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Las muchas vidas de Leandro "Gato" Barbieri

En los 60 y 70 fue uno de los músicos de jazz más importantes del mundo. Hoy toca,después de 8 años, de nuevo en Buenos Aires.

El saxofonista Gato Barbieri está de vuelta en Buenos Aires.
Tocará hoy en el Gran Rex y el sábado en su Rosario natal.

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Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) Es posible imaginarlo como un niño, estudiando clarinete y saxo en "Infancia Desvalida", una escuela de artes y oficios de Rosario. O como héroe nocturno de una zapada en el Club Le Roi de Buenos Aires. Tal vez en la línea de ataque del free jazz de fines de los 60, en Nueva York. O como solista y compositor de la banda de sonido de Ultimo tango en París. Se lo puede recordar convirtiendo temas como "Mi Buenos Aires Querido" o "El arriero" en disparadores de interminables y riquísimas improvisaciones. Y también en discos comerciales, en retiros misteriosos, en vueltas sorpresivas, en grabaciones espantosas y en conciertos memorables. Es casi una obviedad: si los gatos tienen varias vidas, el Gato Barbieri ha cumplido con creces la leyenda. Tantas vidas, en todo caso, como muertes y resurrecciones. Y la última, hasta ahora, es la de esta noche, cuando toque en el Teatro Gran Rex, y la del próximo sábado, cuando lo haga, con entrada gratuita, en el Monumento a la Bandera de su ciudad natal.

El grupo con el que Barbieri vuelve a tocar en Argentina después de 8 años está conformado por el bajista argentino Adalberto Cevasco, Robert González en batería, el percusionista Richard Flores y Eddie Martínez en piano. Lo que suceda en el escenario posiblemente no tenga nada que ver --lo mismo sucedió en su anterior visita-- con el disco que acaba de sacar. Un CD que él mismo se ocupa de desvalorizar diciendo cosas como "de algo hay que vivir". Lo cierto es que Qué pasa, en el que la figura del tecladista y productor Philipp Saisse resulta tan omnipresente como desagradable, está muy lejos del Barbieri de El pampero, The Third World, Fenix, Bajo fuego y Bolivia. Estos álbumes, ahora reunidos en una caja magnífica que incluye unos cuantos inéditos, mostraban a un saxofonista de sonido amplio, de un fraseo de larguísimo aliento e imaginación incontinente. Y el Gato, en vivo, suele retomar esos carriles. Los mismos que lo convirtieron, después de Symphony for Improvisers --grabado en 1966 por el trompetista Don Cherry, junto a Ed Blackwell (dos ex del saxofonista Ornette Coleman), Pharoah Sanders, Ed Blackwell, Karl Berger, Jenny Clark y Henry Grimes-- en una de las figuras más importantes del jazz.

Otro disco posterior, Liberation Music Orchestra, del contrabajista Charlie Haden y con arreglos de Carla Bley --registrado en 1969--, lo ponía nuevamente en el centro de la escena. Allí también aparecía Cherry y, con él, otros de los que habían formado parte de la formidable escuela brindada por los grupos de Ornette: el saxofonista Dewey Redman y el propio Haden en contrabajo.

Ahora está sobreponiéndose de la terrible depresión sufrida después de la muerte de su mujer. Su último disco no le gusta para nada. Pero está de vuelta y dispuesto a probar, sobre el escenario, su nueva vida.

 

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