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Por Maximiliano Montenegro Pese a que no lo admite públicamente, en privado Roque Fernández reconoce el impacto de la crisis brasileña sobre el nivel de actividad en Argentina. En secreto, sus funcionarios ya trabajan con un nuevo pronóstico de la evolución del PBI para este año: entre 0 y 1 por ciento. El número surgió de las reuniones reservadas que mantuvieron en las últimas dos semanas los técnicos del Ministerio con los principales colaboradores de Roque. La cifra es conservadora, ya que los principales consultores hablan de recesión y estiman que habrá una caída del producto. Pero en Economía se guardan una carta sorpresa para justificarla. No lo van a confirmar sino hasta la primera semana de abril, cuando arribe a Buenos Aires la misión técnica del FMI con la que se renegociará un nuevo ajuste fiscal. Sobre la base del nuevo pronóstico, habría en el año 1500 millones de pesos menos de recaudación de lo esperado. El lunes de la semana pasada, el jefe de asesores de Roque, Miguel Kiguel, declaró a los periodistas acreditados en el Ministerio de Economía que la economía va a crecer menos de 2,5 por ciento, el número que figura en el acuerdo de facilidades extendidas revisado con el Fondo Monetario en diciembre. La confesión de Kiguel no sólo cayó mal en el ala política del Gobierno (el secretario de Jefatura de Gabinete, Miguel Solé, lo llamó incontinente verbal) sino en el propio equipo económico: al otro día, el viceministro Pablo Guidotti no le dirigió la palabra en la reunión de gabinete económico. Kiguel no hizo más que blanquear lo que se venía conversando puertas adentro en el Ministerio. Pero el enojo de sus pares apuntaba en dos sentidos: por un lado, ese mismo martes se trataba en el directorio del FMI el acuerdo que tenía como meta un crecimiento del 2,5 por ciento. Por otro lado, menor crecimiento significa menor recaudación tributaria y, en consecuencia, la necesidad de más ajuste fiscal para cumplir con el FMI. Justo cuando Menem prepara el terreno para la aventura reeleccionista y empieza a calentarse la campaña electoral, lo último que quiere el presidente es tener que anunciar medidas de austeridad fiscal y, encima, reconocer públicamente que hay recesión. Por eso, el propio Menem ha insistido, más de una vez en las últimas semanas, que pese a lo que dicen los economistas vamos a crecer más de 3 por ciento. Miguel se cortó solo para no quedar descolocado frente a los bancos de inversión, comentaron en el Palacio de Hacienda, conocedores del interés de Kiguel por cuidar su perfil técnico y asegurarse un promisorio futuro en la actividad privada. Por ejemplo, Ricardo López Murphy dice que la caída del PBI será de por lo menos 2 por ciento y Daniel Novak, de CEdEI, predice una retracción del 4 por ciento. En tanto, los economistas de los grandes bancos de inversión también anticipan recesión: por caso, el Santander prevé una baja del producto del 3 por ciento y el HSBCRoberts del 2 por ciento. Con estos pronósticos, la tasa de desempleo aumentaría por lo menos 2 puntos, por arriba del 15 por ciento, aunque algunos, como el economista radical Roberto Frenkel, arriesga que podría volver al 18 por ciento de 1995. Lo cierto es que, por orden de Roque, el viernes de la semana pasada el secretario de Programación Económica, Rogelio Frigerio, se reunió con 15 expertos en cuentas nacionales del Ministerio para examinar la temperatura de la economía. Luego, Guidotti, Kiguel y un selecto grupo de asesores analizaron las cifras. De esas reuniones surgieron las siguientes conclusiones: Si no hay un recrudecimiento de la crisis en Brasil, la hipótesis de crecimiento para este año debe ser modificada a una cifra de entre 0 y 1 por ciento. La hipótesis de cero por ciento (estancamiento) es muy probable, pero no hay por qué aceptar que habrá una caída del PBI como afirman los consultores privados. Para justificar este