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De la Rúa ya prepara un galpón donde detener a las prostitutas

Un depósito de la Costanera Sur se reciclará este fin de semana para ser utilizado como lugar de detención de las inminentes infractoras del nuevo Código.

En Constitución, las chicas aprovechaban ayer
los últimos días.

Los fiscales correccionales
prevén “cierto nivel de conflicto”.

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Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) Mientras se afirma que el lunes entraría en vigencia la prohibición de la oferta y la demanda de sexo en las calles de Buenos Aires, la Secretaría de Gobierno de la ciudad recién este fin de semana –en un operativo contra reloj– acondicionará un galpón ubicado en la Costanera Sur que será utilizado para alojar a las prostitutas o travestis que infrinjan las nuevas normas. Los fiscales de la ciudad Walter Fernández y Juan Carlos López, consultados por Página/12, advirtieron que “no se debe pensar que una normativa va a solucionar un problema tan viejo como la prostitución” y pronosticaron “un cierto nivel de conflicto” para los primeros días de vigencia de la nueva norma. Y eso que ellos, según dijeron, desconocían por completo la historia del galpón.
El Código de Convivencia Urbana, que reemplazó a los edictos policiales, tiene ya un año de vigencia. Después de un debate político plagado de escenas de vodevil, se aprobó en julio una reforma que limitó la oferta callejera. Así se llegó hasta el jueves pasado, bajo la presión de un decreto presidencial que revivía los edictos, cuando los legisladores porteños resolvieron prohibir el cachondeo público.
Aunque el endurecimiento se veía venir y es sabido que los contraventores del código no pueden estar presos junto con delincuentes, recién anoche se encontró un lugar en el mundo para los infractores, incluidos los clientes ávidos de sexo. En fuentes del Gobierno porteño se supo que la solución llegó con la cesión de un galpón, hasta anoche lleno de detergentes y mercaderías, que primero perteneció a la Secretaría de Promoción Social, a cargo de Cecilia Felgueras, y que hasta ayer era de la Secretaría de Producción y Servicios, cuyo responsable es Nicolás Gallo.
En una reunión presidida por el titular de la Secretaría de Gobierno, Enrique Mathov, se convenció a la gente de Felgueras de que retire sus detergentes. Una cuadrilla de operarios, que deberá ser numerosa, trabajará a sol y a sombra este fin de semana para “acondicionar” el vasto galpón convirtiéndolo en celdas que no deberán parecerlo. El predio destinado a la noble causa de tranquilizar a los vecinos que ya habían dejado de marchar contra los travestis está en la calle España, en la Costanera Sur, muy cerca de lo que fue la Ciudad Deportiva de Boca Juniors.
Desde que fue restringida, en julio pasado, la oferta de sexo en la calle, los fiscales porteños habían labrado 1200 actas por supuestos escándalos que involucraban a prostitutas o travestis. Hasta ahora se desconoce cuántas de ellas terminarán en penalidades efectivas. De todos modos, entre las 6000 actas levantadas desde esa fecha, por la totalidad de las contravenciones que sanciona el Código de Convivencia, las infracciones más reiteradas fueron las que tienen que ver con la venta de alcohol a menores de edad y con la portación de armas.
Antes, con la aplicación de los edictos policiales que quiere reflotar Carlos Menem, la Policía Federal practicaba 160.000 detenciones por año, según cifras del año 1996 citadas en el último informe anual del Centro de Estudios Legales y Sociales. Con el endurecimiento del código, las cifras tal vez no lleguen al nivel alcanzado por aplicación de los edictos, pero pueden superar las registradas desde julio pasado. Anoche, como para saber con qué bueyes deben arar, los fiscales se reunieron primero con Mathov y luego con la cúpula de la Policía Federal.
El lunes, si el nuevo texto es publicado en el Boletín Oficial porteño, comenzará a ser sancionada la oferta de sexo en la vía pública. Frente a esa realidad, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos denunció como “inconstitucional” el decreto de Menem que quiere reimplantar los edictos y el jefe del Gobierno porteño, Fernando de la Rúa, consideró “una solución adecuada” el reformulado código. El Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA) dijo en cambio que con la nueva norma “la Legislatura porteña le devolvió a la mafia el control de la prostitución”.

