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LA REFORMA DEL CODIGO DE CONVIVENCIA DE LA CIUDAD TENSO LAS POSTURAS IDEOLOGICAS DEL FREPASO
“Fue por necesidad política”

Pese a la necesidad política, hubo disidentes que no aceptaron revertir la liberal legislación porteña a la dureza represiva. Eduardo Jozami y Dora Barrancos explican por qué votaron en contra de la reforma, y Liliana Chiernajovsky por qué votó a favor contradiciendo sus reales convicciones.

Para Chiernajovsky, los “progresistas” quedaron acorralados.
Acabó aprobando una prohibición que ella siempre discutió.

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Por C.A.

t.gif (862 bytes) Liliana Chiernajovsky también comienza el diálogo con el pasado, recordando cuando cayó presa en La Plata. Y recuerda cuando hace 16 años conoció a Chacho Alvarez, su marido. Pide que no le corten las frases porque ya en una revista la dejaron monosilábica nada menos que describiendo a su consorte. Dice haber dejado atrás el vanguardismo, que ahora se dedica a “construir” y, por ello, aunque dice estar filosóficamente en contra de la prohibición total de la prostitución callejera, el jueves votó a favor de ellos, “no por disciplina partidaria sino por necesidad política”. “Nos acorralaron de todos lados”, explica y niega que este mal paso signifique una derechización que puede convertir a su pareja en el vicepresidente de la república.
–Usted es una de las mujeres del Frepaso que a mediados de año peleaba por que no se penalice, pero el jueves votó a favor de ello. ¿Por qué antes pensaba de otra manera?
—Yo nunca estuve de acuerdo con la penalización total. Primero porque es un abordaje prohibicionista que no se condice con el hecho de que la prostitución no es un delito. Por otro lado, es absolutamente ineficaz. Nadie puede pensar que una norma puede exterminar o erradicar un fenómeno social más viejo que la humanidad.
–Entonces ¿qué acaban de hacer?
—Si uno no entiende cómo el menemismo hizo campaña con este tema, el desprestigio de la Legislatura porque la opinión pública piensa que teníamos que penalizar, las dificultades que no vimos de entrada, la posición maximalista de las organizaciones de derechos humanos y de prostitutas que no cedieron nunca, si no se tiene en cuenta esto es imposible de explicar.
–¿Por qué dice que las organizaciones fueron un problema?
–Hubo todo un prejuicio de los que defendían la posición de liberalización total que no nos ayudó. Nos acorralaron de todos los lados. Quiero resaltar la intolerancia de algunos sectores con posiciones maximalistas, no es menor, porque esas posiciones siempre en la historia contribuyen a generar situaciones más duras. Por experiencia propia te lo puedo decir. A esto se le suma la brutal campaña de parte de los sectores prohibicionistas y del menemismo. A nosotros no nos quedó otra que, políticamente hablando, sancionar esta norma, con la cual yo no estoy de acuerdo filosóficamente.
–Por lo menos impresiona que uno esté filosóficamente en desacuerdo con una norma y termine votándola. Eso es disciplina partidaria.
—Actué por razones políticas y no por disciplina. Respeto la disciplina, pero mucho más las convicciones de cada uno.
–Su conceptualización es que en un futuro podrán volver a liberar.
–Exacto. La sociedad será más tolerante, pero incluyendo dentro de esa tolerancia que la minoría no puede someter a la mayoría a un concepto moral, ético o estético.
–La Alianza sale de la encrucijada votando la norma que quería la derecha y lo que según dice, pedían las encuestas, más cerca de Menem que de los “maximalistas”.
–Hay dos cuestiones. Primero, cuando uno hace política, siempre considera las encuestas, si no es así fracasa. Si lo que querés es simplemente levantar un principio, bueno, pero si querés resolver vas a tener que generar consenso.
–De acuerdo. Pero una cosa es generar consenso con la sociedad u otras fuerzas políticas, y otra es lograrlo con la posición de Menem.
–Por supuesto, yo me refiero a un principio general de la política. El Frepaso creció con un perfil muy opositor al menemismo, pero teniendo la inteligencia correcta de las demandas de la sociedad. Siempre hemos tenido esta actitud y hemos crecido así. Se equivocan los que creen que crecimos respondiendo a demandas particulares y minoritarias. Siempre tuvimosconcepción de mayoría. No se crece con un discurso que tiene algunos sectores progresistas entre comillas. Porque cuando el 50 por ciento de los porteños vota a Graciela Fernández Meijide, la votó un espectro muy amplio en lo ideológico. No la votaron solamente los progres de esta ciudad que son pocos.
–¿La concepción incluye entonces un aggiornamiento?
–Nosotros no hacemos esto porque nos queremos acompasar a los tiempos y aggiornarnos con el menemismo. Si bien respetamos el perfil que se impuso gracias a la gente que ha votado con un perfil más tradicional, más tranquilo, más de centro, no vamos a resignar nuestro perfil porque debemos hacer un ejercicio de agregación a la impronta que le da quien ganó la interna. La línea oficial del Frepaso entiende que nuestro deber es hacer que la Alianza gane sin resignar una bandera y manteniendo el oído en lo que quiere la gente, porque de vanguardismo ya tuvimos bastante experiencia. Nosotros no nos vamos a dejar correr por el menemismo, pero eso no quiere decir que no reconozcamos algunas cosas buenas que ha hecho, aunque no las hubiésemos hecho del mismo modo.
–El planteo parece confirmar la idea de los disidentes de que esto significa una franca derechización en la forma de resolver de la fuerza.
–Cómo vamos a inferir a partir de un artículo 71 que connota una problemática de poca relevancia semejante cuestión. Es absurdo tomar una problemática que expresa una minoría muy minoritaria. Nunca ha estado en nuestra plataforma en forma explícita este punto en particular. Hasta el feminismo hace muy poco tiempo que se ocupa de este tema. Nunca he sentido, en mi vasta cultura y trayectoria de militante de centro izquierda y de izquierda, este problema como central. Siempre me han interesado, no dejan de importarme filosóficamente, pero políticamente no me parece de la relevancia como para inferir de ello que, si estamos resolviendo así este tema, de aquí en más se viene una derechización de la Alianza.

