|
Por Maximiliano Montenegro Una vez más los datos del INdEC dan una señal de alarma, que el presidente Menem no podrá desactivar durante el último año de su mandato y que quedará encendida como un pesado legado para el próximo gobierno. Según la última medición oficial, realizada en octubre pasado, aumentó la proporción de personas pobres e indigentes en el Gran Buenos Aires. En octubre, el 25,9 por ciento de las personas del área metropolitana vivían en familias que no alcanzaban a comprar una canasta básica de bienes y servicios valuada en 450 pesos mensuales. En tanto, el 6,9 por ciento ni siquiera podía acceder a una canasta elemental de alimentos valuada en la mitad de aquel monto. En el primer y segundo cordón de partidos del GBA la situación es mucho más dramática. Se quebró la leve tendencia descendente inducida por la reactivación del 97. Hoy, pobreza e indigencia se mantienen en niveles récord desde la recesión del 95, borrando cualquier logro de la Convertibilidad. Los expertos aseguran que el problema se agravará aún más durante este año, debido a la crisis brasileña. En los próximos días, el Ministerio de Economía publicará el Informe Económico del cuarto trimestre del 98. En él están contenidas las cifras de pobreza elaboradas a partir de la encuesta permanente de hogares efectuada por el INdEC en octubre. En el estudio participan técnicos de Economía bajo la supervisión de Carola Pessino, la funcionaria de confianza de Roque Fernández en temas de pobreza. Los datos, aún inéditos, indican que en octubre el 25,9 por ciento de las personas del Gran Buenos Aires (Capital y conurbano) vivían bajo la denominada línea de pobreza. En mayo, estaba en dicha situación el 24,3 por ciento y en octubre del 97 el 26 por ciento. Teniendo en cuenta que, de acuerdo al organismo oficial de estadísticas, habitan en la región 11,8 millones de personas, en octubre 3.056.000 de individuos no alcanzaban a comprar una canasta básica de bienes y servicios. Las cifras para los partidos del Gran Buenos Aires son aún más impresionantes. En el primer cordón (Avellaneda, Lanús, La Matanza, San Martín, 3 de febrero y Vicente López, entre otros) el 32,4 por ciento de las personas era en octubre pobre por ingresos. Es decir, uno de cada tres habitantes del área. En mayo del 98 se encontraba en esa situación el 30,3 por ciento, y en octubre del 97 el 32 por ciento. En el segundo cordón del GBA (Esteban Echeverría, Florencio Varela, San Miguel y San Fernando, entre otros partidos) el 39,1 por ciento de las personas era pobre por insuficiencia de ingresos. Es decir, casi una de cada dos personas de la región. En mayo, en dicha situación se hallaba el 37,5 por ciento y en octubre del 97 el 32 por ciento. En todos los casos, se nota un punto de quiebre en octubre pasado, respecto de la leve tendencia descendente vislumbrada en las tres ondas anteriores. En octubre, la economía ya había sufrido el impacto de la crisis rusa, que frenó la actividad económica y la creación de empleos, pero aún no había sido golpeada por la devaluación brasileña. A los niveles actuales de pobreza, cristalizados durante los últimos cuatro años, a Menem no le queda ningún logro para mostrar de la Convertibilidad, ya que los índices son superiores incluso al momento de haber sido lanzado el plan en abril del 91. Mas aún, hoy, la pobreza triplica los niveles de principios de los ochenta, cuando comenzó a elaborarse el índice. Sólo si compara con el período hiperinflacionario, Menem puede adjudicarse un éxito en la lucha contra la pobreza (ver aparte). En términos de indigencia el panorama es aún menos alentador. En octubre, el 6,9 por ciento de las personas del Gran Buenos Aires era indigente, el 8,8 por ciento de las que habitan en el primer cordón del GBA y el 10,2 por ciento de los que viven en el segundo cordón. Semejantes niveles son los más altos de los últimos cuatro relevamientos, apenas por debajo del pico alcanzado después de la recesión provocada por el Tequila.De nuevo, el balance para la Convertibilidad es muy negativo y sólo hay una mejora comprando con los meses de la hiperinflación. Consultado por Página/12 por las cifras, el secretario de Programación Rogelio Frigerio, de quien depende el INdEC, primero se mostró sorprendido por la filtración. Luego, se enojó: Ustedes siempre le buscan la quinta pata al gato. Esos datos los íbamos a publicar porque no tenemos nada que esconder. Y para nosotros son positivos. Los consultores dicen que estamos soportando la crisis más importante del siglo. Bueno, Argentina está aguantando por la fortaleza de su economía y las cifras demuestran que no tiene el impacto social que sí sufrieron los países asiáticos, afirmó. Martín Lousteau, economista de la consultora Pedro Lacoste y Asociados, cree que durante todo este año los índices de pobreza irán para arriban. Va a haber más desempleo, no creo que baje del 15 por ciento, por lo cual va a aumentar la pobreza, asegura. Lousteau, doctorado en la Universidad de Londres con una tesis sobre distribución del ingreso, dice que Argentina tiene hoy dos problemas. Por un lado, padece una tendencia estructural de cambio tecnológico y apertura económica, que expulsó gente del mercado de trabajo sin calificación y la reincorporó en empleos precarios de bajísima remuneración. Por otro lado, para reducir los índices de pobreza es clave crecer sostenidamente. Y desde el 95 Argentina ya no crece al 8 por ciento, como al principio de la década, sino apenas al 2,5 por ciento, que es la tasa natural de crecimiento de la población activa. Es decir, es el mínimo necesario para mantener estancada la situación, explica Lousteau. A este ritmo el mercado laboral nunca va a terminar de beneficiar a los pobres: si hay colas en cada empleo, estas personas quedan afuera seguro porque están atrás de todo, concluye.
Por M. M.
|