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LA RELACION ENTRE LOS GENEROS:
SUBJETIVIDAD, PODER Y PSICOANALISIS
Un amor que todavía no existe en Occidente
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En la semana del Día
Internacional de la Mujer, la autora de este ensayo critica una concepción de la
feminidad la que goza pero no se entera- y arriba a una nueva
figura para el vínculo entre mujeres y hombres.
Goza pero no se entera:
lugar de muchas mujeres en la sexualidad. |
Por Ana María Fernández
*
La
articulación necesaria entre las teorías de género y el psicoanálisis
lleva a repensar cuestiones básicas. ¿Cuánto de lo que ha sido pensado como estructura
inconsciente universal no da cuenta sino de un modo sociohistórico de subjetivación de
la Modernidad para varones y mujeres? ¿Cuál es la articulación entre deseo e historia?
¿Podemos seguir pensando lo inconsciente como una estructura invariante universal?Algunos
planteos, particularmente cuando hablan de estructura inconsciente o de un orden
simbólico planteado de modo estructuralista, parecen confundir lo inconsciente con el
destino. Lo inconsciente no es destino. Es sintomática la necesidad de fijar a un destino
la sexuación femenina en las teorías psicoanalíticas. Si Freud pudo desdibujar la
noción de series complementarias a la hora de pensar en las mujeres y colocar allí ideas
tan poco freudianas como anatomía es destino o la roca viva, Lacan no es menos
sorprendente cuando da por sentado que habría en la mente del niño y de allí a la
cultura una falta de significante del genital femenino y pasa a considerar dicha
falta como una invariante inconsciente, quedando así La Mujer definida como
falta, vacío, ausencia.La mujer No-Toda, no toda en el orden simbólico, por lo tanto un
poco fuera de la ley. Desde este reducto corporal fuera de la ley de lo simbólico, del
falo, del padre, la mujer tendría acceso a un goce suplementario, a un plus de goce. Pero
al no ser subjetivable, la mujer goza pero no se entera y su goce transcurre y se agota en
el sí-del cuerpo, sin pasaje por el fantasma.Reintroduce el destino, ahora no a través
de una anatomía sino a través del lenguaje, en un naturalismo no biológico sino
simbólico. Naturalismo en tanto el orden del lenguaje está planteado como condición
fija que no puede ser de otra manera, está por fuera de la historia y sella su destino.
Si hay destino no hay sujeto. Una vez más parece insistir aquel curioso debate
platónico-medieval sobre si las mujeres tendrían alma.Goza pero no se entera. Más que
característica esencial de la condición femenina, efecto histórico-político del lugar
de muchas mujeres en el dispositivo de la sexualidad. Lugar que ha obligado a desalojar
todo hábito de registro de sus deseos. Esta no es una cuestión menor en el orden social.
Ha garantizado y garantiza su monogamia. Dispone un modo de erotismo: la pasividad
femenina, el goce místico, que sólo permite poner en juego un tipo de virilidad fálica
excluyendo necesariamente de la escena erótica muchas formas de potencialidad de los
placeres de las mujeres y otras tantas formas de placeres de los varones. Goce siempre
hay.El baño de lenguaje en el que nacemos, más que un orden estructural, es
un magma de significaciones, que no es sino el modo de ser de lo histórico-social
(Castoriadis).Suponer que el género es una categoría sociológica y por tanto nada tiene
el psicoanálisis que interrogarse al respecto, es renunciar a pensar la articulación
entre deseo y poder. El psicoanálisis clásicamente ha teorizado la articulación
deseo-ley. Deseo-poder no es sinónimo de deseo-ley, ya que la ley (prohibir-permitir) es
sólo uno de los recursos del poder. Es, por tanto, renunciar a teorizar un impensado,
encore del psicoanálisis: la dimensión política de la subjetividad, terreno que
complejiza más que anula la teorización ya realizada de la relación deseo-ley.Según
Michel Foucault, lo que distingue la teoría de las pulsiones de la ley del deseo es el
modo en que ambas teorías del psicoanálisis conciben la naturaleza y dinámica de las
pulsiones, pero no la manera de concebir el poder. Ambas parten de una representación
común del poder. Ambas imaginan un poder pobre en recursos, que sólo sabe decir
no, y cuyo modelo sería esencialmente jurídico: centrado en el solo
enunciado de la ley y en el solo funcionamiento de lo prohibido.Freud planteaba que
los requisitos de la salud mental eran la capacidad de amar y trabajar. Si se busca cómo
pensar esta cuestión a la luz de la cuestión de género, es decir a la luz del análisis
de la subordinación histórica de las mujeres y sus cicatrices en la subjetividad, y el
análisis del también histórico poder de género de los varones con las prácticas
de impunidad que conlleva y sus cicatrices en la subjetividad, hay diferentes tareas