 


 

“Menemismo sin Menem”

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Jozami y Barrancos no quieren subordinarse “al dictátum de Menem”.
“Esto es un grave retroceso ante el que tenemos que pelear para que no se extienda.”

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Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Eduardo Jozami recuerda el comienzo del Grupo de los Ocho, y otros viejos tiempos. Por ejemplo aquello que el general Perón contestaba a los que solían comentarle cuán zurdo era John William Cooke. Y dice que el general decía: “Bueno, puede ser, pero viene bien porque tengo tantos del otro lado...”. Jozami lo dice en ese lugar del disidente en el que decidió pararse el jueves, cuando junto a apenas otros dos legisladores del Frepaso se opuso a prohibir la oferta y demanda de sexo en la vía pública retrocediendo en las posturas más progresistas que habían sostenido casi todos los legisladores aliancistas durante un año. Ante la situación, en esta entrevista Jozami y su colega Dora Barrancos sostienen que “es peligroso” generar salidas “al estilo de hagamos esto porque si no lo va a hacer Menem”. Podría, dice Jozami, terminarse en una “especie de menemismo sin Menem”. Barrancos, historiadora y socióloga, también acusa. Dice que la Alianza es responsable de “secundarizar su política al dictátum Menem” en un franco “viraje a la derecha”.
—La mayoría de los que critican la prohibición total del comercio sexual callejero señalan la recuperación de las cajas chicas como el gran problema con la policía ¿Esa dimensión es correcta?
Eduardo Jozami: Es más que eso. A esta altura además de la presión que ejerce la policía para recuperar la coima se trata de paralizar las investigaciones que se están haciendo. El dato importante es que casi todos los responsables de las comisarías porteñas tuvieron que ser relevados porque hay denuncias de que pedían coima a los vendedores ambulantes y en particular a las prostitutas. No es sólo la caja, sino que con esta agachada se les garantiza la impunidad.
Dora Barrancos: Hay un tema de poder, un poder que puede tener caja chica, o no, porque el poder no se reduce a un control económico. Y le agregaría otra cosa, no debemos descartar lo que son las urgencias ideológicas. Es duro pero obvio que hay gente que valora en la Alianza que esto hay que resolverlo así.
—En ese sentido en la Alianza esta decisión también significa una definición de hacia dónde vamos.
E.J.: Esperemos que no. Esto es un grave retroceso ante el que tenemos que pelear para que no se extienda a otros ámbitos de la política de la Alianza. Ante esto además hay una discusión acerca de cómo se hace política ante las próximas elecciones. Porque acá hay un objetivo central para toda la gente que tiene expectativas en la Alianza y es terminar con este ciclo menemista de corrupción, de exclusión social, de permanente violación de la Constitución. Entonces para ganarle a Menem necesitamos demostrar claramente que somos distintos. Curiosamente, la presión que ejerce el Presidente hablando de restablecer los edictos por decreto en vez de llevar a algunos compañeros a sostener una concepción democrática de la política de seguridad y de la convivencia, termina generando propuestas al estilo de “hagamos esto porque si no lo va a hacer Menem”. Esto es muy peligroso porque si se trata de no dejarle argumentos al Presidente podríamos terminar haciendo una especie de menemismo sin Menem, que no es lo que quiere quien vota a la Alianza.
—¿Por qué les cuesta tanto a los frepasistas sostener las posiciones? Los cambios de posición que se vieron esta semana son tan vistosos como los de julio, cuando votaron el anterior artículo 71.