piso, los funcionarios confían en el cambio de base del PBI que se anunciará en un mes: hasta ahora, la serie del producto se calcula a partir de la estructura productiva de 1986, pero la nueva serie tomará como base el año 1993, en el que el peso del sector servicios era mucho mayor. Como la crisis internacional está golpeando más a los llamados sectores transables como el agro y la industria, entonces la recesión se notará menos en la nueva serie (ver aparte). Otro argumento para no efectuar un retoque mayor en las cifras es que el propio Fondo Monetario fue hasta ahora benévolo al considerar el impacto de la devaluación brasileña sobre Argentina. Así consta en un documento especial sobre el tema del FMI, evaluado en el directorio del organismo, durante la sesión en que se aprobó el programa argentino. El informe, remitido inmediatamente por el representante argentino ante el Fondo, Guillermo Zocalli, al viceministro Guidotti, destaca que, a diferencia del Tequila, no hubo contagio de la crisis sobre el sistema financiero. Y relativiza que los efectos sectoriales (por ejemplo, sobre autos y alimentos) tengan repercusión muy significativa sobre el conjunto de la economía. Pese a lo que se palpa en la calle, en Economía se niegan a hablar hoy de recesión, aunque reconocen que es cuestión de tiempo para que ello ocurra. No está claro si estamos hoy en recesión. Algunos expertos dicen que es necesario que haya dos trimestres seguidos de caída del PBI desestacionalizado, con lo cual ya estaríamos en recesión (en el tercer y cuarto trimestre del 98 el PBI desestacionalizado cayó contra el trimestre anterior). Pero otros dicen que tienen que computarse dos trimestres de caída contra igual período del año anterior. En ese caso, recién el equipo de Fernández admitirá que hay recesión cuando se conozcan las cifras del primer trimestre de este año. Sea como fuere, los llamados indicadores líderes, que anticipan el nivel de actividad futuro, muestran que recién hacia agosto o septiembre podría empezar una recuperación del consumo y la inversión. Roque Fernández sinceró con sus colaboradores que éste será un año de estancamiento, muy distinto al dorado final de mandato que imaginaba para Menem en septiembre pasado, cuando le puso al Presupuesto una meta de crecimiento del 4,8 por ciento, luego reducida al 3,0. Ahora, sólo le resta sincerar el ajuste que deberá negociar con el FMI en los primeros días de abril.
EN ABRIL, SE RENEGOCIARA UN NUEVO PROGRAMA CON
EL FMI Roque
Fernández deberá negociar con la misión del FMI que desembarque en abril la
reprogramación del acuerdo firmado con el organismo. Se descuenta que los técnicos que
dirige Teresa Ter Minassian, la estricta funcionaria del Fondo, estarán esta vez
dispuestos a flexibilizar en cierta medida las metas de déficit fiscal. Pero aún así,
parece casi imposible que Roque pueda esquivar el anuncio de un nuevo recorte del gasto
público.
Los une el espanto más que el amor al Mercosur
Los
industriales del Mercosur realizaron ayer en Montevideo el cónclave que habían acordado
concretar durante la pasada cumbre presidencial, después que se desató la crisis de
Brasil. A su término, los hombres de empresa formularon una declaración que casi podría
considerarse de circunstancia, atendiendo el fuerte impacto que la devaluación del real
ya comenzó a tener en las economías vecinas. Según el documento difundido después del
encuentro, los empresarios recomendaron a sus gobiernos la eliminación o
armonización de medidas y restricciones paraarancelarias, tal la sentencia más
contundente contenida en el texto.
CANJE DE BONOS BRADY El
Gobierno prepara una operación de rescate de títulos de deuda pública a fines de
mejorar el resultado de las cuentas del Estado. La jugada consiste en el canje de bonos
Brady en poder de las AFJP y compañías de seguro por nuevos títulos con plazo mínimo
de diez años.
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