata? Mi función es independiente de la Secretaría de Cultura de la provincia, yo colaboro directamente con el intendente Alac, un joven con una gran apertura. Mi actividad se inscribe en el plan La Plata Cultura, diseñado por Susana López Merino. Ya hicimos además del Magnificat la presentación de Alberto Lysy en la Catedral y la de Oscar Cardoso Ocampo en el Centro Cultural Islas Malvinas. Mi objetivo es la promoción de espectáculos y artistas platenses, que son muchísimos y muy buenos. En La Plata se están abriendo espacios muy interesantes, además de los centros culturales. En el pasaje Dardo Rocha, que será la sede de la Dirección de Cultura de la Municipalidad, se está creando un Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano, habrá un cine-arte, un teatro experimental, una sala para danza. Además están el Parque Ecológico, la República de los Niños, el Jardín de la Paz, hay mucho terreno fértil. He descubierto que los artistas locales están dispersos por falta de una estructura que les permita funcionar bien. Lo que me gustaría es poder crearla, o al menos acercarme a ello. ¿Cuál es el lugar que tendrá la danza en el abanico que está armando? Por ahora estoy haciendo un relevamiento: hay una escuela muy buena en el Teatro Argentino que forma bailarines que deben emigrar a Buenos Aires o al exterior. Me gustaría organizar una programación de danza que les diera lugar a los grupos independientes y tal vez formar un pequeño grupo para cierto tipo de espectáculos. ¿Piensa en convocar a coreógrafos consagrados o jóvenes? No creo que la selección venga por el lado de las líneas estéticas o de lo generacional. Más bien tiene que ver con desarrollar los potenciales creativos de cada uno en lo que está haciendo. De pronto trabajar con gente de Bellas Artes u organizar un concurso con compositores locales, o hacer un festival de coros. El público platense está, o estuvo, acostumbrado a niveles de calidad muy elevados. Todos recordamos la edad de oro en la cual La Plata abastecía incluso las necesidades culturales de la ciudad de Buenos Aires. ¿Qué lo liga a esta ciudad? Para mí este retorno es completar un círculo. Yo artísticamente nací en La Plata. Nací en la escuela del Teatro Argentino, en su cuerpo de baile y con Dore Hoyer. Yo era casi un adolescente, y quizás estoy buscando valores y sentimientos que tienen que ver con ese momento de mi vida, donde yo tenía estímulos y afectos y un continente humano muy rico. Creo que estoy buscando eso, esa especie de diversión de la inocencia.
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