Por Cristian Alarcón
La desaparición hace
más de un mes en California de la joven cordobesa Silvina Pelosso y sus dos amigas Julie
y Carole Sund tuvo ayer lo que sería un final trágico anunciado hace más de una semana.
El mal llegó hasta lo más profundo de la montaña, a un lugar donde clandestinamente los
norteamericanos de la zona tiran basura y electrodomésticos inútiles. Allí, quien las
raptó, escondió el automóvil de sus víctimas, y en el baúl del Pontiac rojo, los que
serían restos de los cuerpos de dos de ellas. Ayer fueron hallados por el
FBI, imposibles de reconocer después de haber sido incendiados junto a la máquina,
convertida en una chatarra. El hallazgo del coche y de los cadáveres confirmó la
hipótesis de un crimen violento, que venía siendo anunciada por James
Maddock, el hombre al frente de los 500 federales que trabajan en la investigación del
hecho. Ayer un batallón de agentes y voluntarios continuaba en la búsqueda del tercer
cuerpo. Maddock también informó que tomará tiempo determinar la identidad
de los restos. Y un funcionario del FBI dijo que en las últimas 24 horas
aparecieron muchas pistas, y estamos seguros de que hay gente que sabe cómo
sucedieron las cosas. Pedimos que hablen.
Las familias de las mujeres Silvina, de 16, Carole, de 43, y su hija Julie de
15 entraron ayer en un silencio de duelo después de la noticia del macabro
hallazgo. Los padres de Silvina, Raquel y José Pelosso, habían intentado mantener las
esperanzas de encontrar a su hija con vida, aún después de que el jueves apareciera el
auto. En ese momento James Maddock repitió varias veces en una conferencia que no habían
encontrado restos humanos en el interior del automóvil. Pero ayer el FBI emitió un
informe de prensa en el que señala: Esta mañana (por ayer temprano) mientras se
revisaba el auto se descubrieron los restos de dos cuerpos. Las familias de las
desaparecidas fueron inmediatamente notificadas. El cónsul argentino en California,
Luis María Kreckler, fue el encargado de transmitirle la noticia a los Pelosso, junto con
un agente del FBI. Lógicamente están destruidos y muy shoqueados, no se sabe si
Silvina es una de ellas, dijo. Consultado sobre si en el auto se encontraron efectos
personales, Kreckler dijo ayer no pudieron confirmar si había cuerpo, así que
imagínense si en esas condiciones habrán podido encontrar efectos personales.
El Pontiac rojo patente 4BMV025 había sido alquilado en San Francisco por Carole para
hacer la excursión por el Parque Yosemite que nunca pudieron concretar. Fue visto por
última vez en una estación de servicio la noche del 15 de febrero cerca del hotel de El
Portal, Cesar Lodge, a poco de la entrada al Parque Nacional Yosemite. Desde entonces
nunca se detuvo la búsqueda del automóvil y las mujeres pero la zona donde finalmente
apareció, al costado de un camino desolado en el sistema de Sierra Nevada, no había sido
rastrillada. El lugar, a cinco minutos de la ruta 108, queda a 90 kilómetros de El
Portal, la zona donde durante semanas se concentró la búsqueda. Y está a 160
kilómetros de Modesto, la ciudad donde un adolescente encontró el 19 de febrero la
billetera de Carol Sund, en una esquina céntrica.
¿Quién es el asesino?, es la pregunta que ya no pueden esquivar los hombres del FBI.
Ayer Maddock dijo que quien escondió el Pontiac en Strawbery, una zona de pistas de
esquí a 1600 metros de altura, es una persona familiarizada con el área. La cautela de
Maddock no deja de complicar la situación de la única presa que ha conseguido el FBI
desde el 15 de febrero, cuando desaparecieron las tres mujeres: el limpiador de pisos del
hotel Cesar Lodge donde paraban Silvina y sus amigas Billy Strange, de 39.
Esta semana el FBI sumó un nuevo sospechoso, un amigo de Strange y ocasional compañero
de cuarto. Se trata de Darrell Gray Stephen, de 55, quien fue arrestado el domingo e
interrogado por el FBI sobre el destino de las mujeres. El propio Stephen se lo contó a
periodistas norteamericanos. Reconoció que fue condenado por robo y un ataque sexual,
pero negó estar vinculado a la desaparición de las mujeres. Está libre.
