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JURGEN MULLER, ESPECIALISTA EN HISTORIA
“En el Holocausto también murieron argentinos”

Alemán, fascinado por América latina, especialista en la negra historia del nacionalsocialismo, participa de un proyecto binacional para estudiar la influencia nazi en nuestro país y el destino de los judíos argentinos en el Reich.

Comunidad: “Los partidarios del partido nazi que actuaron en la Argentina no fueron recibidos con mucho afecto por los alemanes que vivían aquí.”

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t.gif (862 bytes)  –¿Qué grado de influencia tuvo el nazismo alemán en América latina y Argentina en particular?
–Depende de qué grupos de personas se trataba. En la comunidad alemana la influencia era alta. Había unos 1500 afiliados, miembros del partido nazi, había unos 7 mil miembros del Servicio Alemán del Trabajo. Incluyendo grupos de filiación nazi, simpatizantes, sumaban unas 10 mil personas que pertenecieron a algún grupo nazi. La influencia no acaba en esto, existía sobre todo en todas las asociaciones y clubes de la comunidad. El partido, con la ayuda de la embajada, quería tomar el control de estas instituciones que, como eran escuelas y periódicos, eran medios para difundir la ideología nacionalsocialista en la comunidad alemana. Con respecto de la sociedad argentina en general, se hicieron intentos de influir a la prensa argentina en los 30 y 40. Donde lograron alguna influencia fue en los medios de comunicación de los nacionalistas, que eran financiados por la embajada. También había algunos periódicos de segundo orden del interior del país, donde los nazis podían tener alguna influencia. Esos periódicos publicaron artículos producidos por nacionalsocialistas, disimulados a veces, a veces abiertos. El Los Andes de Mendoza fue uno. No sé si solamente de ese hecho se puede deducir que propagaron el ideario nacionalsocialista, porque los mismos periódicos también utilizaron materiales de prensa de fuentes aliadas. En la época de la posguerra la influencia nacionalsocialista en Argentina es una cuestión difícil de desmenuzar, porque muchos de los criminales de guerra de los que se habla en este momento vinieron a la Argentina disimulados, no mostrando su identidad.
–Para la colectividad alemana de los años 20, los nazis son un partido más. Pero en 1933 los nazis son el Estado alemán, son Alemania, y exportan un nuevo modelo de ser alemán a sus comunidades en el exterior. ¿Cómo se recibe esta nueva Alemania aquí en Argentina?
–Por muchos años la comunidad alemana vio al régimen nazi como el que restauraría la grandeza del imperio, que haría ganar al país peso en la comunidad internacional. Pero los partidarios del partido nazi que actuaron en la Argentina no fueron recibidos con mucho afecto. Muchos clubes y asociaciones querían quedarse en sí mismos, no querían que el ideario nacionalsocialista se mezclara tanto en sus actividades sociales. Por eso muchos rechazaron las actuaciones del partido nazi y para eso también se fundó por ejemplo la escuela Pestalozzi, porque algunos dijeron que ya no querían aguantar las presiones del partido de un lado, y de la embajada del otro lado, e hicieron una escuela separada. Es que había nazis muy hábiles en la propaganda que no solamente querían influir en la junta directiva de una escuela, sino también mandaban libros para influir en los pensamientos de los niños. En esos libros se difundía el ideario nazi y antisemita. Sobre todo en Buenos Aires, la mayoría de los clubes y asociaciones aceptaron finalmente, porque ya no podían resistir las presiones, aceptaron que se incluyeran nazis en las juntas directivas, que se difundiese un ideario nazi en sus publicaciones.
–El Reich también tuvo una política de influencia en la Argentina más allá de la comunidad alemana, sobre todo en los militares y en los sectores de seguridad. ¿Esto fue planeado o se dio espontáneamente?
–No hubo una política deliberada del Tercer Reich para América latina. En muchos casos, la política la hicieron gente del segundo o tercer nivel del Ministerio de Relaciones Exteriores. Había un diplomático latinoamericano que, en una entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores, se dio cuenta de que Von Ribbentropp no podía distinguir los países latinoamericanos entre sí, no los conocía. Hitler tenía momentos de interés en América latina, por ejemplo, durante la Conferencia de Río de Janeiro. Su interés era sobre todo económico, menos ideológico, y veía a América latina como un aliado potencial, una región con la que Alemania podía mantener relaciones económicas muy buenas, mejores que las que podía mantener Estados Unidos.
–¿No hubo una política articulada de influenciar por ejemplo a las Fuerzas Armadas?
–De parte de Hitler no. Esa cosa de influenciar a las Fuerzas Armadas es una vieja política de Alemania, que se remonta a la época del imperio: entrar en contacto con los militares de varios países, e invitarlos para que vean cómo funciona el ejército alemán. En ese caso las empresas alemanas y los militares alemanes tenían intereses conjuntos.
–¿Cómo se da entonces que el nazismo acabe teniendo tanta influencia en el nacionalismo argentino y en los militares argentinos?