por delante para varones y para mujeres. En el caso de los varones se trata de deconstruir
las naturalizaciones de sus ejercicios cotidianos del poder patriarcal. En las mujeres se
trata de avanzar en la constitución de su autonomía subjetiva.Salud, hoy, es
construcción de autonomía para mujeres, deconstrucción de poder para varones.La idea de
autonomía se desmarca de cualquier psicología del yo. Es aquí un término político,
implica la capacidad de instituir proyectos propios y la producción de acciones
deliberadas (voluntad) para lograrlos, es decir subjetivarse como sujetos capaces de
discernir sus deseos y sus intereses y de elegir las mejores acciones para concretar esas
elecciones.En el caso de la autonomía de género estamos hablando del grado de libertad
que una mujer tiene para actuar de acuerdo a su elección y no a la de los otros. Hay una
estrecha relación entre la adquisición de autonomías de las mujeres y los espacios de
poder que puedan, tanto individual como colectivamente, instituir.En realidad, el grado de
autonomía de un sujeto singular es inseparable del grado de autonomía del grupo social
al que pertenece. Es decir que el grado de autonomía personal que una mujer pueda
desplegar dependerá también de la autonomía posible de su grupo social y de aquella que
las mujeres de la sociedad a la que pertenece hayan alcanzado. En síntesis, la autonomía
de un grupo social no depende exclusivamente de la voluntad personal de quienes a él
pertenecen. Para que alguien pueda saber qué quiere en su vida y cómo lograrlo, que se
sienta con derecho a decir no, a incidir en su realidad para lograr sus proyectos,
necesita un tipo de subjetividad cuya construcción no depende exclusivamente de su
psiquismo. Entran en juego aquí condiciones de posibilidad histórico-sociales de gran
complejidad y, bueno es reconocerlo, de lenta y difícil modificación.Producción de
autonomía en las mujeres es también desandar una estrategia histórica, por la cual
educadas en la mística del amor, y al son de los boleros, las mujeres han pensado
que a través del amor ejercido como un trabajo lograrían apropiarse de los bienes
materiales producto del trabajo de un varón privilegiado, sin percibir que ellas serían
a su vez sutilmente expropiadas del fruto de su trabajo reproductor y doméstico
(Irene Meler).En los varones la deconstrucción del ejercicio cotidiano del poder
patriarcal implica registrar la trampa histórica que significó apropiarse del erotismo
de las mujeres. Ella se entregó, pero él nunca puede fallar. Si él no la
completa, siempre y en cualquier plano de la vida y absolutamente, ella lo denigrará. Y
aquí ella no tendrá ningún temor al protagonismo; amor y odio, admiración y envidia,
dependencia y exigencia serán componentes infaltables en sus posicionamientos frente al
otro sexo.Vendría muy bien una nueva voluntad de los varones. Aquella que les
permitiera devenir minoritarios (Deleuze). En el sentido que da Deleuze al término, las
minorías no se distinguen numéricamente de las mayorías. Una minoría puede ser más
numerosa que una mayoría; lo que define a la mayoría es un modelo al que hay que
conformarse, por ejemplo el europeo, medio, adulto, masculino, urbano. En cambio las
minorías carecen de modelo, son un devenir, un proceso. Sus potencias proceden de aquello
que no han sabido crear y que se integrará en mayor o menor medida en el modelo, sin
depender nunca de él. Muchos hombres han quedado aprisionados en su mayoría.
Son en ese sentido más género que sujeto. Esto no significa ceder poder a las mujeres o
subordinarse a ellas. Fundamentalmente significa ganar libertades. Aquellas que el género
masculino aprisiona.El desafío será inventar una nueva figura, aún inexistente en
Occidente, de las relaciones entre hombres y mujeres: el amor entre pares políticos.
Resistir al género para devenir sujetos.* Profesora titular de Teoría y Técnica de
Grupos e Introducción a los Estudios de la Mujer en la Facultad de Psicología de la UBA.
CUANDO SURGIO UN NUEVO MODO DE SER MUJERES
Las chicas de los sesenta
Por A.M.F.
A partir
de los 60, el ingreso masivo de mujeres a la universidad creó condiciones para un nuevo
modo de subjetivación. Las chicas que imaginaban para sí futuros profesionales y
autonomías económicas se ubicaban de manera muy diferente de aquellas que esperaban
buena performance en la carrera matrimonial.Muchas se volcaron a la vida política
estudiantil. Ingresaron al mundo intelectual y artístico. También los cafés y la noche
se volvieron mixtos. Las chicas sixties no fueron todas las mujeres ni todas las
estudiantes, ni siquiera la mayoría. Su importancia no estuvo en el número, sino en una
particular potencia de enunciación de sus prácticas. El no era ni el novio ni el marido.
