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Cómo decirle “aunque sea tirame unos mangos” a Estados Unidos

El ministro de Defensa israelí pidió a la Casa Blanca que libere un tercio de un crédito, porque la retirada de Cisjordania se cumplió en esa proporción.

150 palestinos rezan frente al asentamiento judío de Enav, en el territorio de Cisjordania.
Protestan contra la extensión  de los asentamientos, algo que también irrita a Estados Unidos.

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t.gif (862 bytes)  Por urgencias electorales, necesidades de defensa o simplemente para aplicar el prosaico “regateo”, el ministro de Defensa israelí Moshe Arens tuvo una reacción original. Según la escena descripta ayer por el diario Haaretz, el subsecretario de Estado norteamericano, Stuart Eizenstat, le dijo a Arens que la Casa Blanca frenó un préstamo de 1200 millones de dólares para Israel por no haber cumplido su retirada del 13 por ciento de Cisjordania, establecida en el acuerdo de paz de Wye Plantation. Entonces Arens le insinuó que, como se realizó un tercio de este repliegue, su país debía recibir en proporción 400 millones de dólares. Según Haaretz, la Casa Blanca libró en cambio 300 millones de dólares para la Autoridad Palestina por haber hecho bien los deberes planteados en Wye. En medio del clima previo a los comicios del 17 de mayo, un funcionario israelí acusó a Estados Unidos de “tratar de impedir la reelección de Benjamin Netanyahu”.
“Hemos notado recientemente que hay gente en el Departamento de Estado que desea manifiestamente que Netanyahu no sea reelecto”, dijo el responsable israelí, que pidió el anonimato. “Creen que amenazando con no pagar los 1200 millones de dólares a causa de la política de Netanyahu pueden contribuir a su derrota”, concluyó. Un portavoz de la embajada norteamericana en Israel calificó de “inexacto” el informe de Haaretz, ya que “el Congreso no ha aprobado aún ese dinero, y la decisión de pagarlo no la podremos tomar hasta que no haya sido votado”, explicó.
Más allá de esta acusación, las relaciones entre la Casa Blanca y Netanyahu nunca fueron buenas. El premier israelí asumió en 1996 con el lema “paz por seguridad”, lo que se tradujo como la interrupción eterna del cumplimiento de los acuerdos de Oslo. La inflexibilidad del gobierno israelí llevó a Estados Unidos, en su condición de garante del acuerdo, a proponer alternativas más modestas: el ejército israelí, para mediados de 1998, debía haberse retirado del 90 por ciento de Cisjordania y la Casa Blanca contraofertó un repliegue del 13 por ciento en tres etapas.
Netanyahu aceptó el acuerdo pero poco tiempo después sacó el as de la manga. Los atentados de la organización armada palestina Hamas le dieron la excusa para decir que la Autoridad Palestina era incapaz de garantizar la desaparición del terrorismo en su territorio. La retirada quedó inconclusa hasta el día de hoy. Para Estados Unidos, la acción de Netanyahu tenía agravantes. En los territorios ocupados, la política de asentamientos de colonos judíos se hizo cada vez más fuerte y en Washington fue común la impresión de que el dinero que iba a Israel daba una puñalada por la espalda al proceso de paz. De allí a interrumpir el préstamo de 1200 millones de dólares, que además Israel había pedido justamente para la retirada de Cisjordania, había sólo un paso.
Pero la situación no sólo fue insostenible para Estados Unidos sino también para el propio Netanyahu. En el desgastante camino de marchas y contramarchas, su coalición se fragmentó y quedó en el medio de dos fuegos: las “palomas” laboristas lo acusan de enterrar la paz y los “halcones” de su partido –el Likud–, más los partidos religiosos, consideran que cedió demasiado a los palestinos. Su gobierno cayó por falta de apoyo y el proceso desembocó en las elecciones del 17 de mayo próximo, donde de todas maneras Netanyahu lleva la delantera.
Ahora el Hezbollah le planteó otro problema al premier israelí. La ofensiva de la guerrilla pro iraní, que tuvo su cenit con la muerte del general Ezer Gerstein, jefe del ejército israelí en el sur del Líbano, se transformó en eje de la campaña electoral. El candidato laborista Ehud Barak ya propuso que si triunfa Israel se retirará del Líbano en un año, forzando a Netanyahu a hacer una propuesta similar, pues el mantenimiento de la franja de seguridad significa muchas muertes para el ejército israelí. Pero la utilización electoral del problema del Líbano parece ser muy compleja. Una encuesta publicada por el diario Maariv indica que el 70 por ciento de los israelíes está en contra de una retirada unilateral que no contemple un acuerdo previo con Siria. Y el 60 por ciento cree que las declaraciones de Netanyahu y Barak sólo son “propaganda electoral”.

 


 

ALIADOS DEL PKK HIEREN GRAVEMENTE A UN GOBERNADOR
Los kurdos cumplen con bombas

t.gif (862 bytes) Después del desafío del PKK (la guerrilla kurda de Turquía) al volver a proclamar como su jefe a su líder encarcelado, Abdulá Ocalan, vino la explosión: un coche-bomba que estalló en la provincia turca de Cankiri, dejando tres muertos y varios heridos. El blanco del atentado fue el gobernador de Cankiri, Ahyan Cevik, quien resultó gravemente herido, y que ayer a última hora se debatía entre la vida y la muerte. El clandestino Ejército de Liberación de los Trabajadores y Campesinos de Turquía (TIKKO), aliada al PKK, se adjudicó el atentado.
Con el anuncio de una “intensificación de la guerra” lanzado al término de su congreso clandestino anteayer, el PKK demostró que no tiene intención de desarmarse ante el Estado turco, cuyos llamamientos a la rendición cayeron en el vacío. El VI congreso del PKK reeligió a Ocalan como presidente, un título puramente honorífico para uno de los presos mejor vigilados de la tierra, en la isla penitenciaria de Imrali. De este modo, por un lado, se sacó de encima el espinoso dilema de elegir un sucesor, entre los que serían tres bandos enfrentados. Por otro lado, el PKK fue claro en su decisión de intensificar la guerra, e ilustró su decisión con un atentado suicida el jueves.
La bomba de ayer, que estaba colocada en un automóvil estacionado ante un comercio que vendía garrafas de gas, estalló a las 8.30 hora local, al paso del automóvil del gobernador. El auto de la bomba aparentemente había sido robado, y fue volado por control remoto. Inicialmente las autoridades creyeron que el atentado llevaba el sello del PKK, hasta que fue reivindicado por TIKKO, una organización maoísta esencialmente activa en la región de Tunceli (este) desde principios de los años 70. La región está poblada por kurdos alevíes, una secta musulmana heterodoxa que forma la mayoría de la base popular de la organización.

 

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