La situación de Strange, en principio, se complica por su pasado. Ex convicto, estuvo
preso con una condena de tres años por violencia sexual contra su ex esposa primero, y
luego contra su cuñada, con la que también mantuvo una relación. Strange estaba en
libertad condicional cuando hace quince días fue detenido por el FBI, porque
supuestamente se emborrachó. Los testigos de su detención no dicen lo mismo. A Strange
intentaron interrogarlo en el bar donde para habitualmente y de allí se les escapó a las
corridas. El sospechoso vive en un parque de casillas rodantes en El Portal, muy cerca del
hotel Cesar Lodge. Allí todo ha sido revisado por el FBI que, según los vecinos,
caminaron la superficie completa del lugar, con 24 hombres codo a codo. De la
vivienda de Strange se llevaron, según el testimonio de un amigo que presenció el
allanamiento, dos cuadrados de almohadones que había en la cocina, ropa, y de los cajones
de un mueble, objetos personales y documentos. Lo más comprometedor que encontraron los
policías allí fue un poco de marihuana. Pero nadie entiende por qué el hombre sigue
preso. Ayer vecinos de la zona donde se encontraron el auto y los restos dijeron haber
visto a las mujeres el martes 16. Louise Guthmiller, dueña de una estación de servicio a
dos kilómetros del lugar, declaró que creía haberles vendido nafta. Louise les
preguntó si estaban camino a casa. Y fue entonces cuando Silvina le contó que su casa
estaba en Argentina.
Informe en Estados Unidos: Mónica Flores Correa.
El viaje del horror
El 12 de febrero, Carole Sund, su hija Julie y Silvina Pelosso viajaron a San
Francisco. Allí alquilaron un Pontiac Grand Prix rojo y viajaron hasta Stockton.
Dos días después, llegaron al Hotel Cedar Lodge, en El
Portal, cerca del Parque Nacional Yosemite, que pensaban visitar.
El lunes 15, las tres mujeres fueron vistas en la recepción
del Cedar Lodge y Carole habló por teléfono con su marido. Esa fue la última vez que
Jens Sund tuvo contacto con su esposa.
El 17 de febrero, el hombre empezó a sospechar que algo les
había pasado porque nunca llegaron a la casa de unos familiares de los Sund que las
esperaban el martes 16.
El domingo 21, Raquel Pelosso, la madre de Silvina, viajó a
Modesto, alertada por Sund. El FBI, la policía de Mariposa, y la patrulla de caminos de
Estados Unidos buscaban a las desaparecidas. Sund ofreció una recompensa de 250 mil
dólares a quien aportara datos sobre el caso.
Una semana más tarde de la desaparición, fue encontrada la
primera pista: la billetera de Carole Sund fue hallada en una calle de Modesto.
El 11 de marzo, el FBI admitió que se trabajaba en la
hipótesis de un crimen violento.
El jueves 18 fue hallado el Pontiac rojo, totalmente quemado y
destruido.
Ayer el FBI informó que adentro del auto había dos cadáveres
calcinados. |
CALIFORNIA, TIERRA DE DESAPARICION DE NIÑOS Y
JOVENES
Demasiada gente que un día no vuelve
Por M.F.C. desde Nueva York
En el sitio de Internet
del FBI hay una sección dedicada a secuestros y desapariciones con las fotos de siete
mujeres norteamericanas y una bebita, Kamiyal Mobley, quienes, como la señora Sund y su
hija y la argentina Silvina Pelosso en su momento, desaparecieron sin dejar rastros. Los
ocho casos son un ejemplo mínimo, casi comparable a un grano de arena en una playa. En
realidad, el número de desapariciones misteriosas es altísimo. Sólo en California, la
Unidad de Personas Desaparecidas y no Identificadas, dependiente del Departamento de
Justicia, recibió denuncias de 157.497 casos de chicos y adultos perdidos en 1998.
Posteriormente, por cierto, muchas de estas personas reaparecen. Pero un buen número
jamás vuelve a ser visto. O si no, como alternativa terrible, se encuentran los
cadáveres, víctimas de algún crimen indescriptible.
La desaparición no respeta edades. En la ciudad de Nueva York, hubo tres casos más o
menos recientes que siguen desconcertando a los investigadores. Una pareja de artistas de
mediana edad, residentes del Village, desapareció y la policía sospecha del hombre que
les alquilaba el departamento, pero nunca pudo comprobar nada. También desapareció una
anciana acaudalada del East Side. En este caso hay dos detenidos, una madre y el hijo,
ambos con un rico prontuario criminal. Pero el cadáver de la vieja dama nunca se
encontró y las pruebas contra los sospechosos no son concluyentes.
Pero los niños y los adolescentes son el grupo más afectado por esta manifestación de
la criminalidad. Un grupo privado como el National Center for Missing and Exploited
Children, ha trabajado juntamente con las fuerzas policiales en la investigación de
62.734 casos de desapariciones denunciadas. Lo ha hecho con éxito porque más de 40.000
chicos han reaparecido pero las cifras si se piensa que la NCMEC es una
organización entre varias siguen siendo alarmantes.
La NCMEC dedica un área especial a la desaparición de chicas adolescentes, blanco
preferido de individuos con patologías sexuales. La organización brinda instrucciones a
las adolescentes y a sus padres para prevenir los secuestros, seguidos demasiado
habitualmente de violaciones y asesinatos, que proliferan en las noticias policiales de
los medios.
