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Por Pablo Rodríguez Se enfrentaron durante doce años en una guerra civil que dejó 75.000 muertos. Y ayer volvieron a hacerlo en las elecciones más polarizadas de Latinoamérica. Según las encuestas a boca de urna, el candidato de la ex paramilitar Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Francisco Flores, está obteniendo el 50 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales salvadoreñas. Con estos números, aún no se sabe si deberá vencer en una segunda vuelta a Facundo Guardado, del ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que tiene el 30 por ciento de los sufragios. La abstención fue del 70 por ciento. El hecho de que sólo un 30 por ciento del padrón haya concurrido a las mesas de votación puede explicarse aludiendo a la desconfianza del electorado frente a la clase política. Pero en el caso de El Salvador existen otras causas además de los lugares comunes: las dificultades materiales de los votantes para encontrarse con su mesa de votación. En este país centroamericano, la asignación de centros de voto es por orden alfabético, y no se considera el lugar de residencia de los electores. El padrón electoral y la forma de ordenarlo tampoco inspiraban confianza, sobre todo para los observadores internacionales. Fueron habilitadas para votar tres millones de personas, pero sólo pudieron acudir dos millones: 500.000 inscriptos son personas fallecidas, entre 300.000 y 400.000 viven en el exterior y unos 125.000 no retiraron su carnet electoral para sufragar. Muchos votantes tuvieron que pasar dos horas para encontrar su nombre en las listas de votación. Las viudas, por ejemplo, debían acudir todas a una sola mesa electoral y buscarse en la V de viudas, más allá de su apellido. Para el actual presidente Armando Calderón Sol, el proceso electoral estuvo bien organizado y su país es un verdadero ejemplo de cómo se puede hacer democracia. La ARENA fue fundada por el mayor Francisco DAubuisson, el famoso líder de los escuadrones de la muerte salvadoreños. En 1992, el gobierno de Alfredo Cristiani donde el actual candidato Flores ocupó varios cargos firmó un acuerdo de paz con el FMLN. La paz procuraba resolver un empate militar que incluso Estados Unidos, el apoyo más constante de los grupos paramilitares y del Ejército salvadoreño, encontraba insostenible. Para las elecciones presidenciales de ayer y para las de 1994, en las que triunfó Calderón, tanto el ARENA como el FMLN lavaron sus caras para presentarse como los principales partidos de una democracia incipiente y promisoria. El perfil de Francisco Flores, que estudió filosofía y ciencias políticas en Estados Unidos y Gran Bretaña, está muy lejos del de personajes como el fallecido DAubuisson. Francisco Guardado, uno de los máximos comandantes del FMLN cuando era guerrilla, ya no habla de socialismo y prefiere definirse como un reformador dentro de sus filas. Si Flores no consigue la mitad más uno de los votos, deberá ir el 18 de abril a una segunda vuelta. Ahí deberá triunfar sobre Guardado. Pero éste tiene la ventaja del eventual apoyo de Rubén Zamora, de la Unión Social Cristiana (USC), quien ya fue candidato de la coalición izquierdista del FMLN en 1994 y que ayer estaba en el tercer lugar, con un 12 por ciento de los votos.
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