Por C.A.
Liliana Chiernajovsky
también comienza el diálogo con el pasado, recordando cuando cayó presa en La Plata. Y
recuerda cuando hace 16 años conoció a Chacho Alvarez, su marido. Pide que no le corten
las frases porque ya en una revista la dejaron monosilábica nada menos que describiendo a
su consorte. Dice haber dejado atrás el vanguardismo, que ahora se dedica a
construir y, por ello, aunque dice estar filosóficamente en contra de la
prohibición total de la prostitución callejera, el jueves votó a favor de ellos,
no por disciplina partidaria sino por necesidad política. Nos
acorralaron de todos lados, explica y niega que este mal paso signifique una
derechización que puede convertir a su pareja en el vicepresidente de la república.
Usted es una de las mujeres del Frepaso que a mediados de año peleaba por que no se
penalice, pero el jueves votó a favor de ello. ¿Por qué antes pensaba de otra manera?
Yo nunca estuve de acuerdo con la penalización total. Primero porque es un abordaje
prohibicionista que no se condice con el hecho de que la prostitución no es un delito.
Por otro lado, es absolutamente ineficaz. Nadie puede pensar que una norma puede
exterminar o erradicar un fenómeno social más viejo que la humanidad.
Entonces ¿qué acaban de hacer?
Si uno no entiende cómo el menemismo hizo campaña con este tema, el desprestigio
de la Legislatura porque la opinión pública piensa que teníamos que penalizar, las
dificultades que no vimos de entrada, la posición maximalista de las organizaciones de
derechos humanos y de prostitutas que no cedieron nunca, si no se tiene en cuenta esto es
imposible de explicar.
¿Por qué dice que las organizaciones fueron un problema?
Hubo todo un prejuicio de los que defendían la posición de liberalización total
que no nos ayudó. Nos acorralaron de todos los lados. Quiero resaltar la intolerancia de
algunos sectores con posiciones maximalistas, no es menor, porque esas posiciones siempre
en la historia contribuyen a generar situaciones más duras. Por experiencia propia te lo
puedo decir. A esto se le suma la brutal campaña de parte de los sectores
prohibicionistas y del menemismo. A nosotros no nos quedó otra que, políticamente
hablando, sancionar esta norma, con la cual yo no estoy de acuerdo filosóficamente.
Por lo menos impresiona que uno esté filosóficamente en desacuerdo con una norma y
termine votándola. Eso es disciplina partidaria.
Actué por razones políticas y no por disciplina. Respeto la disciplina, pero mucho
más las convicciones de cada uno.
Su conceptualización es que en un futuro podrán volver a liberar.
Exacto. La sociedad será más tolerante, pero incluyendo dentro de esa tolerancia
que la minoría no puede someter a la mayoría a un concepto moral, ético o estético.
La Alianza sale de la encrucijada votando la norma que quería la derecha y lo que
según dice, pedían las encuestas, más cerca de Menem que de los
maximalistas.
Hay dos cuestiones. Primero, cuando uno hace política, siempre considera las
encuestas, si no es así fracasa. Si lo que querés es simplemente levantar un principio,
bueno, pero si querés resolver vas a tener que generar consenso.
De acuerdo. Pero una cosa es generar consenso con la sociedad u otras fuerzas
políticas, y otra es lograrlo con la posición de Menem.
Por supuesto, yo me refiero a un principio general de la política. El Frepaso
creció con un perfil muy opositor al menemismo, pero teniendo la inteligencia correcta de
las demandas de la sociedad. Siempre hemos tenido esta actitud y hemos crecido así. Se
equivocan los que creen que crecimos respondiendo a demandas particulares y minoritarias.
Siempre tuvimosconcepción de mayoría. No se crece con un discurso que tiene algunos
sectores progresistas entre comillas. Porque cuando el 50 por ciento de los porteños vota
a Graciela Fernández Meijide, la votó un espectro muy amplio en lo ideológico. No la
votaron solamente los progres de esta ciudad que son pocos.
¿La concepción incluye entonces un aggiornamiento?