Como el problema de las desapariciones es tan grande, cada estado tiene un programa (o
centro) que se ocupa de las denuncias y que depende del Departamento de Justicia estadual.
Estos programas tienen archivos con la descripción de las características físicas y
dentales de las personas desaparecidas o no identificadas. Colaboran con las agencias de
seguridad en la localización de los desaparecidos e identifican personas vivas o muertas
por medio de la comparación de las características físicas, las huellas digitales y las
radiografías dentales y corporales.
El programa de California lleva un registro automatizado de chicos desaparecidos y publica
y distribuye periódicamente boletines sobre chicos desaparecidos, posters o fotografías
y ediciones informativas especiales. Tiene además una línea telefónica gratuita para
denuncia de casos que opera las 24 horas.
Historia de un viaje La historia de Silvina Pelosso es la de una chica de 16 años, cordobesa, de
una familia de clase media, propietaria de una fábrica de soda, que había viajado a
Estados Unidos a la casa de unos amigos de sus padres, los Sund. Carole Sund estaba
retribuyendo aquella estadía en Argentina, hace 25 años, cuando paró en casa de Raquel
Pelosso y se hicieron amigas íntimas. Tenían 18 años y eran estudiantes. Fue así que
Silvina, de 16, llegó a casa de los Sund en Eureka, al norte de San Francisco, el
diciembre. Silvina vivió más de dos meses en esa casa, iba al colegio con la mayor de
los cuatro hijos de los Sund, Julie, de 15. Las chicas conversaban mucho, patinaban,
hacían snowboard. Carole planificó varias excursiones para que Silvina conociera
California. El último obsequio era el viaje al Parque Nacional de Yosemite, uno de los
lugares más hermosos del oeste, famoso por sus árboles gigantes. Las tres volaron de
Eureka a San Francisco y allí Carole alquiló el Pontiac Grand Prix, modelo 99, patente
4BMV025, de color rojo, en el que luego desaparecerían. |
Córdoba marchó entre lágrimas
Unas 350
personas, la mayoría compañeros del colegio secundario de la joven Silvina Pelosso,
realizaron una marcha por el barrio cordobés de San Vicente, donde vive la familia, y
luego asistieron a una misa en la cual se rezó por el bienestar de la chica
desaparecida en California y por el de sus padres y hermanos. Aunque muchas jóvenes
lloraron angustiadas por las noticias que llegan desde los Estados Unidos, la
manifestación todavía alentó la posibilidad de un final feliz. El cartel que llevó la
columna decía: Tenemos fe y esperanza. Que Dios te ilumine en donde estés y te dé
fuerzas para que vuelvas con nosotros.
Los vecinos y amigos de la familia se reunieron ayer, a partir de las 18.30, en la plaza
Lavalle, ubicada en el corazón del barrio San Vicente. La concentración se realizó en
un clima de pesadumbre, en razón de las novedades sobre la aparición de restos de dos
cuerpos calcinados en el interior del automóvil donde viajaba. Romina, una compañera de
Silvina del Colegio Sarmiento, comentó respecto de las noticias: Estamos
desesperados por las informaciones que están llegando, pero debemos tener fuerzas para
seguir esperando que ocurra lo mejor.
El tono dramático que tuvo la marcha había comenzado horas antes, cuando las autoridades
de la escuela donde concurre Silvina, al enterarse de las novedades, resolvieron suspender
las clases en horario vespertino. A la marcha había sido invitada Paula Pelosso, la
hermana mayor de Silvina, pero finalmente se excusó de concurrir. Ella se comunicó con
los organizadores para pedirles que cambiaran el recorrido previsto inicialmente, que
incluía una parada frente al domicilio de la familia. Paula estuvo todo el día encerrada
en la casa, sin atender a la prensa, visiblemente conmocionada, según comentaron sus
allegados.
La cabeza de la columna, además del cartel, llevaba una bandera argentina, mientras los
compañeros de Silvina, como una señal de esperanza, lucían cintas de color verde
prendidas en el pecho. También había pancartas con la fotografía de la joven cordobesa
desaparecida y leyendas expresando deseos de una resolución favorable del caso que ha
conmovido al barrio San Vicente.
Durante toda la mañana había llovido en la capital cordobesa, pero el tiempo mejoró a
partir de las 18. Los jóvenes marcharon durante una hora y era notoria la congoja de los
amigos más cercanos de Silvina, que lloraron abrazados en distintos momentos de la
caminata. La columna, siempre en silencio, ingresó cerca de las 20 a la Iglesia de la
Inmaculada Concepción, donde se realizó una misa durante la cual se pidió la aparición
con vida de Silvina y por el bienestar de su familia.
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