Pedro Pou no
se da por vencido. Ayer pidió la colaboración de la Reserva Federal estadounidense para
dolarizar la Argentina, disipando así según cree las dudas de los inversores
y el contagio de las crisis que sufren otras áreas (Asia) o países (Rusia, Brasil) del
mundo. Mientras tanto, el Fondo Monetario difundió un documento en favor de la
dolarización de las economías emergentes, pero sin referirse estrictamente a la idea que
impulsa el gobierno argentino. Este quiere eliminar el peso y adoptar el dólar en su
lugar, mientras que el FMI afirma que la dolarización puede ayudar a recuperar el
valor de las monedas propias de cada economía. A su vez, Carlos Sánchez, ex
viceministro de Economía y actual presidente del Banco Provincia, se pronunció contra el
proyecto oficial por la confianza que existe hoy en el peso (ver recuadro).
Quien le aportó un toque de ironía a la cuestión fue Dominique StraussKahn, ministro
francés de Hacienda, al proponer que América latina se olvide del dólar y se decida por
la adopción del euro. Si van a hablar de atarse a una moneda, deberían hablar de
la eurorización, le dijo a la prensa en el marco de la asamblea que ayer clausuró
el BID en París. Allí mismo, Michel Camdessus, director ejecutivo del Fondo, insistió
con su escepticismo: La dolarización, o la creación de una moneda supranacional,
no es la panacea para Latinoamérica, dijo, mientras recordaba que a los europeos
les llevó más de cuatro décadas alcanzar la integración monetaria. Franceses al fin,
Strauss-Kahn y Camdessus no se someten a la hegemonía de Estados Unidos y su moneda.
También resultaron sugestivos los argumentos de que se valió Pou para respaldar su
postura en Madrid, en el marco de unas previsoras jornadas convocadas por el fusionado
Banco Santander Central Hispano y el Banco Mundial para debatir cómo gestionar el riesgo
financiero global en el siglo XXI. Según explicó el presidente del BCRA, existen dos
elementos vulnerables a las crisis: el sector financiero y el sector público. En su
análisis no parece entrar el sector real, que por no ser vulnerable a las
crisis no necesita políticas que atiendan sus problemas.
Pou explicó que, en momentos de crisis, países en vías de desarrollo como la
Argentina, deben disponer de un alto nivel de liquidez para financiarse, ya que se les
cierran las puertas de los mercados de capitales por la desconfianza de los inversores. La
política de liquidez prosiguió es un elemento fundamental en un país en
desarrollo, y la clave es que la deuda pública esté bien estructurada. Más allá
de la obvia alusión crítica a Brasil, el razonamiento no explica por qué la renuncia a
la propia moneda bajaría el riesgo país y garantizaría el permanente acceso al crédito
y la afluencia de capitales. Pou identifica riesgo país con riesgo devaluatorio, pero los
economistas niegan esta igualación.
Por su parte, Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, se
jugó: dijo que no está ni a favor ni en contra de la dolarización, pese a que esa
entidad puso el tema sobre el tapete de su reunión anual. Lo que sí sostuvo el
hispanouruguayo es que la región tendrá que pensar algún día en una unión monetaria
supranacional si quiere avanzar hacia la integración económica. Como institución
no tenemos ninguna posición sobre la dolarización aclaró. Pero si el tema
es discutible a nivel académico, es mucho más discutible aún en el mundo
político.
El tema está envuelto en varias contradicciones. Por un lado, ha sido lanzado por un
gobierno supuestamente saliente, al que no le alcanzará el tiempo para materializar la
conversión. Por el otro, se supone que atiende el interés norteamericano de emblocar el
continente en su área, pero en los hechos tanto la Reserva Federal como el Tesoro
estadounidense reaccionaron con rechazo o frialdad ante la propuesta. Temen que la
dolarización hemisférica debilite al dólar en el mismo momento en que debe enfrentar el
desafío global que le plantea el euro. Fríamente analizado, Washington tiene más para
perder que para ganar con una alianza monetariaque, por otro lado, es rechazada de plano
por países como México, Brasil y Chile, que no quieren resignar sus propios instrumentos
de política.