Nosotros no hacemos esto porque nos queremos acompasar a los tiempos y aggiornarnos
con el menemismo. Si bien respetamos el perfil que se impuso gracias a la gente que ha
votado con un perfil más tradicional, más tranquilo, más de centro, no vamos a resignar
nuestro perfil porque debemos hacer un ejercicio de agregación a la impronta que le da
quien ganó la interna. La línea oficial del Frepaso entiende que nuestro deber es hacer
que la Alianza gane sin resignar una bandera y manteniendo el oído en lo que quiere la
gente, porque de vanguardismo ya tuvimos bastante experiencia. Nosotros no nos vamos a
dejar correr por el menemismo, pero eso no quiere decir que no reconozcamos algunas cosas
buenas que ha hecho, aunque no las hubiésemos hecho del mismo modo.
El planteo parece confirmar la idea de los disidentes de que esto significa una
franca derechización en la forma de resolver de la fuerza.
Cómo vamos a inferir a partir de un artículo 71 que connota una problemática de
poca relevancia semejante cuestión. Es absurdo tomar una problemática que expresa una
minoría muy minoritaria. Nunca ha estado en nuestra plataforma en forma explícita este
punto en particular. Hasta el feminismo hace muy poco tiempo que se ocupa de este tema.
Nunca he sentido, en mi vasta cultura y trayectoria de militante de centro izquierda y de
izquierda, este problema como central. Siempre me han interesado, no dejan de importarme
filosóficamente, pero políticamente no me parece de la relevancia como para inferir de
ello que, si estamos resolviendo así este tema, de aquí en más se viene una
derechización de la Alianza.
Menemismo sin Menem
Jozami y Barrancos no quieren
subordinarse al dictátum de Menem.
Esto es un grave retroceso ante el que tenemos que pelear para que no se
extienda. |
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Por Cristian Alarcón
Eduardo Jozami recuerda
el comienzo del Grupo de los Ocho, y otros viejos tiempos. Por ejemplo aquello que el
general Perón contestaba a los que solían comentarle cuán zurdo era John William Cooke.
Y dice que el general decía: Bueno, puede ser, pero viene bien porque tengo tantos
del otro lado.... Jozami lo dice en ese lugar del disidente en el que decidió
pararse el jueves, cuando junto a apenas otros dos legisladores del Frepaso se opuso a
prohibir la oferta y demanda de sexo en la vía pública retrocediendo en las posturas
más progresistas que habían sostenido casi todos los legisladores aliancistas durante un
año. Ante la situación, en esta entrevista Jozami y su colega Dora Barrancos sostienen
que es peligroso generar salidas al estilo de hagamos esto porque si no
lo va a hacer Menem. Podría, dice Jozami, terminarse en una especie de
menemismo sin Menem. Barrancos, historiadora y socióloga, también acusa. Dice que
la Alianza es responsable de secundarizar su política al dictátum Menem en
un franco viraje a la derecha.
La mayoría de los que critican la prohibición total del comercio sexual callejero
señalan la recuperación de las cajas chicas como el gran problema con la policía ¿Esa
dimensión es correcta?
Eduardo Jozami: Es más que eso. A esta altura además de la presión que ejerce la
policía para recuperar la coima se trata de paralizar las investigaciones que se están
haciendo. El dato importante es que casi todos los responsables de las comisarías
porteñas tuvieron que ser relevados porque hay denuncias de que pedían coima a los
vendedores ambulantes y en particular a las prostitutas. No es sólo la caja, sino que con
esta agachada se les garantiza la impunidad.
Dora Barrancos: Hay un tema de poder, un poder que puede tener caja chica, o no, porque el
poder no se reduce a un control económico. Y le agregaría otra cosa, no debemos
descartar lo que son las urgencias ideológicas. Es duro pero obvio que hay gente que
valora en la Alianza que esto hay que resolverlo así.
En ese sentido en la Alianza esta decisión también significa una definición de
hacia dónde vamos.
E.J.: Esperemos que no. Esto es un grave retroceso ante el que tenemos que pelear para que
no se extienda a otros ámbitos de la política de la Alianza. Ante esto además hay una
discusión acerca de cómo se hace política ante las próximas elecciones. Porque acá
hay un objetivo central para toda la gente que tiene expectativas en la Alianza y es
terminar con este ciclo menemista de corrupción, de exclusión social, de permanente
violación de la Constitución. Entonces para ganarle a Menem necesitamos demostrar
claramente que somos distintos. Curiosamente, la presión que ejerce el Presidente
hablando de restablecer los edictos por decreto en vez de llevar a algunos compañeros a
sostener una concepción democrática de la política de seguridad y de la convivencia,
termina generando propuestas al estilo de hagamos esto porque si no lo va a hacer
Menem. Esto es muy peligroso porque si se trata de no dejarle argumentos al
Presidente podríamos terminar haciendo una especie de menemismo sin Menem, que no es lo
que quiere quien vota a la Alianza.
