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Desarticulan el Comando Donosti,la columna
vertebral de la ETA

Tras la caída del jefe militar de la ETA en Francia, la policía española dio un fuerte golpe a su estructura en el País Vasco.

Una manifestación contra los atentados de la ETA. Ahora se teme una ruptura de la tregua separatista.

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t.gif (862 bytes)  En el segundo golpe a la organización terrorista vasca ETA en menos de 24 horas, la policía española desmanteló en la noche del martes al miércoles su Comando Donosti, activo en la región de San Sebastián, y detuvo a nueve presuntos activistas. Entre los arrestados figuran Sergio Polo Escobes y Kepa Etxeberrua Saragzasu, dos de los militantes de la ETA más buscados. La operación se produjo después de que fuera arrestado en París José Javier Arizcuren, alias “Kantauri”, jefe del aparato militar de la organización. El ministro del Interior Jaime Mayor Oreja llamó a mantener la calma, mientras se especulaba que las capturas podrían gatillar una ruptura de la tregua unilateral que la ETA mantiene desde hace cinco meses y medio. Más que un comando convencional de ETA, el Donosti era desde mediados de los años 90 una constelación de grupos desconectados entre sí para limitar las “caídas” policiales y que se ponían al servicio de los sucesivos activistas “ilegales” (fichados por la policía) que enviaba la organización terrorista. De ahí que los responsables policiales se refirieran a él como el “complejo Donosti” y estimaran que podía contar con más de un centenar de miembros: unos pocos activistas ilegales y “legales” (no fichados) y varias decenas de colaboradores que les informaban de objetivos y les facilitaban apoyo y cobijo. El Comando Donosti había experimentado en los últimos años una progresiva evolución, hasta erigirse en el principal resorte terrorista de ETA. No en vano sus activistas han protagonizado el 80 por ciento de los asesinatos de la organización desde 1995 y han dado al grupo un aura de impenetrabilidad. Forma una potente trama integrada por diversos grupos legales (pequeños comandos de dos o más personas no fichadas por la policía) con capacidad operativa y a las órdenes de los ilegales. Esta estructura, que se articula en torno al grupo ilegal que traía las instrucciones de la dirección de ETA en Francia, se sostenía en todo momento sobre una numerosa red de colaboradores, también desconectados entre sí, que proporcionan cobijo y apoyo a los “liberados”. Su configuración atomizada, para reducir al máximo la extensión de las caídas, han dotado al “complejo Donosti” de una gran impermeabilidad ante las acciones policiales y a sus miembros de amplia movilidad, incluso fuera de Guipúzcoa. Los expertos antiterroristas calculan en más de un centenar las personas que, en diversos grados de implicación, pueden ser susceptibles de colaborar con este entramado etarra. Una cifra que, ante el progresivo debilitamiento de la banda y la sucesiva caída de los comandos procedentes de la retaguardia francesa, ha convertido a este grupo no sólo en el último reducto operativo de ETA, sino en la propia cantera de la organización. El Donosti opera en Guipúzcoa y fuera de ella, como lo demuestra el historial de Sergio Polo, uno de los detenidos anteayer. Y sus grupos “legales” se convierten con el tiempo en “liberados” (a sueldo de la organización). Ante el acoso policial se había convertido en una suerte de “madre de todos los comandos”. El Donosti, que ha sido históricamente, junto con el Madrid, la columna principal de ETA en España, fue evolucionando con el tiempo hacia esta compleja estructura arraigada en Guipúzcoa. En etapa más reciente, la total desarticulación del Madrid –que al final sólo podía apoyarse en la colaboración de extranjeros para instalarse en la capital– dejó a ETA a la suerte del Donosti, su único reducto. La organización lo ha cultivado y financiado para multiplicar su capacidad operativa y convertirlo, si era preciso, en un comando itinerante con el fin de suplir sus deficiencias en los restantes territorios del País Vasco. La proximidad de la frontera francesa y las complicidades de que goza ETA en esta provincia, donde mayor es, cuantitativa y cualitativamente, la implantación electoral y social de Herri Batasuna, ha abonado su crecimiento. Los diversos “taldes” (grupos legales) del Donostia esparcidos por todo Guipúzcoa –desde la capital hasta la costa o el Goyerri, en el interior– tienen sus principales puntos de apoyo en algunas localidades de la comarca de San Sebastián, donde más fuerte es también la presencia de la izquierda abertzale. Las detenciones de colaboradores efectuadas en Rentería y Hernani, mientras la cúpula del comando –los dos “liberados”– residía en un piso situado en el mismo centro de la capital, lo demuestra. Los sucesivos fracasos de ETA a la hora de reconstituir sus comandos estables en Alava, Navarra, Vizcaya y Madrid, y el acoso de la policía francesa al otro lado de la frontera, habían convertido al Comando Donosti en el más poderoso instrumento de intimidación de ETA y en su principal reserva militar.

 

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