Por Martín Granovsky Carlos Menem no la tiene fácil. Ni siquiera el tribunal que
más simpatiza con el Gobierno será un obstáculo fácil de superar en su carrera por
conseguir la eternidad en la Presidencia. Sobre nueve ministros de la Corte Suprema, hasta
ahora la re-re tiene asegurados sólo cuatro votos a favor, y el quinto que aparecería
como más posible --el voto de Antonio Boggiano-- no está de ningún modo garantizado.
En principio el cuarteto de votos favorables estaría integrado, hoy, por Julio Nazareno,
presidente del cuerpo, Eduardo Moliné O'Connor, Guillermo López y Ricardo Vázquez.
Nazareno es parte del grupo riojano original del menemismo. Moliné es cuñado del jefe de
Inteligencia del Estado, Hugo Anzorreguy.
López y Vázquez formaron parte de las incorporaciones de los últimos diez años, cuando
la Corte pasó de los cinco a los nueve miembros y el oficialismo se aseguró una mayoría
automática de por lo menos cinco a cuatro.
Boggiano es el quinto integrante que suele sumarse a los cuatro anteriores para completar
las votaciones favorables al Poder Ejecutivo.
Del otro lado quedan Enrique Petracchi, Augusto Belluscio, Carlos Fayt y Gustavo Bossert.
Los tres primeros son anteriores a los cambios de la Corte en los últimos diez años.
Bossert es el ministro que sugirió el radicalismo tras el Pacto de Olivos, cuando la
renuncia del soldado justicialista Rodolfo Barra --como él mismo se define-- dejó una
vacante.
Dirigentes del oficialismo y la oposición a la re-re (de la Alianza y el duhaldismo) que
presumen de buena llegada a los ministros de la Corte se empeñan desde hace meses en un
deporte diario: medir el pulso del máximo tribunal después de cada maniobra de Menem.
Buscan una pista segura de cómo votarían si un fallo como el del juez cordobés Ricardo
Bustos Fierro llegara para su tratamiento y ellos debieran interpretar si la cláusula
novena de la Constitución, que impide la re-re de Menem, realmente lo prohíbe.
"El mandato del presidente en ejercicio al momento de sancionarse esta reforma
deberá ser considerado como primer período", dice la cláusula. En 1994 gobernaba
Menem. En 1995 fue reelecto para un nuevo mandato. El segundo. El último, según la nueva
Constitución, que permite dos mandatos seguidos pero no tres.
Sólo Barra --además, claro, de Menem, César Arias y un pequeño grupo de negociadores
ultramenemistas--, cree que ésa es una interpretación restrictiva de la cláusula
novena, y no la única interpretación posible de la Constitución. Para el ex
viceministro de Obras Públicas cuando la redacción de los pliegos de peaje, ex juez de
la Corte con el per saltum y ex ministro de Justicia, podría pensarse todo de esta
manera:
El primer mandato
abarcaría sólo desde el día en que entró en vigencia la nueva Constitución, el 24 de
agosto de 1994, hasta el día en que Menem entregó la banda presidencial, el 8 de julio
de 1995.
El mandato no se
cumplió porque no superó la mitad del período completo.
El primer mandato
sería, entonces, el período 1994-1999.
Menem tendría
derecho a un segundo turno, 1999-2003.
Barra escribió en Clarín en febrero último que su
interpretación laxa "es posible, razonable, no contradictoria con la Constitución
Nacional, no afecta a ningún derecho fundamental, no altera el sistema institucional,
amplía el derecho electoral activo de todos los ciudadanos y el pasivo de Menem".
Como la media docena de funcionarios del Gobierno, políticos de la Alianza y allegados a
Duhalde con trato directo en la Corte consultados por Página/12 no sólo se
alimenta de los diseños jurídicos de Barra, todos coincidieron en que, así, en medio de
la peor crisis peronista desde 1975, la Corte llegaría muy exigida a una sentencia sobre
la re-reelección. El panorama incluye el rechazo popular a la re-re (entre el 70 y el 80
por ciento, según los encuestadores más importantes), la guerra abierta de Eduardo
Duhalde contra Menem y la coordinación entre el duhaldismo y la Alianza para aprobar un
texto en defensa de la Constitución con una intención clara: si hay mayoría para ese
proyecto, también la habrá para rechazar una eventual declaración de que una nueva
reforma es necesaria por parte del Congreso. Será una manera de confirmar que la Corte, y
sólo la Corte, o sea la Corte aislada, es el único camino para que Menem pueda
postularse en las elecciones del 21 de octubre.
Un alto funcionario que acompaña a Menem desde 1989 admitió que hacían falta más de
cinco votos a favor para legitimar la re-re. Contó los cuatro segurísimos, el quinto de
siempre y añadió el voto de Fayt.
