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Por Marcelo Justo desde Londres La privatización del sistema de salud, piedra angular del proceso de reforma sanitaria en América latina, está fracasando en todo el continente. El veredicto es doblemente impactante porque proviene de una publicación de la prestigiosa y conservadora revista The Economist, adalid de las privatizaciones a nivel mundial. Las reformas no han alcanzado los dos objetivos que se plantearon: equidad y eficiencia, dictamina un reciente informe de la Health Care International, publicación especializada en Salud Mundial. En Argentina, el fracaso es especialmente estrepitoso si se tiene en cuenta que a principios del proceso de reforma en los 90, el Banco Interamericano de Desarrollo la citó como la más importante reforma del sistema de salud en América Latina en los 90. La reforma en Argentina ha seguido la misma trayectoria vital que en el resto de América latina. Según la publicación del The Economist, la retórica oficial de la equidad y la eficiencia que sustentó los cambios escondía otras razones de fondo para el viraje operado en la política sanitaria continental en la presente década. Entre las más importantes, la Health Care International cita la situación macroeconómica y los cambios ideológicos que ocurren a fines de los 80, así como la explosión en el gasto médico a nivel mundial y las crecientes expectativas del consumidor, especialmente el de la clase media, que aspiraba a tener acceso a lo más avanzado de la atención médica. La comparación cotidiana que hacía la clase media de los servicios suministrados por el Estado con los que ofrecía la empresa privada fue un factor que se dio en toda América latina, señala el informe. La combinación de estos factores se reflejó en la aplicación a la salud de la misma lógica de mercado que se había impulsado para otros servicios públicos como ferrocarriles o telecomunicaciones. Según el nuevo paradigma reinante, la única manera de solucionar la clara ineficiencia del sistema de salud era abriéndolo a la iniciativa privada y la competencia. Mediante esta varita mágica se disolverían los monopolios, los mercados cautivos y la burocracia que paralizaban el servicio sanitario, y el gran beneficiario sería el consumidor, que a través de su libre elección eliminaría del mercado a los ineficientes. En teoría sólo sobrevivirían los prestadores (sanatorios, hospitales) y financiadores (prepagas, obras sociales) que fueran competitivos, es decir que ofrecieran mejor servicio a menor costo. La publicación reconoce que las reformas fueron llevadas a cabo con gran celo intelectual. Sin embargo indica Health Care International, las políticas no tomaron en cuenta la experiencia internacional en la materia y se realizaron sin un adecuado marco regulatorio. El resultado ha sido que los los pobres han quedado peor parados, en gran medida porque dada la falta de regulación, se favoreció el llamado proceso de descremaje por el que las aseguradoras privadas arrasaron con lo más suculento del mercado de la salud (jóvenes y con buenos sueldos) mientras que el Estado debía lidiar con el resto (sectores más necesitados de atención médica y con menores recursos para financiarla). Según la publicación del The Economist, esta tendencia se percibe aún en sistemas de salud más complejos como el tripartito argentino (Estado, obra social y prepaga). Según la Health Care International, la actual apertura de las obras sociales corre el peligro de ser una privatización encubierta que erosione los mecanismos de equidad presentes en el sistema. A pesar de este panorama, la Health Care International no busca el remedio en un regreso al modelo previo. La respuesta en América Latina no es dar marcha atrás. Los monopolios en la salud y la falta de competencia tienden como en cualquier otro sector a la ineficiencia y dejan de lado el crucial tema de la satisfacción del consumidor, indica el Health Care International. La publicación del The Economist plantea la posibilidad de una política aún más radical que llegue a la privatización de todo el sistema nacional de salud tal como ha sucedido con otros servicios pero subraya que lo más importante es ganar claridad y transparencia en lo que se hace y por qué se lo hace, en fijar objetivos que sean medibles y comprobar que se cumplan.
OPINA UN EXPERTO BRITANICO SOBRE LA ARGENTINA Por M.J.
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