–Por la parte alemana es porque hubo la continuidad de seguir con los lazos que se fundaron antes para vender armas y para mantener una simpatía. Lo que se quería hacer era generar simpatía para el régimen nacionalsocialista. Y de parte de los militares argentinos, no sé si vieron al nacionalsocialismo como hoy lo vemos nosotros, o si lo vieron a Hitler como un caudillo que lograba alcanzar un puesto muy fuerte en la sociedad alemana. Me resulta difícil decir si es una simpatía explícita por el nazismo, con todo lo que significa, incluyendo el racismo y el antisemitismo, o si sólo se trató de una simpatía por un sistema fuerte con un hombre fuerte en la cúpula.
–Cuando termina la guerra y empiezan a venir los exiliados a la Argentina, ya hay instalada una simpatía y una protección.
–Perón tenía un interés en la inmigración de alemanes aunque tuvieran documentación deficiente. De la vida de Perón se sabe que tenía interés en los estados fuertes, en los hombres fuertes, en el sistema nazi y también en el fascismo italiano, así que él fue la persona clave. El y algunos miembros de los consulados argentinos en Europa se dedicaron a traer a criminales de guerra. Analizar este período tiene además sus complicaciones. Por ejemplo, hay que preguntarse si se sabía que eran criminales de guerra, es una cuestión que todavía no queda clara. Creo que hay que diferenciar entre un funcionario técnico y un criminal de guerra. El técnico, si bien tiene su culpa porque con las máquinas que ayudó a producir se mató a gente, no quebró ninguna ley. Pero hay leyes para una persona como Eichmann, que directa e indirectamente mató a judíos.
–El problema no fueron los técnicos, fueron los que se sabía que eran criminales, y fueron recibidos por una decisión política de Perón.
–Pero hay que ver si se sabía que un Eichmann o un Mengele habían matado gente, como realmente lo hicieron. Me parece importante para un juicio moral sobre alguien como Perón.
–¿Hubo judíos argentinos en Alemania durante la guerra y durante el Reich?
–Hubo, pero es difícil cuantificar cuántos, supongo que eran unas 200 o 300 personas más o menos que vivían en Alemania y en los países ocupados. Por ejemplo, en Salónica, Grecia, había casi una colonia de judíos argentinos, unas treinta personas. Por toda Europa había artistas, industriales, empresarios que se encontraron en medio de la guerra. Durante un tiempo tuvieron una situación privilegiada por la neutralidad argentina. En este tema el Ministerio de Relaciones Exteriores logró en su interna con la SS que se aceptase que, haciendo daño a esos judíos argentinos, se hacía daño a los alemanes en Argentina. Así que no era por motivos humanitarios, de ninguna manera, sino para no disparar una política de represalias del Estado argentino contra los alemanes que vivían aquí. Eso dura hasta que Argentina rompe las relaciones con Alemania. Dos días después de la ruptura de relaciones diplomáticas, Eichmann mandó que todos los judíos argentinos fueran enviados al campo de Bergen Belsen. Pero también en ese momento el Ministerio de Relaciones Exteriores logró que Eichmann retirara la orden. A partir de ahí la historia es fragmentaria: algunos que se encontraban en el campo se quedaron, otros fueron liberados, otros no fueron arrestados. Sabemos la historia hasta mediados del año ‘44, lo que pasó después supongo que es que algunos pudieron escapar del territorio alemán a Suecia y Suiza, por ejemplo. Pero no todos los judíos argentinos tuvieron esa suerte. De los archivos se desprende que las autoridades alemanas no aceptaron en todos los casos el pasaporte argentino. En este sentido, uno de los proyectos del estudio que estamos encarando la Universidad de Colonia y la Bar-Ilán es esclarecer el destino de esa gente. Hubo argentinos que fueron víctimas del Holocausto. Hay documentación que dice claramente que hay gente que fue enviada a Auschwitz. Mataron seguramente a algunos argentinos, porque no aceptaron sus pasaportes o porque no tenían órdenes de respetarlos.
–Después de la guerra, ¿cómo quedó la comunidad alemana después de la derrota, cómo quedaron los sectores nazis?
–Los nazis de la época de la guerra desaparecieron completamente de la vida pública. No hay indicios de que ninguno de ellos tuviera un puesto importante en alguno de los clubes o de las asociaciones. Habría que averiguar cuál fue la respuesta de la comunidad alemana a la derrota; eso todavía no está claro. No hubo realmente una depuración; las instituciones nazis fueron cerradas por el gobierno. A partir de ese momento, esos nazis se encontraban en círculos privados, en algún bar. Pero ya antes habían empezado a desaparecer de la vida oficial de la comunidad alemana. Los nazis más expuestos se retiraron de la luz pública. Y entonces aparecen personas como Freude. La mención más temprana de su nombre es en el ‘43, muy tarde en la guerra. Era una persona que hasta ese momento no aparecía en los informes y las cartas de la embajada, que se reorientó hacia personas que no habían tenido ningún contacto explícito con el partido nazi o con la embajada. Habían tenido contactos reservados. Freude, por supuesto, fue uno de los organizadores esenciales de la llegada de nazis a la Argentina, después de la guerra.