En mayo del año pasado, Página/12 publicó que Fayt había llegado a un acuerdo
con el Gobierno para retirarse con una pensión vitalicia de 13 mil pesos. Este diario
citó la resolución 179 del subsecretario de Desarrollo Social, Santiago de Estrada que
fijaba una pensión de por vida e inembargable, y ajustada según el aumento de los jueces
de la Corte en actividad.
"Sólo hice una gestión para averiguar cuánto me corresponde, para saber cuál es
mi situación y establecer con claridad qué leyes me protegen en el caso de que cese en
mis funciones", se defendió entonces Fayt.
El resultado fue que la renuncia sería, por lo sospechosa, aún más difícil.
"Puedo tener críticas hacia ustedes, y diferencias, pero de ninguna manera votaría
a favor de la re-reelección", fue la frase de Fayt que recogió un operador de la
Alianza en Tribunales.
Otro de los interlocutores habituales quiso confirmar, después, un rumor que describía a
Belluscio como futuro integrante de la mayoría menemista. El argumento era, también de
acuerdo como funcionarios del Gobierno, que la antigua vulnerabilidad del ministro de
origen radical, por el suicidio en París de una abogada que compartía con él un viaje,
podría jugarle en contra.
Pero la respuesta fue tajante. Un seco "no".
Nadie sospechaba de que Bossert fuese a cambiar su posición y se sumara a los cuatro más
uno de la mayoría automática, pero su voto fue chequeado. Dijo que jamás se le había
cruzado por la mente habilitar a Menem reinterpretando la cláusula novena de la
Constitución.
Por las dudas, Petracchi también es visitado con frecuencia. Su respuesta siempre es
negativa, y ninguna versión le atribuye haber modificado su postura.
Boggiano está desesperado por seguir su carrera en un tribunal internacional. El
oficialismo dice que, cuando las papas quemen, como siempre acompañará a Moliné,
Nazareno, López y Vázquez. La oposición asegura que jamás sus operadores lo habían
visto tan entusiasmado por seguir en el exterior y, por eso, tan dubitativo con la re-re.
Hasta ofreció un guiño concreto, cuando hizo saber que tenía grandes dudas de que la
Corte Suprema debiera compartir el criterio del juez Marcelo Aguinsky y aceptar la causa
de las armas por "competencia originaria", sólo porque el Estado croata es una
de las partes en juego.
Los miembros de la minoría de la Corte suelen suponer que, a la larga, Boggiano siempre
termina encolumnándose con los otros cuatro. Pero el proyecto de Menem es tan extremo que
hasta fastidia a Moliné y Nazareno. Ni ellos quieren mostrarse permeables a un mamarracho
jurídico.
--Yo no soy loco. Voto a favor si las condiciones generales del país son favorables
--dijo el propio Nazareno.
"Condiciones", en este caso, tiene varios sinónimos. Uno es
"encuestas", por supuesto a favor de Menem por lo menos en la interna abierta
justicialista contra Duhalde. Otro sinónimo es la galvanización del justicialismo
detrás de la re-re. Como esta última acepción sólo es posible si Duhalde --como
Antonio Cafiero cuando compitió por fuera del PJ y venció utilizando el paraguas
electoral que le prestó el entonces democristiano Carlos Auyero-- rompe con el aparato
justicialista y se presenta con sello prestado, la homogeneidad peronista sólo
consistiría en un menemismo chico, solitario, feroz y dispuesto a todo. Por ejemplo, a
tornar peligrosa la negativa de un ministro alineado a votar como manda el Jefe.
Por eso otro ministro, miembro de los cuatro incondicionales del Presidente, buscó dar
una imagen de escaso entusiasmo ante las consultas de un jurista con buen diálogo en la
Corte.
--Cuando llegue lo de Bustos Fierro, si llega, lo vamos a mirar. No lo vamos a resolver
de inmediato. Lo vamos a mirar. Y nos vamos a tomar todo el tiempo que sea necesario.
Otra vez el síntoma de ni el automatismo es fervoroso cuando se trata de la re-re. Otra
vez la apelación de los ministros de la Corte a que, antes del mamarracho jurídico,
está la salvajada política.
Por lo menos dos gobernadores y un secretario de Estado revelaron a Página/12 una
frase de Menem que se repitió en el diálogo --discreto, a solas-- con cada uno de ellos.
--Carlos, ¿vos tenés conciencia de que la Alianza va a armar un escándalo si
la Corte aprueba tu re-reelección? --fue la pregunta, más o menos con esas palabras
en las tres ocasiones.
La respuesta se repitió también más o menos en los mismos términos, y la pose fue casi
la misma. O Menem reclinado hacia atrás antes de contestar, o sonriendo como prólogo de
la contestación, o respondiendo serio con un brillo en los ojos:
--¿Un escándalo? ¿Y qué va a hacer la Alianza? ¿Un cacerolazo?
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