D.B.: Porque en realidad está cobrando mucha fuerza, de forma preocupante, una idea ortopédica pragmática de lectura, de estándares muy facilistas, que se resume a veces en una lectura muy banal de encuestas. Esto no es el sentido de una fuerza. Lo que la fuerza no puede hacer es secundarizar su política al dictátum Menem. Esto es lo que me preocupa en definitiva. Mañana se instala cualquier otra figura que recepte el facilismo de una mayoría relativa, una tendencia coyuntural, y volvemos a virar a la derecha, esto es una barbaridad. E.J.: Algunos de nuestros compañeros se preocupan excesivamente por demostrar que no hay diferencias con la posición del jefe de Gobierno y entonces creen que hay que lograr algún tipo de acuerdo. En nuestra tarea hacemos todos los días esfuerzos en ese sentido. Pero sobre temas en los cuales el Frepaso tiene una posición histórica tomada, también se consolida la Alianza peleando por conservar ese espacio propio.
—La idea después de la prohibición total es que ya no sólo no se encaran los temas que se consideran inconvenientes sino que se retrocede en los que nos atrevimos a encarar algunas vez.
E.J.: Es lo complicado de la nueva situación. Todos comprendemos que los temas más complejos que la Alianza no se anima a tocar, lo que tiene que ver con la despenalización del aborto por ejemplo, en última instancia tiene que ver con un gran debate, una política a mediano plazo por lo menos. Hasta los movimientos feministas tienen una comprensión en cuanto a no forzar esto. Pero es inquietante que volvamos atrás respecto de lo que ya habíamos conseguido. Una fuerza progresista como el Frepaso debería apoyar estos consensos logrados para tratar de mostrar la necesidad de avanzar. Pero si creemos que estas cosas hacen perder votos, lo que por otra parte no está demostrado, y que ese tiene que ser el patrón de medida para ver hasta dónde avanzamos o qué decimos, se corre un riesgo mucho mayor desde el punto de vista político que es una especie de crisis de identidad de la Alianza.
—La pregunta vuelve a ser la misma del comienzo, ¿hasta dónde puede construir políticas una fuerza con grandes desacuerdos ideológicos?
E.J.: Algunos piensan que una fuerza política con mucho debate interno, con posturas diferenciadas, con una discusión pública que llegue no sólo a los afiliados sino al conjunto de los que se identifican con la fuerza, se debilita. Y que porque como estamos a punto de llegar al gobierno tenemos que llegar atrás de uno o dos dirigentes, en este caso de la fórmula (De la Rúa-Alvarez). Creo realmente lo contrario. Preocupa mucho que en vez de ser una fuerza multifacética, que reconoce historias distintas, propuestas diferentes, la Alianza sea simplemente una especie de partido verticalista donde no se puede discutir. Yo siempre me acuerdo cuando le preguntaban a Perón si no le parecía que John William Cooke era muy izquierdista cuando vuelve en el ‘73. El decía: “Bueno, puede ser, pero viene bien porque tengo tantos del otro lado”. A mí me gustaría que también en la Alianza alguien piense de esta manera.
D.B.: Yo no voy a discutir cuán progresistas son los porteños porque podríamos caer en un dilema irresoluble. Pero el Frepaso tiene un componente de nutrición que es dar lugar a una enorme cantidad de circunstancias sociales, entre las que se cuentan las agendas progresistas y desde luego un alto compromiso con la modificación del cuadro social de exclusión. La fuerza necesita un fortalecimiento de perspectivas múltiples, de diversidad.

 

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