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LITO CRUZ, DIRECTOR DEL INSTITUTO NACIONAL DE TEATRO
“No me siento un funcionario”

Buena parte del presupuesto del ente que dirige el actor se evaporó por un recorte del Gobierno. “Pero antes de la ley no teníamos nada”, afirma.

Cruz se propone lanzar un canal de TV al estilo de Sólo Tango.
“La obligación del Instituto es mantener viva la memoria teatral.”

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Por Hilda Cabrera

t.gif (862 bytes) El Instituto Nacional de Teatro tiene asignado para este año un presupuesto de 11,2 millones de pesos. Sin embargo, no es ésa la cantidad de la que en realidad dispone. “De entrada, dos millones van a activos financieros, y un millón trescientos mil al Tesoro nacional. Con lo que nos queda, debemos pagar las deudas que acumulamos por los recortes del ‘98”, explica con voz de alarma el actor Lito Cruz, director del Consejo que comanda el INT. Las podas del año pasado arrasaron con el 50 por ciento del presupuesto inicial, comprometiendo el normal funcionamiento de la entidad. “Los teatreros de todo el país me han transmitido su angustia -.añade Cruz en diálogo con Página/12–. Para el ‘99 dispondríamos hasta ahora de 7,8 millones, en buena parte ya comprometidos, porque tenemos que pagar las deudas y los subsidios del ‘98.” Como la salida no es echar a personal ni dejar de pagarle el alquiler a La Casa del Teatro (sede del Instituto), la primera y urgente medida es “conseguir una modificación de la Ley Nacional de Teatro, que permita trasladar el remanente no percibido en un ejercicio al siguiente”.
El panorama es por ahora incierto. Sin embargo, nadie piensa en abandonar proyectos: “Parece demasiado loco, pero estoy en tratativas para que el Instituto tenga un canal con 24 horas de teatro, un canal privado como Sólo Tango. Ya estamos en camino”, afirma Cruz, quien inició su carrera de actor “haciendo teatro en el puerto de Berisso”. Serían ocho horas de programación, que se repetirían en el día. “Tengo 200 videos con fragmentos de obras y entrevistas a personalidades del teatro argentino.” Esa videoteca la inició siendo director del Teatro de la Ribera, gestión de la que se enorgullece por haber acercado al teatro a “unos cien mil pibes en ocho meses”, e incluso a algunos que “andaban todo el día con la navaja”. En cuanto al canal, cree que abriría un nuevo espacio a las escuelas de teatro y podría convertirse en una ventana a la escena extranjera: “Estamos en contacto con la Embajada de Francia para concretar algunos proyectos”, adelanta.
–¿El arrastre de la deuda podría paralizar al INT?
–No, porque el dinero, aunque en menor cantidad, sigue llegando. Pero es cierto que esto nos debilita. Nuestro temor es que esta situación se repita. Por eso seguimos insistiendo ante los legisladores y la clase política. Soy consciente de que el país atraviesa un momento complejo, de que hay otros sectores que necesitan apoyo, pero siento que debo hacerme eco de las preocupaciones de la gente de teatro.
–¿Cómo se maneja ante los recortes?
–Ante todo, veo los cinco que me dieron y no los cinco que me sacaron. Pienso que antes no teníamos nada. Esos millones –que no quiero que se sigan perdiendo, porque el agujero que dejan es demasiado grande– nos han dado la posibilidad de instalarnos con mayor fuerza en la sociedad. El INT es un organismo del Estado, y como tal se hace presente en el Congreso y puede pelear por un presupuesto. En cuanto al dinero, desde chico mi teoría fue que gran parte del trabajo que hacemos en la vida es aprender a convivir con lo que tenemos.
–¿Se completará la entrega de los subsidios a grupos y salas independientes?
–Los subsidios irán saliendo. De alguna manera el dinero está circulando por el país: seguimos produciendo, editando libros y videos, y organizando concursos nacionales (los tres primeros premios destinados a autores acaban de ganarlos Federico León, Juan Carlos Perrichón y Julio César Beltzer). La obligación del Instituto es mantener viva la memoria teatral del país y poner la cara en todas las discusiones y foros: no perder el contacto con el poder político, la Legislatura y el Ministerio de Economía. El hecho de que el dinero del Instituto –que proviene del Comfer y de Lotería– deba ser autorizado por Hacienda, que es la quecomprueba que nuestros papeles estén en orden, evita además cualquier suspicacia respecto del INT. Nuestra gestión es transparente.
–¿Cómo congenia la actividad artística con la de funcionario?
–Más que congeniar, tengo conciencia de que mi función es estar en el medio, y eso a veces me produce mucha angustia. En realidad no me siento funcionario. Soy básicamente un hombre de teatro. Por eso prefiero decir que estoy en funcionario, y nada más que por el deseo de colaborar en esto que los teatreros lograron después de luchar 70 años por una legislación que los apoye.
–¿Sería funcionario de otra área?
–No creo: no me siento capaz. Esto es lo que conozco. Recorro el país y sé lo que necesita cada uno. Mi intención ha sido desde el principio personalizar las relaciones del Instituto. Me interesa que la gente sepa quiénes somos, y que nadie tenga que esperar interminablemente para tener una audiencia conmigo. También busco ese acercamiento con otros sectores y autoridades de la política.
–¿Obtendrá el dinero no percibido en el ‘98?
–No, eso está perdido. Por eso tenemos que pelear para modificar la Ley y asegurarnos el pago de los remanentes.
–¿Cree que en esta pelea los favorece el hecho de que éste sea un año electoral?
–No lo sé, pero quizá nos ayude. La verdad es que no pienso demasiado en esto. Más que el año electoral me importa poder seguir peleando por el teatro, y de cualquier manera. La gente que está en esto se lo merece.
–¿Confían en usted?
–Siento que hay confianza en esta gestión, pero más que en mí, en el organismo, en el Consejo de Dirección, donde doce personas -.elegidas por concurso y por un jurado de nivel nacional– representan a todo el país. Acá no hubo ninguna injerencia política. Yo me siento muy apoyado por el Consejo, acá y en mis viajes a las provincias. Es por todos ellos que puedo decir que las puertas del Instituto están abiertas.

 

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