 

La pesadilla del hincha

Discreta pesadilla de hincha de fútbol: cada vez que juegue su equipo, él estará preso. Es el primer fallo sobre violencia en el deporte que aplica la Justicia Contravencional porteña. El 24 de febrero, mientras River jugaba en la cancha de Vélez, Osvaldo Saprun, de 20 años, fue detenido con una bengala de humo encendida. Ayer, el juez Carlos Bentolila lo condenó a “nueve meses de prohibición de concurrencia a espectáculos deportivos en los que intervenga River Plate”. El condenado deberá permanecer en la sede de una comisaría de Quilmes “desde dos horas antes del comienzo del partido y hasta dos horas después de su finalización”.

 


 

LAS CHICAS BUSCAN APROVECHAR LOS ULTIMOS DIAS
Con los clientes espantados

t.gif (862 bytes) “Los tipos y... andan todos cagados, hoy no levanté ni un servicio.” Elvira sobrevivió al susto pero sus clientes, no. Mientras los demandantes de sexo parecían ayer acuartelados, prostitutas y travestis tomaron con cierta timidez la calle. Después de las modificaciones del Código el objetivo fue las horas extras. “Aprovechamos las últimas horas antes del cambio y nos quedamos más”, se escuchó susurrar en Constitución. Las zonas rojas no huelen a rebelión. Para el día después, más bien se traman estrategias para el zafe.
En Pavón, dos mujeres campanean la entrada de un motel. De rubio champán, Carina se queja porque “ahora encima también los saunas están prohibidos”. A pocas cuadras, la lógica por venir se mira distinto. “Esto, ¿sabés qué? –prepea Adriana Ríos– es para meternos a todas adentro de vuelta.” Adriana no habla de celdas, sino de locales donde sus cuerpos se venden puertas adentro. Hace días las mujeres mastican los cambios del Código pero aún no comprenden del todo. “Ayer dijo el diario que ya podían detenernos, pero si estamos adentro de un bar ¿también pueden llevarnos?”, vuelve a preguntarse Carina.
Con más calle baqueteada, una morena destierra expectativas complacientes: “Si antes hasta nos sacaban del bar. Ahora va a ser lo mismo”. La morena no dice el nombre. Un camión acerca un silbido aguzado, y ella se acuerda de cuando “la cana nos levantaba por la calle y hasta de chancletas nos levantaban cuando hacíamos las compras”. A pocos metros, Alicia hace horas extras. “Las chicas que vienen siempre a la noche –cuenta– están hoy de día, pero otras se han regresado a sus provincias, yo tengo cuatro amigas de Mendoza que ayer (jueves) se fueron.”
Hay conjeturas agoreras escapadas en voz de Alicia: “Los primeros días va a ser que nos van a llevar y después va a seguir lo de siempre”. Marta y Norma no especulan sobre lo que vendrá. Llevan tres años en la parada de Salta. “Ahora vamos a ponernos con 300 pesos por semana, como antes de esta ley”, dice Norma y se acerca a Adriana que no ceja el rezongo:
–¿Eso de los 30 días es verdad? –dice Adriana–. Menem quería darnos las 10 horas como era antes, De la Rúa ahora nos pone 30 días.
–Si nunca nos respetaron, Adriana. Qué nos van a respetar ahora.
En Constitución, las travestis obtuvieron el anticipo de la Federal. La tarde en que la Legislatura votaba las modificaciones, Tamara atendió a un patrullero. “Vino la policía –dice– para preguntarnos si arreglábamos.” Su mirada azul postiza negó eventuales pagos. “Nos vamos a quedar acá -insiste–, pero no vamos a pagar. Que qué vamos a hacer: rajar, como siempre.”

 

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