 

¿POR QUE JURGEN MULLER?.

Por Sergio Kiernan

El alemán latinoamericano

Cuando era estudiante, Jurgen Muller comenzó a leer a Gabriel García Márquez. Cien años de soledad fue su puerta de entrada a la literatura latinoamericana, el anzuelo que lo llevó a interesarse en la cultura del continente, a aprender la lengua, viajar y estudiar. “De la literatura pueden vivir los escritores, no los que escriben sobre los escritores. Y de todos modos a mí terminó interesándome más el lado sociológico, histórico y político de América latina”. Este alemán grandote, tempranamente canoso, simpático y fumador logró mezclar este interés por el sur con su temprano interés por el pasado nazi de su país. Doctor en Historia, colaborador científico en la Universidad de Bonn, 37 años, es el lado alemán de un flamante convenio entre la Universidad de Colonia y la Universidad Hebrea Argentina Bar-Ilán para estudiar el impacto del nazismo en la colectividad alemana en Argentina entre 1930 y 1960, la vida y persecución de los argentinos judíos en la Europa ocupada, y “la colaboración y conflictos de los representantes oficiales argentinos en Alemania y Europa con el Tercer Reich”.
“Nuestro proyecto quiere resolver algunas de las muchas cuestiones pendientes en estas áreas. Se centra en dos puntos: cómo vivieron y sobrevivieron los judíos argentinos en Alemania, y el impacto del nacionalsocialismo en la comunidad alemana. Ese es un tema que empezamos con el desarrollo del antisemitismo en la comunidad alemana, y vamos a ver cómo se desarrolla. Tenemos que encontrar subsidios para este tema, porque la ciencia cuesta dinero y tiempo. Si tenemos la suerte de recibir los fondos adecuados, vamos a trabajar en los próximos años”.
Muller tiene un interés personal en esta agenda académica y siente un deber moral. “El estudio del nacionalsocialismo en la Argentina me permitía combinar varios campos que me atraen personalmente. El tema del nazismo en Argentina me interesa desde hace diez años. Empecé a trabajar en una tesis, un estudio comparado entre Argentina y México entre los años 30 y el final de la guerra. Además, yo lo veo como una obligación que tenemos los alemanes sobre la base de la historia que tenemos y lo que hicieron nuestros antepasados con los judíos en Europa, de esclarecer estos asuntos, de ver qué y cómo pasó con los judíos. Como científicos tenemos la obligación de hacer eso y de entrar en contacto con instituciones de la comunidad judía”.
Miembro de uno de los equipos que intentan reconstruir el pasado nazi en la CEANA, la ya polémica comisión que investiga las actividades nazis en Argentina, Muller intenta “cuantificar los alemanes nazis que llegaron aquí, los criminales de guerra que vinieron. La documentación que existe en Alemania no se investigó nunca de modo sistemático, apenas alguna gente trabajó con parte de esos documentos. Es la primera vez que se va a analizar sistemáticamente todo lo que hay en el Ministerio de Relaciones Exteriores, los informes del embajador, el material que hay en el Archivo General de Alemania, y sobre todo en el Ministerio del Interior. En el ministerio están los informes de la época y también los del servicio secreto alemán. Los archivos del servicio secreto no están abiertos a los investigadores, pero tenemos una documentación complementaria, de donde se desprenden algunos vínculos entre nazis en la Alemania de posguerra y nazis en Argentina. Finalmente hay un gran archivo judicial, que contiene un 90 por ciento de los procesos que se hicieron en contra de nazis en la época de la posguerra.”

 

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