En el
segundo golpe a la organización terrorista vasca ETA en menos de 24 horas, la policía
española desmanteló en la noche del martes al miércoles su Comando Donosti, activo en
la región de San Sebastián, y detuvo a nueve presuntos activistas. Entre los arrestados
figuran Sergio Polo Escobes y Kepa Etxeberrua Saragzasu, dos de los militantes de la ETA
más buscados. La operación se produjo después de que fuera arrestado en París José
Javier Arizcuren, alias Kantauri, jefe del aparato militar de la
organización. El ministro del Interior Jaime Mayor Oreja llamó a mantener la calma,
mientras se especulaba que las capturas podrían gatillar una ruptura de la tregua
unilateral que la ETA mantiene desde hace cinco meses y medio. Más que un comando
convencional de ETA, el Donosti era desde mediados de los años 90 una constelación de
grupos desconectados entre sí para limitar las caídas policiales y que se
ponían al servicio de los sucesivos activistas ilegales (fichados por la
policía) que enviaba la organización terrorista. De ahí que los responsables policiales
se refirieran a él como el complejo Donosti y estimaran que podía contar con
más de un centenar de miembros: unos pocos activistas ilegales y legales (no
fichados) y varias decenas de colaboradores que les informaban de objetivos y les
facilitaban apoyo y cobijo. El Comando Donosti había experimentado en los últimos años
una progresiva evolución, hasta erigirse en el principal resorte terrorista de ETA. No en
vano sus activistas han protagonizado el 80 por ciento de los asesinatos de la
organización desde 1995 y han dado al grupo un aura de impenetrabilidad. Forma una
potente trama integrada por diversos grupos legales (pequeños comandos de dos o más
personas no fichadas por la policía) con capacidad operativa y a las órdenes de los
ilegales. Esta estructura, que se articula en torno al grupo ilegal que traía las
instrucciones de la dirección de ETA en Francia, se sostenía en todo momento sobre una
numerosa red de colaboradores, también desconectados entre sí, que proporcionan cobijo y
apoyo a los liberados. Su configuración atomizada, para reducir al máximo la
extensión de las caídas, han dotado al complejo Donosti de una gran
impermeabilidad ante las acciones policiales y a sus miembros de amplia movilidad, incluso
fuera de Guipúzcoa. Los expertos antiterroristas calculan en más de un centenar las
personas que, en diversos grados de implicación, pueden ser susceptibles de colaborar con
este entramado etarra. Una cifra que, ante el progresivo debilitamiento de la banda y la
sucesiva caída de los comandos procedentes de la retaguardia francesa, ha convertido a
este grupo no sólo en el último reducto operativo de ETA, sino en la propia cantera de
la organización. El Donosti opera en Guipúzcoa y fuera de ella, como lo demuestra el
historial de Sergio Polo, uno de los detenidos anteayer. Y sus grupos legales
se convierten con el tiempo en liberados (a sueldo de la organización). Ante
el acoso policial se había convertido en una suerte de madre de todos los
comandos. El Donosti, que ha sido históricamente, junto con el Madrid, la columna
principal de ETA en España, fue evolucionando con el tiempo hacia esta compleja
estructura arraigada en Guipúzcoa. En etapa más reciente, la total desarticulación del
Madrid que al final sólo podía apoyarse en la colaboración de extranjeros para
instalarse en la capital dejó a ETA a la suerte del Donosti, su único reducto. La
organización lo ha cultivado y financiado para multiplicar su capacidad operativa y
convertirlo, si era preciso, en un comando itinerante con el fin de suplir sus
deficiencias en los restantes territorios del País Vasco. La proximidad de la frontera
francesa y las complicidades de que goza ETA en esta provincia, donde mayor es,
cuantitativa y cualitativamente, la implantación electoral y social de Herri Batasuna, ha
abonado su crecimiento. Los diversos taldes (grupos legales) del Donostia
esparcidos por todo Guipúzcoa desde la capital hasta la costa o el Goyerri, en el
interior tienen sus principales puntos de apoyo en algunas localidades de la comarca
de San Sebastián, donde más fuerte es también la presencia de la izquierda abertzale.
Las detenciones de colaboradores efectuadas en Rentería y Hernani, mientras la cúpula
del comando los dos liberados residía en un piso situado en el
mismo centro de la capital, lo demuestra. Los sucesivos fracasos de ETA a la hora de
reconstituir sus comandos estables en Alava, Navarra, Vizcaya y Madrid, y el acoso de la
policía francesa al otro lado de la frontera, habían convertido al Comando Donosti en el
más poderoso instrumento de intimidación de ETA y en su principal reserva militar. |