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SON CONSERVADORES, Y PLANEAN UNA CAMARA DE LORES
Nació el thatcherismo ruso

Un grupo de pequeños empresarios quiere tomar el Kremlin por asalto con las ideas de la Dama de Hierro. Lady Thatcher no se ha pronunciado, pero sus partidarios tienen grandes planes.

Thatcher, de premier británica.
¿Podría reencarnarse en Rusia?

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Por Luis Matías López desde Moscú

t.gif (862 bytes) La Cámara de los Lores corre peligro de pasar a la historia en el Reino Unido, pero podría resucitar en Rusia. Esa es al menos una de las propuestas del manifiesto de una nueva formación política que esta semana se presentó en Moscú, tras haber hecho otro tanto en San Petersburgo. El Partido Conservador-Thatcherista de Rusia intenta la misión imposible de llegar al poder de la mano de la ideología que la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, aplicó en su país antes de ser “traicionada y destituida porque confiaba en la gente”.
Para el grupo de pequeños empresarios y hombres de negocios que están vendiendo el nuevo partido, la doctrina de lady Thatcher es una fórmula mágica, la medicina universal que cura todos los males que afligen a Rusia, la esperanza de los desheredados, la defensa frente al comunismo y la mejor garantía para el liberalismo económico. Serguei Tarutin, dirigente para la región de Moscú, confesó su estupefacción al visitar Inglaterra en 1992 y observar las tiendas repletas de artículos de consumo, en claro contraste con los estantes vacíos de Rusia. “Entonces no me di cuenta de la razón –confesó emocionado–, pero luego comprendí que era resultado del trabajo de Margaret Thatcher.”
Sir Alfred Sherman se le presenta como el Engels del thatcherismo, porque, al parecer, fundó, junto a lord Keith Joseph y la propia Dama de Hierro el Centro para Estudios Políticos, que formuló y lanzó la ideología que puso en práctica la primera ministra. Ese viejecito de aspecto apacible declara que “Rusia puede beneficiarse de estudiar la carrera y el legado de lady Thatcher”. Ya lanzado, asegura que “todos los socialistas y todos los rusos pueden ser conservadores”.
Minutos después, en una conversación con este diario, uno de los fundadores del nuevo partido, Ruslan Fedorovski, aclara: “No somos comunistas-conservadores, sino capitalistas-conservadores”. No explica de dónde proceden los fondos que se están utilizando, aunque da a entender que de los “más de 1000 simpatizantes activos” que hay en toda Rusia.
De momento, el partido no tiene líder, no dice quién encabezará su lista para las legislativas de diciembre ni quién será su candidato a la presidencia. Eso vendrá más tarde, dicen. Por ahora se conformarían con que se les tome en serio. No será demasiado fácil. Esta semana, todos los dirigentes iban de riguroso azul oscuro, con una escarapela morada en la solapa, mientras que el servicio de orden llevaba unos uniformes también azules, casi de marineros, que inducían a pensar que se acababan de escapar de un barco de la flota del Mar Negro.
En la presentación de San Petersburgo, un militante del grupo ultranacionalista de Vladimir Zhirinovski interrumpió el acto gritando que este partido nacerá y morirá el mismo día y que Rusia debe rechazar la civilización occidental. El martes, uno de los oradores puso, según él, el dedo en la llaga: “La gente dice que no acepta ideas extranjeras, pero consume todo lo extranjero, desde coches hasta alimentos. Sería mucho mejor utilizar las buenas ideas de fuera, y no comer las sobras de la mesa ajena”.
La propia Margaret Thatcher se mantiene, de momento, al margen de la iniciativa, con el argumento de que no quiere interferir en los asuntos internos de Rusia, aunque, según los promotores del nuevo partido, ve con agrado cualquier intento de propagar su ideología. En el manifiesto se rastrea ésta hasta orígenes tan diversos como David Hume o Adam Smith, por un lado, o el taoísmo, por otro, y se defiende la democracia parlamentaria, las privatizaciones y la reducción de impuestos. En cuanto a la Cámara de los Lores, no sería elegida, tendría un limitado poder deveto sobre las decisiones de la Duma y constaría de tres tipos de miembros: vitalicios, terratenientes y hereditarios.
Lev Uboshka, que se presenta como presidente del Partido Conservador (otro), se levanta enfurecido casi al final del acto y dice que le quieren robar lo que tanto trabajo le costó fundar. Sin aplacarse ni bajar el tono, propone la unión de todos los conservadores para frenar al comunismo, porque, en otro caso, “Rusia estará perdida”. Otro participante asegura: “Llevo un año buscando un partido conservador y ahora me encuentro con dos”. Un tercero clama: “¡No nos dejan hablar, no nos dejan hablar!”. A todos les calla la música a todo volumen y una de las consignas de los Thatcheristas de Rusia: “Los rusos no son ni ladrones ni esclavos ni borrachos”. Después llega el buffet, y ahí se acaba el jaleo y se calman los ánimos.

 

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