DENUNCIAN QUE EL CBC CERRARIA EN MERLO
Una sede en extinción

Una de las doce sedes del Ciclo Básico Común corre el riesgo de desaparecer, según denunció un grupo de profesores. Alarmados por el paulatino cierre de cátedras y cursos que este año alcanzó, de acuerdo con sus cálculos, a treinta comisiones, los docentes temen perder su trabajo en poco tiempo. En la sede de Merlo trabajan cerca de cien docentes y para el ciclo lectivo que comenzará el 29 de este mes se inscribieron casi ocho mil estudiantes. Bajo el lema “No permitamos el cierre de la sede universitaria en Merlo”, los profesores del CBC protestaron por “el cierre de cursos que sanciona a miles de alumnos del cada vez más olvidado, empobrecido y marginado conurbano bonaerense y deja en la incertidumbre laboral a decenas de profesores universitarios”. Frente a la denuncia, y en diálogo con Página/12, el director del ciclo básico, Alberto Fernández, desmintió la versión y afirmó que la unidad académica seguirá funcionando normalmente: “Nunca se pensó en cerrarla. No estamos eliminando cursos, sino trasladándolos a otras sedes”, dijo. No obstante, el conflicto existe: esta semana las autoridades académicas se reunirán con el gremio docente de la UBA (Aduba). Mientras tanto, el CBC se prepara para estrenar una nueva sede en Escobar (ver recuadro).
El temor de los profesores comenzó a gestarse a fines del año pasado, cuando la Secretaría Académica del CBC les informó que se iban a cerrar algunos cursos para el primer cuatrimestre del ‘99. De hecho, todos los ingresantes en la UBA que se anotaron en Merlo no podrán cursar allí las siguientes asignaturas: Economía, Sociología, Ciencia Política, Derecho y Filosofía. La inquietud docente por el cierre de los cursos estalló en una de las cátedras de Economía. Su titular, Jorge Marchini, considera que “eliminar materias de una zona marginada como Merlo es quitarle a muchas personas la posibilidad de acceder a la universidad pública”. Consultadas por este diario, las autoridades del CBC sostuvieron que se decidió clausurar comisiones de algunas materias para abrir cursos de las asignaturas más demandadas. Explicaron que el procedimiento es habitual, que los alumnos podrán terminar el CBC en Merlo (si, más adelante, se vuelve a modificar la lista de materias incluidas) o en otras sedes, y que los profesores serán reubicados en las demás unidades. Pero los docentes temen que no sea así. “Esto es absurdo –se indignó un profesor que prefirió mantener su nombre en reserva–. Nos renovaron los contratos, pero hasta ahora no nos asignaron ningún curso. Si estamos un cuatrimestre sin trabajar, lo más probable es que, después, nos echen porque estuvimos todo ese tiempo sin cumplir ninguna función.”
La sede del CBC en el oeste bonaerense funciona en un pequeño edificio de ocho aulas, donde este cuatrimestre 7600 nuevos inscriptos se amontonarán con los alumnos que no pudieron terminar de cursar el año pasado. “La demanda de los alumnos es muy grande y excede la capacidad del edificio –explicó Eduardo Laplagne, secretario académico del ciclo de ingreso en la UBA–. Buscamos hacer el uso más racional y eficiente posible del espacio. Por eso, como todos los años, modificamos la cantidad de materias que se dictan para tratar de satisfacer a todos los estudiantes.”
En cambio, un docente de Sociología, Miguel Etchegoyen, postuló otra explicación ante los cierres de comisiones: “Este año, el presupuesto del ciclo básico bajó de 19 a 15 millones de pesos. La reforma de la UBA está avanzando cada vez más y esto implica la próxima desaparición del CBC. Las autoridades decidieron que una forma de solucionar el problema presupuestario es concentrando en determinadas sedes el ingreso para determinadas carreras, lo que conlleva, por ejemplo, dictar sólo materias de ciencias sociales en algunas zonas y de ciencias exactas en otras. En Merlo, parece que se inclinaron por las ciencias naturales y descartaron lo demás. La idea final es que, cuando el CBC ya no exista, en Merlo sedicten carreras completas. La cuestión es qué va a pasar con todos los puestos de trabajo”.
Mientras tanto, Aduba, el gremio de los docentes de la UBA, se reunirá esta semana con las autoridades del CBC para tratar de encontrar una solución al conflicto: “Es cierto que los profesores pueden continuar trabajando en otras sedes, pero es una posibilidad para pocos y hecha a las apuradas. Nosotros exigimos que se les respete la cantidad de asignaciones que tiene cada docente y que, si hay que hacer alguna modificación, se haga con su consentimiento”, dijo Daniel Ricci, secretario adjunto del sindicato.

