Panorama economico
Cómo exportar pesos
Por Julio Nudler |
La
propuesta es simple: que la moneda de cada país del Mercosur (y eventualmente de Chile)
pueda circular libremente en los restantes países del bloque, con curso voluntario
(bastará el acuerdo entre los transantes), incluyendo cualquier operación bancaria. Por
tanto, y como ejemplo, los brasileños podrían tener cuentas bancarias en pesos
argentinos. Esta posibilidad de abrir cuentas en monedas diferentes del peso ya la tienen
los argentinos desde 1991, a partir de la convertibilidad, pero no existe hasta ahora en
Brasil. A través de la libre circulación, el Mercosur, que es hoy un bloque comercial,
pasaría a ser además un bloque monetario, con reglas preferenciales para las monedas de
sus socios (salvo que Brasil vaya más allá y, como en la Argentina, autorice también
las cuentas en dólares). La idea es impulsada por Horacio Liendo, que fue el abogado de
Economía durante el reinado de Domingo Cavallo. En esencia, implica generarle demanda
externa al peso, que en esta coyuntura podría actuar en Brasil como un sucedáneo del
dólar, y chocar de frente con la intención de Carlos Menem y Pedro Pou de eliminar el
peso.
En la Argentina, la primera parte de la ley de convertibilidad establece que el respaldo
de la base monetaria es el dólar, y fija la paridad de conversión del peso y la cuantía
de reservas a mantener y su inembargabilidad. En su segunda parte, la ley determina el
curso voluntario de cualquier moneda extranjera. Pero las normas bancarias llevan a que
sólo puedan mantenerse cuentas en pesos o en dólares, limitando las posibilidades de
libre circulación que otorga la ley de convertibilidad.
Nadie esperaría, en principio, que los argentinos ahorraran o abrieran cuentas en otras
monedas del Mercosur, en lugar de hacerlo en dólares si no lo hacen en pesos. ¿Sería
sensato esperar que los brasileños, si se les da la oportunidad, elijan abrir cuentas en
pesos argentinos? Lo concreto es que hoy en Brasil no están permitidas las cuentas en
dólares. De modo que si prosperara un acuerdo multimonetario dentro del Mercosur, el peso
sería lo más parecido al dólar que los brasileños podrían tener en los bancos, al
menos en la coyuntura actual.
Si esta idea cuajara, en los demás países del Mercosur surgiría una demanda de pesos.
Para obtener moneda argentina, los brasileños deberían entregar reales a cambio.
Eventualmente, si la demanda hiciera subir la tasa de interés en pesos, alguien le
vendería dólares al Banco Central para obtener los pesos y ganar el diferencial, porque
en definitiva según explica Liendo así funciona la convertibilidad. Pero
esta mediación del dólar no es necesaria.
Hoy pasa en Brasil lo que en otro tiempo pasaba en la Argentina: la gente retira reales de
los bancos en efectivo para comprar dólares, ya que no puede mantener cuentas en moneda
extranjera. Si se permitiera la constitución de cuentas en pesos, al menos parte de esos
ahorristas, viendo al peso como un sustituto del dólar por su relación fija con éste,
cambiarían la nominación de sus cuentas de reales a pesos, sin retirar su dinero del
sistema bancario. Para el gobierno brasileño esto tendría además el atractivo de
reducir la demanda de dólares, que presiona sobre las reservas oficiales.
¿Cómo reaccionaría el público? ¿Aceptaría margarina (pesos) en lugar de manteca
(dólares)? Esto dependería en parte de la acción de marketing que hiciese la Argentina,
pensando la convertibilidad como un negocio que hoy ya deja cerca de 800 millones de
dólares anuales de utilidad. Esta ganancia, no embargada como las reservas en respaldo
del circulante, es girada al Tesoro. El negocio fue posible porque la estabilidad de
precios y la fijación de la paridad multiplicaron la demanda de pesos: de un equivalente
a 1500 millones de dólares en 1989, la base monetaria pasó a unos 15 mil millones en la
actualidad. En respaldo de estos pesos hay unacantidad igual de dólares, cuya inversión
está rindiendo un 5 por ciento anual.
Esto, según destaca Liendo, se logró sin marketing y en un contexto adverso, en el que
el peso debía competir con el dólar, ya que los argentinos podían elegir libremente
entre demandar pesos y demandar dólares. Si además hubiera un marketing activo del Banco
Central que alentara el uso del peso fuera de la Argentina, aprovechando incluso
situaciones como la brasileña, es esperable que surgiera alguna demanda adicional de
pesos, creciendo así el negocio de la convertibilidad (los intereses ganados con la
inversión de las reservas).
El mismo esquema facilitaría el empleo de las monedas regionales en el comercio del
bloque. Un importador argentino de productos brasileños compraría con sus pesos los
reales que necesitaría a cierto plazo para cubrir la deuda contraída con su proveedor de
Brasil. Mientras tanto, los reales los depositaría en su banco, que le pagaría por ellos
una tasa del 45 por ciento anual. Esta demanda de reales, generada fuera de Brasil,
ayudaría en alguna medida a esa moneda. En suma, la posibilidad de abrir cuentas en
reales en la Argentina y cuentas en pesos en Brasil disminuiría la demanda de dólares en
el comercio intra-Mercosur.
Hoy, en cambio, dentro de éste se importa y exporta utilizando dólares. Así, cuando una
empresa argentina exporta un producto a Brasil, lo coloca y cobra en dólares. Pero si el
peso pudiera circular en Brasil, es posible que esa empresa pasara a exportar en pesos,
como ocurre con sus ventas al mercado interno, porque al importador brasileño se le
tornaría más fácil y conveniente operar en pesos.
La iniciativa sale al cruce del discurso del gobierno argentino, que quiere abolir el peso
y adoptar el dólar. La propuesta de Liendo es desdolarizar el Mercosur, disminuyendo en
su ámbito la demanda de dólares. Pero, además, la libre circulación de monedas en el
área puede implicar un paso previo hacia una moneda única regional, como ocurrió en la
Unión Europea. ¿Puede esperarse que Brasil acepte esta propuesta? En todo caso, les
resultará más potable que la dolarización, que siempre rechazaron. Sólo tendrían que
poner el real a competir con el peso. |
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