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Papá, manejá tranqui, dice Gastón. La voz del nene suena mucho más efectiva que un escuadrón de policías al acecho. Manejá tranqui es el lema que eligieron chicos de escuelas de todo el país para empezar a educar a los grandes en el respeto a la vida del otro. Los alumnos comprobaron en las calles porteñas que los adultos mienten cuando cuentan qué hacen al sentarse frente al volante. Uno de cada cuatro contestó que siempre usa el cinturón de seguridad y más de la mitad que a veces se lo ponía. Sin embargo, los alumnos se dedicaron a observar y contabilizaron que casi nueve de cada diez automovilistas no se prende el cinturón. En la Argentina mueren en promedio 21 personas por día en accidentes de tránsito. Los adultos están mal formados, enviciados, mientras que está probado que los chicos son agentes que influyen en la opinión de los padres en tres temas: salud, seguridad y medio ambiente. Apostamos a un cambio de conducta desde ahí, explicó Osvaldo Devries. El secretario permanente del Consejo Federal de Educación señaló que la educación vial está dentro de los denominados contenidos transversales, es decir aquellos que atraviesan todas las materias, porque se enmarca en la solidaridad, en el respeto al otro. El tema no pasa por respetar señales sino por tomar conciencia que detrás de esos símbolos de luz roja, cruce peatonal, límites de velocidad, se juega la vida propia y ajena. Los alumnos de las escuelas finalistas del II Concurso Federal de Educación Vial se instalaron en estaciones de servicio de distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires para encuestar a los automovilistas. Entrevistaron a 2127 conductores, de los cuales sólo el 24,6 por ciento dijo usar siempre el cinturón de seguridad, el 56,4 por ciento aseguró que lo utiliza a veces, el 13,2 por ciento en las rutas y el 6 por ciento nunca. Los docentes trabajaron con sus alumnos sobre la hipótesis de que las respuestas referidas al respeto por las normas de tránsito y particularmente al uso del cinturón de seguridad estarían condicionadas más por el deber ser que por la realidad. En las calles porteñas, los alumnos comprobaron que no estaban errados: según la observación directa, un 86 por ciento no usa el cinturón mientras que sólo un 6 por ciento había confesado no usarlo. Las contradicciones entre el dicho y el hecho también aparecieron al momento de explicar el comportamiento adecuado en la calle. El 70 por ciento de los encuestados cree que es conveniente respetar las normas de tránsito porque de ese modo se respeta la vida propia y la de los demás. El 18,2 por ciento opina que así se adopta una actitud solidaria con la comunidad. El 5,8 por ciento lo hace por respeto a la ley y el 5,2 por ciento para no ser multado. Apelando a su profesión, la psicología, Devries consideró que las campañas agresivas que muestran la tragedia no son efectivas porque uno opta por negar el dolor, por olvidar ese mensaje. La campaña De los chicos a los grandes se sostiene sobre las preguntas que deben responder los adultos. ¿Usted sabe que la mayor parte de los accidentes se producen por errores de los conductores, por no usar los cinturones de seguridad, por encandilamiento, por la velocidad? leyeron los grandes en la propaganda que le entregaron los chicos. El folleto aporta otros datos para encender la luz roja: La Argentina ocupa el quinto lugar entre los países con mayor índice de riesgo del mundo en accidentes de tránsito, detrás de Venezuela, Uruguay, Portugal y Grecia. Muertes, heridos y pérdidas materiales permiten denominarla como catástrofe permanente. La intención es que los chicos aprendan a no correr riesgos inútiles y que los grandes les presten atención.
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