El Provincia con el peso El presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires (BAPRO), Carlos
Sánchez, advirtió ayer que el proyecto de dolarización impulsado por argentina
puede provocar fricciones en el Mercosur. Para el banquero se trata de una
propuesta política del Gobierno que no se justifica, además, porque no hay una
situación de ataque contra el peso y existe un gran nivel de reservas y depósitos. En
cambio, el titular del BAPRO, quien participó de la asamblea anual del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) reunida en París, consideró que sería muy
bueno tener una moneda única en el Mercosur.
Para el ex viceministro de Economía de Cavallo adoptar una moneda regional permitiría
eliminar la volatilidad que originan los distintos tipos de cambios. Además, el banquero
aseguró que no existen condiciones que deban apresurar una eventual dolarización, porque
no hay presión contra el peso y existe un gran nivel de reservas y
depósitos. Por otra parte, Sánchez explicó que si se pasara al dólar se
eliminaría el riesgo de devaluación, pero no se eliminaría el riesgo país que se
vincula a la estabilidad fiscal. Y aclaró que la disminución del costo financiero
depende del riesgo país. Además, recordó que Roque Fernández reconoció que se trata
de un proceso que abarcará entre dos y tres años. |
AUDIENCIA PUBLICA POR EL DESTINO DEL
AEROPARQUE
Todo a Ezeiza o de pequeño cabotaje
El Organo
Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos decidió convocar a una consulta amplia de
opinión para decidir si se autoriza al consorcio presidido por Eduardo Eurnekian a
ampliar el plan de inversiones adicionales con el objetivo de mantener operativo el
aeroparque Jorge Newbery después del 2005. Según el plan presentado por Aeropuertos
Argentina 2000, concesionario de las principales estaciones aéreas del país, el
aeropuerto metropolitano sería trasladado íntegramente a Ezeiza para construir un único
núcleo para los vuelos internacionales y de cabotaje.
Según la gacetilla difundida ayer por el Orsna, órgano que preside Rodolfo Barra,
Eurnekian modificó ese planteo original que, en rigor, aún no ha sido aprobado
definitivamente. Esta segunda alternativa consistiría en mantener en funcionamiento el
aeroparque metropolitano, aunque sólo para vuelos de cabotaje cuya distancia no supere a
la que separa Capital Federal con la ciudad de Córdoba.
El texto no especifica de dónde el concesionario prevé obtener los recursos para
financiar las inversiones adicionales, necesarias para mantener operativa esta estación
aérea. El misterio podría ser develado hoy, durante la visita que Barra debería hacer a
la Comisión de Transporte de la Cámara de Diputados para explicar, entre otras
cuestiones, la rebaja del canon con la que se benefició en enero al adjudicatario.
Sin embargo, dado que a último momento se supo por fuentes del Legislativo que el titular
del Orsna se excusó de asistir al encuentro, tampoco los convocantes podrán saciar sus
interrogantes.
Gracias a la consulta amplia de opinión, podrán expedirse sobre la posibilidad de
mantener operativo Jorge Newbery la Fuerza Aérea Argentina, el gobierno de la ciudad
autónoma, varias asociaciones de usuarios (como Adelco) y empresas representantivas del
sector, como Aerolíneas Argentinas, Austral, Lapa o Dinar.
LEVE BAJA DE TASAS DE TARJETAS
Por un simple veto
Desde que
la Secretaría de Industria y Comercio comenzó a publicar el costo de los bancos para
financiar compras con dinero plástico, las tasas en pesos cayeron de un promedio del 48
por ciento al 39. En tanto, el costo del financiamiento en dólares, por el contrario,
registró una suba del 25,7 al 26,8 por ciento.
La información surge del relevamiento mensual dado a conocer ayer por el organismo que
comanda Alieto Guadagni. Lo que la Secretaría de Comercio no comenta es el autoajuste de
los grandes bancos no demasiado notorio adoptado a inicios de este año. Se
trató de una prenda de negociación para lograr el veto presidencial a la ley que fijó
un tope de alrededor del 25 por ciento para este tipo de financiamiento.
En febrero último las entidades que mostraron el costo más bajo en el caso de
financiaciones en pesos fueron el Banco Real (28 por ciento), el Banco Empresario de
Tucumán (28,9) y Banco de la Ciudad de Buenos Aires (29,8 por ciento). En tanto, el más
caro resultó el de Corrientes (58 por ciento).
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