¿Por qué les cuesta tanto a los frepasistas sostener las posiciones? Los cambios
de posición que se vieron esta semana son tan vistosos como los de julio, cuando votaron
el anterior artículo 71.
D.B.: Porque en realidad está cobrando mucha fuerza, de forma preocupante, una idea
ortopédica pragmática de lectura, de estándares muy facilistas, que se resume a veces
en una lectura muy banal de encuestas. Esto no es el sentido de una fuerza. Lo que la
fuerza no puede hacer es secundarizar su política al dictátum Menem. Esto es lo que me
preocupa en definitiva. Mañana se instala cualquier otra figura que recepte el facilismo
de una mayoría relativa, una tendencia coyuntural, y volvemos a virar a la derecha, esto
es una barbaridad. E.J.: Algunos de nuestros compañeros se preocupan excesivamente por
demostrar que no hay diferencias con la posición del jefe de Gobierno y entonces creen
que hay que lograr algún tipo de acuerdo. En nuestra tarea hacemos todos los días
esfuerzos en ese sentido. Pero sobre temas en los cuales el Frepaso tiene una posición
histórica tomada, también se consolida la Alianza peleando por conservar ese espacio
propio.
La idea después de la prohibición total es que ya no sólo no se encaran los temas
que se consideran inconvenientes sino que se retrocede en los que nos atrevimos a encarar
algunas vez.
E.J.: Es lo complicado de la nueva situación. Todos comprendemos que los temas más
complejos que la Alianza no se anima a tocar, lo que tiene que ver con la despenalización
del aborto por ejemplo, en última instancia tiene que ver con un gran debate, una
política a mediano plazo por lo menos. Hasta los movimientos feministas tienen una
comprensión en cuanto a no forzar esto. Pero es inquietante que volvamos atrás respecto
de lo que ya habíamos conseguido. Una fuerza progresista como el Frepaso debería apoyar
estos consensos logrados para tratar de mostrar la necesidad de avanzar. Pero si creemos
que estas cosas hacen perder votos, lo que por otra parte no está demostrado, y que ese
tiene que ser el patrón de medida para ver hasta dónde avanzamos o qué decimos, se
corre un riesgo mucho mayor desde el punto de vista político que es una especie de crisis
de identidad de la Alianza.
La pregunta vuelve a ser la misma del comienzo, ¿hasta dónde puede construir
políticas una fuerza con grandes desacuerdos ideológicos?
E.J.: Algunos piensan que una fuerza política con mucho debate interno, con posturas
diferenciadas, con una discusión pública que llegue no sólo a los afiliados sino al
conjunto de los que se identifican con la fuerza, se debilita. Y que porque como estamos a
punto de llegar al gobierno tenemos que llegar atrás de uno o dos dirigentes, en este
caso de la fórmula (De la Rúa-Alvarez). Creo realmente lo contrario. Preocupa mucho que
en vez de ser una fuerza multifacética, que reconoce historias distintas, propuestas
diferentes, la Alianza sea simplemente una especie de partido verticalista donde no se
puede discutir. Yo siempre me acuerdo cuando le preguntaban a Perón si no le parecía que
John William Cooke era muy izquierdista cuando vuelve en el 73. El decía:
Bueno, puede ser, pero viene bien porque tengo tantos del otro lado. A mí me
gustaría que también en la Alianza alguien piense de esta manera.
D.B.: Yo no voy a discutir cuán progresistas son los porteños porque podríamos caer en
un dilema irresoluble. Pero el Frepaso tiene un componente de nutrición que es dar lugar
a una enorme cantidad de circunstancias sociales, entre las que se cuentan las agendas
progresistas y desde luego un alto compromiso con la modificación del cuadro social de
exclusión. La fuerza necesita un fortalecimiento de perspectivas múltiples, de
diversidad.
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