EN CONADU SE PELEAN POR PARAR
Se viene otra huelga

Las dos conducciones paralelas del gremio de los docentes universitarios, la Conadu, se están disputando el primer plano en el reclamo de un aumento salarial. El sector que reivindica a José Luis Molina como secretario general se reunió el fin de semana pasado en La Rioja para denunciar el despido de 50 docentes y fijar un paro para el 8 de abril. La otra porción del gremio (que desconoce a Molina) realizó ayer una huelga con alto nivel de acatamiento, según fuentes sindicales.
Los secretarios generales de las universidades fieles a Molina se trasladaron hasta los claustros de la Universidad de La Rioja para realizar un plenario y, a la vez, repudiar la gestión del rector Enrique Tello Roldán, declarado persona no grata. Después de los despidos realizados en febrero, el gremio local decretó el estado de emergencia académica; los profesores del Colegio Universitario San Martín mantienen un paro desde hace una semana; y peligra el comienzo de las clases en el resto de la universidad. Durante el pasado fin de semana, la guerra entre el rector y los docentes, cobró carácter mediático al intercambiarse duras acusaciones a través de solicitadas publicadas en un diario local, El Independiente. “El rector toma la universidad como un sultanato. Indiscriminadamente y sin respetar los estatutos cesanteó a 60 docentes este año y a 80 el año pasado”, denunció Gustavo Di Marzio, secretario de Conadu. “Se trata de una política de permanente persecución a los opositores a su gestión”, completó la titular del gremio local, Estela Cruz, que se enfrenta con un juicio académico. Dos de los profesores despedidos, algunos con más de 20 años de antigüedad, elevaron recursos de amparo ante el Justicia Federal de la provincia. El resto, reclama el aumento salarial acordado en paritarias y exige la inmediata convocatoria a una paritaria local. Durante el plenario también se elaboró un cronograma de lucha en reclamo del pago del aumento acordado a nivel nacional para este año. “El ocho de abril haremos paro. Y si no se paga el aumento retroactivo correspondiente a enero, febrero y marzo, el 27 de abril un nuevo plenario decidirá hacer otra huelga, esta vez por 48 horas”, amenazó Di Marzio.
Por su parte, la fracción de Conadu que desconoce a Molina realizó ayer un paro nacional en reclamo de la inclusión en el presupuesto 1999 de 105 millones de pesos, que corresponden a un plan de recomposición salarial y reforma laboral que el gobierno decidió omitir. “El acatamiento fue del 80 por ciento, con un 90 por ciento en la ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mar del Plata y Entre Ríos y un 100 por ciento en Formosa y San Luis”, se informó desde la Asociación de Docentes de la UBA.

Todo salió mal en la inscripción de Diseño Gráfico

En la Facultad de Arquitectura (UBA), los alumnos hicieron cola todo el día para no quedarse sin cupo. Además, debieron pagar.

Por Cecilia Sosa

“Se supone que instalaron el sistema con tarjetas magnéticas para agilizar la inscripción. Pero el espectáculo fue vergonzoso: llegué a la facultad para inscribirme a las 6 de la mañana y salí a las 15.30. Y, para colmo, tuve que pagar.” Así contó Ana Laura cómo fue el primer día de la inscripción para la carrera de Diseño Gráfico, en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA). Ayer a la madrugada, más de 1500 alumnos se apretujaban ante la puerta de ingreso del Pabellón III de Ciudad Universitaria. Algunos hacían cola desde la noche anterior. Todos temían quedarse sin lugar en las materias que tienen un riguroso sistema de cupos. Al término de una jornada cargada de gritos, empujones y malhumor, se inscribieron 2900 alumnos, muchos de ellos con bronca por haber tenido que pagar para anotarse. “No hay recursos y cuesta mantener la facultad abierta. El promedio de ocho pesos que pagan los alumnos se usa para pagar la luz y mantener el edificio y las aulas en condiciones”, reconoció Marcelo De Cusatis, secretario académico de Arquitectura.
La presencia de aranceles en Arquitectura (que rige para las cinco carreras de la facultad) ya había generado disputas en febrero pasado, luego de que Página/12 revelara que, desde este año, los cursos de verano les costaban a los alumnos entre 18 y 25 pesos. Y, ahora, la necesidad de pagar para anotarse en materias y exámenes se suma al conflicto desatado en la Facultad de Medicina, donde son también los estudiantes los que cargan con el costo de un sistema informático de inscripción. Y reaviva el debate acerca de si la Universidad pública debe albergar aranceles, aun durante la actual crisis presupuestaria.
–¿Por qué fue tan conflictiva la inscripción, si está informatizada? –preguntó este diario a De Cusatis. “Hay tiempo hasta el viernes para anotarse. Pero ayer vinieron todos de golpe y, cuando se junta tanta gente, siempre hay problemas. Les habíamos asegurado que todos iban a tener cupo. Pero desde las ocho de la noche había gente haciendo cola”, alegó. Para los estudiantes, el apuro tiene razones. “Hay muy pocas cátedras para materias troncales como Diseño I y II; y pocas de ellas son buenas. Por eso, como tienen cupo, nadie se quiso quedar afuera”, explicó Caterina.
Dentro de la UBA, la Facultad de Arquitectura fue pionera en aplicar la inscripción informatizada y arancelada. Allí, desde 1995 se paga la inscripción en materias y exámenes. Para hacer el trámite hay que comprar una tarjeta magnética que cuesta entre cuatro y ocho pesos, según la cantidad de créditos que incluya (pueden ser 10, 15 o 20). Las seis computadoras ubicadas en el hall central de la facultad digieren cuatro créditos por una materia anual y dos por una cuatrimestral. El tradicional sistema gratuito sobrevive, pero sólo marginalmente: el 70 por ciento de los estudiantes paga para inscribirse, según cifras aportadas por la Secretaría Académica.
“Si era para facilitar las cosas, la verdad no se notó”, ironizó Ana, después de esperar más de ocho horas para estar frente a frente con la máquina. “Y si hubiera querido anotarme con el sistema gratuito, todavía estaría haciendo cola”, agregó anoche. “En el Departamento de Alumnos se anotó gratuitamente todo el día”, aseguró De Cusatis. Pero admitió: “Vamos a hacer un balance. Y si es necesario, arbitraremos una nueva forma de inscripción, descentralizada y fraccionada, para que no vengan todos juntos. Hoy se inscribieron casi todos”.

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