Se llamaba compañero. Se compartían la militancia, el erotismo, los sueños, las tareas
domésticas y la crianza de los bebés. Los gastos se pagaban con orgullo
fifty-fifty. Irse a vivir solas, trabajar y mantenerse eran cuestiones prioritarias.
Casarse por iglesia era un impensable. Por civil, casi de mal gusto, sólo cuando la
presión familiar era demasiado fuerte.Las relaciones amorosas, aun las efímeras, se
vivían con compromiso. Compromiso, palabra de época. Cada una de las
prácticas que la política, el amor, o la invención de nuevos espacios profesionales
requirieran las carreras de Psicología y Sociología, de alta matrícula femenina,
se crean de 1957 en adelante se instituían desde el desafío. Desafío a lo
posible, desafío a los padres, desafío a los profesores. A la moral sexual tradicional.
A la línea que bajaba de algún arriba de la política. Desafío, compromiso
y entusiasmo eran ingredientes infaltables en una buena receta de chica sixty.Se podía no
ser fiel en el sentido convencional, pero se era leal. Leal al acontecimiento, fuera éste
político o amoroso, más que al amante o al partido. Sentimientos como el miedo o la
culpa no debían existir. Cuando algo de eso nos asaltaba se contaba sólo a la íntima
amiga. Avergonzaban. En los divanes solían librarse verdaderas batallas ideológicas.
Muchas interpretaciones eran desestimadas por burguesas. Había que ser valiente, tanto en
la vida privada como en la vida pública. La revolución estaba por llegar y había que
entrenar tanto el cuerpo para la pelea como el alma para la solidaridad.La alegría de
inventar nuevos mundos en los 60 tuvo que soportar duras pruebas en los 70. No sólo por
la dureza de las condiciones de las militancias armadas y la violencia represiva del
Estado. Los nuevos modos del amor, que se habían instituido en un imaginario heroico, se
deterioraban en las rutinas cotidianas. Algunos compañeros comenzaban a
cansarse de tanto entusiasmo. De aquel pacto de lealtad inicial, ellas ahora, en medio de
las crianzas, exigían fidelidad. El atractivo que las chicas habían tenido por su
liberalidad erótica, a muchos compañeros les impidió advertir que en las
convivencias ellas exigirían héroes domésticos. Eso no estaba contemplado en la
construcción del Hombre Nuevo.Con la represión del 75 en adelante, también las
nuevas prácticas de sí fueron abruptamente abortadas. Algunas mujeres se acomodaron a
los nuevos tiempos, necesitando olvidar su historia. Otras resistieron desde pequeñas
acciones cotidianas. Acunar un bebé cantándole muy bajito canciones de la revolución
española podía ser un modo íntimo, secreto, de resistir el aniquilamiento de una
historia de sueños colectivos.Queda la incógnita de qué huella han dejado, en sus hijos
y en sus hijas, estas madres tan diferentes de otras madres.
POSDATA |
Educación. Programa de
Asistencia Técnica al Sector Educativo, de la Facu de Psico de la UBA, para instituciones
públicas y privadas. 4931-6900 int. 121.
Acuerdo. Se firmó un acuerdo entre la Asociación Psicoanalítica
de Buenos Aires (Apdeba) y la Secretaría de Educación de la Ciudad de Buenos Aires para
contribuir a los Equipos de Orientación Escolar.
Adicciones. Talleres para operadores comunitarios y docentes sobre
prevención de la drogadicción en CeNaReSo. 4304-6248. Gratuito.
Deporte. Posgrado anual Medicina y psicología aplicadas al
deporte dirigido por R. Antonowicz en la UCA. 4349-0419.
Acompañantes. Seminario anual de acompañamiento terapéutico en
A-Compañar. 4374-6966.
Psicodrama. El psicodrama y sus aplicaciones, clases
abiertas en el Instituto Jacob L. Moreno, dirigido por Dalmiro Bustos. 4862-7867.
Más psicodrama. Taller abierto en la Sociedad Argentina de
Psicodrama, el 20 a las 10. Thames 620, 4854-8742. Gratuito.
Tatopsicodrama. Taller abierto de introducción al psicodrama por
Eduardo Pavlovsky, el 20 de 10 a 13. 4866-4242. Gratuito.
Psicoanálisis. Posgrado de psicoanálisis en el Ameghino.
Córdoba 3120, Docencia, de 14 a 19.
Más psicoanálisis. Programa de formación en el Instituto
Psicoanalítico de Vicente López dirigido por José Slimobich. 4796-9195.
Docentes. Cursos semipresenciales para directivos y docentes en
Instituto Superior de Investigaciones Psicológicas. 4373-0604. |
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