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Por Adrián H. Mouján Desde el punto de vista jurídico, la Constitución incluye tratados internacionales, como el Pacto de San José de Costa Rica, que prohíbe cualquier proscripción cuando hay legítimas aspiraciones de representar al pueblo. Con esta frase, Carlos Menem volvió a considerarse proscripto en caso de que se realiza una elección. En una cena en la Quinta de Olivos, ante funcionarios, legisladores y sindicalistas ultramenemistas, el jefe de Estado sugirió el 21 de marzo, día de las elecciones para gobernador en Catamarca, para poder dar una definición sobre su postulación. Fue un día cargado de tensión en el que el riojano se encargó de enviar señales, hacia su partido y a la oposición, en un increscendo que atravesó tres etapas durante la jornada de ayer: por la mañana en la reunión de gabinete, por la tarde en una carta abierta enviada a los medios y a la noche en la cena en Olivos con los ultramenemistas. En los tres momentos se refirió obsesivamente a su habilitación para un tercer período, calificó de desleales y traidores a Eduardo Duhalde y Ramón Palito Ortega y castigó duramente a la Alianza. Ante legisladores, sindicalistas y funcionarios, entre los que se encontraban el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez; el ministro del Interior, Carlos Corach; los senadores Antonio Cafiero y Alberto Tell; los diputados Alberto Pierri, Humberto Roggero, Miguel Angel Pichetto, Irma Roy, Rodolfo Gabrielli, Fernando Galmarini, Marta Alarcia y César Arias, Menem pronunció un duro discurso, más cercano al de un candidato que al de un mandatario. Recién sobre el final de su alocución, Menem habló sobre lo que todos querían oír: la re-reelección. ...pero quienes se oponen a esto (la rere) se olvidan que la Constitución incluye tratados internacionales que están por encima de la Constitución, como el Pacto de San José de Costa Rica que prohíbe cualquier proscripción cuando hay legítimas aspiraciones de representar al pueblo. Y un instante después pareció fijar una fecha para comunicar a su tropa cuál será su decisión al respecto: Haré lo que ustedes quieran que haga. Todavía tenemos tiempo de seguir trabajando. El 21 de marzo tenemos una elección en Catamarca y todos tenemos que apoyar a Ramón Saadi. Aunque al promediar su discurso, pronunciado en un tono emocionado, también se refirió a su renunciamiento y a la insistencia que los denominados gurkas de la re-re ejercieron a partir de ese momento. En julio del año pasado cuando los reuní aquí les dije que no iba a ser candidato porque había un impedimento constitucional, pero compañeros de todo el país presentaron recursos para que los jueces se expidieran sobre esta proscripción. A partir de allí, todas fueron palabras hacia adentro. En forma apresurada me han calificado los medios y los políticos pero, lo que es peor, es que también me calificaron algunos compañeros, dijo Menem antes de abrirle el grifo a la catarata de ataques contra Duhalde. Cuando un peronista ataca a otro peronista es porque se pasó a las filas del enemigo y reiteró, machacando sobre su obsesión, hay algunos que evidentemente se pasaron al enemigo. Antes, con la frase ustedes no se prestaron al juego del enemigo y de la oposición, puso en evidencia el odio visceral que supo acuñar contra el gobernador bonaerense y su meneado deseo de jugarse a todo o nada en una interna. En el párrafo siguiente entregó una nueva versión de uno de sus latiguillos preferidos: Ustedes no fueron sólo leales al presidente, sino al país. Para ser leal hay que ser como el águila y volar alto, no podemos caer en el juego de un vuelo rastrero y gallináceo. En otro punto dejó traslucir su despecho por la alianza entre Ramón Palito Ortega y Duhalde. Aunque sin mencionar al tucumano, dijo: Yo lo llevé de la mano. Le enseñe todo y, hoy, ésas son las heridas que más me duelen. Para todo el abanico menemista presente en Olivos, Menem aseguró:Yo no los voy a traicionar. Yo no los voy a defraudar. Antes, prefiero la muerte. Furioso por el desplante de los gobernadores y los diputados duhaldistas del miércoles, Menem resolvió contestar con un método que viene utilizando desde el inicio del segundo mandato: las cartas. En la que difundió ayer, el Presidente había dicho que estaba excluido de la pelea por la primera magistratura pero dejó abierta las puertas a su única salida: la Corte Suprema, al señalar que en la Argentina, existe un ordenamiento institucional muy claro, que establece que los pronunciamientos judiciales pueden ser revisados, corregidos o confirmados en sucesivas instancias. La redacción de la carta estuvo a cargo de Rodolfo Nadra, uno de sus tantos escribas, que recurrió a un titulo más que pretencioso: La Constitución. Después de varios retoques del propio Nadra y de Menem, el texto fue enviado a los medios. Sobre su tercera postulación, Menem volvió a manifestar que en la Argentina existe un ordenamiento institucional muy claro, que establece que los pronunciamientos judiciales pueden ser revisados, corregidos o confirmados en sucesivas instancias. La última instancia en el sistema democrática argentino es la Corte Suprema de Justicia, donde los menemistas más cautos aseguran contar con cinco votos y los más optimistas dicen que ganamos seis a tres. En la misiva, Menem se despachó contra todos para finalizar recordándole a Duhalde y al binomio de la Alianza que todavía está vigente el fallo del juez federal cordobés Ricardo Bustos Fierro. Este engañoso celo constitucional (por la reacción duhaldista y de la Alianza) es improcedente y se despertó a partir del fallo de un juez, que dictó una medida cautelar que me habilita para postularme a las elecciones internas de mi partido. Sobre las medidas que se adoptaron para evitar una postulación, Menem se refirió con mucha ironía. La campaña de la oposición es innecesaria porque no existe hoy en el país amenaza alguna para el orden legal, remató.
La manía de las cartas abiertas
26 de marzo de 1998. En una carta abierta, el presidente Carlos Menem condenó el
ataque que se había producido en una unidad militar de Neuquén. Y de paso atacó,
indirectamente y sin nombrarlos, a Raúl Alfonsín y a Carlos Chacho Alvarez
por socavar las bases de la pacificación.
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