La memoria de Portal El animador Raúl Portal hace o su
hijo Gastón hace y él conduce uno de los mejores programas de la actual
televisión argentina. Más allá de detalles menores, P.N.P. se ha convertido
en un resaltador de vicios, defectos y pequeñas cretinadas de la televisión, sin por
ello perder su tono lúdico, juguetón. P.N.P. ha ayudado a la creación de
una generación de espectadores que mira televisión con mucha menor candidez que las
anteriores, con ojo crítico, aun cuando se trate de productos bizarros, como los de Ante
Garmaz y Lita de Lázzari. El programa es incluso más importante que su efecto inmediato:
ha ido colaborando con la formación de una memoria residual, en que cada quien va ganando
su lugar, lentamente. Es decir: la gente perdona, disculpa y hasta olvida un error, dos o
tres. Pero cuando en un programa el error y hasta el horror son constantes, la gente
archiva esos datos en su memoria. Esa memoria construye el inconsciente colectivo. Si
Televisión abierta se recordará dentro de diez años como postal de una
época en que la gente común salía por televisión a pedido, P.N.P. quedará
como testimonio de un momento en que a veces los aficionados hacían de profesionales. Y
cobraban como ellos.
La sección Espectáculos de Página/12 ha dicho esto varias veces, y en distintos modos.
No se ha privado, sin embargo, de criticar al programa cuando le ha parecido justo, ni de
recordar un tema que Portal quiere convertir en tabú: su
pasado de hombre de prensa de la dictadura militar 1976-1983. A Portal no le ha gustado
jamás el tenor de las notas críticas y lo ha hecho público desde su espacio, en algunas
ocasiones con gusto dudoso, pero en su derecho. El año pasado, por ejemplo, en momentos
en que su hijo estaba por perder un juicio con Cris Miró por haberlo insultado haciendo
alusión a su sexualidad, Portal trató repetidamente al autor de una nota publicada en
este diario, sobre su programa, de homosexual oculto.
Este año está mas sacado: en una entrevista promocional en la nueva revista El
Espectador, trata a este diario de ejercer un supuesto fascismo de izquierda (¿¿???) por
recordar su pasado. Es cierto, yo adherí al Proceso, dice en la entrevista.
Pero después repudié lo que estaba pasando. Y no me enriquecí. Ahora, cuando
hagan la crítica de la nueva temporada de P.N.P., seguro van a poner un
recuadro sobre mi pasado. Hacen periodismo de prontuario. Me han condenado. Luego,
aclarando bien los puntos sobre su pasado, dice que no fue vocero del dictador
Jorge Rafael Videla sino que sólo trabajó en las oficinas de prensa de la
Casa Rosada, hasta 1978. Es decir hasta el año del Mundial, cuando ya habían
desaparecido la enorme mayoría de los 30 mil.
Que los penepianos saquen ahora sus propias conclusiones, diría el pensador democrático
Mariano Grondona. |