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Para Duhalde, Menem no se presenta ni en las internas

El precandidato desembarcó ayer en la Capital con una caravana organizada por Jorge Argüello y  explicó que el Presidente no lepeleará la candidatura “porque no puede ser presidente por tercera vez”.

Por los barrios más humildes de la ciudad, Eduardo Duhalde y Jorge Argüello “recuperan” la Capital.
“Si le gano la interna a Menem, se debilita; si gana él, no puede ser candidato. Presentarse no es razonable.”

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Por F.Y.

t.gif (862 bytes) Convencido de que cualquier oportunidad es propicia para mandar mensajes al menemismo, Eduardo Duhalde aprovechó la caravana que organizó Jorge Argüello por las calles porteñas y recordó que Carlos Menem, su archirrival, “no se va a presentar en las internas”. Inmediatamente después alzó los brazos y comenzó el recorrido por Villa Lugano acompañado por Argüello, Alberto Fernández y otros duhaldistas de la ciudad.
Durante “el primer paso de la recuperación en la Capital”, como definieron los operadores del gobernador la caravana, el propio Duhalde se encargó de argumentar la razón por la que el Presidente desistirá de su capricho re-reeleccionista. “No se va a presentar porque al no poder ser después candidato presidencial, sería un esfuerzo para el partido muy grande e innecesario”, dijo Duhalde, al tiempo que agregó que “si a esta interna la gano yo, no servirá derrotar al Presidente ocho meses antes cuando necesita llegar con toda su fuerza hasta diciembre, y si gana él tampoco, porque no podría ser candidato. Entonces, es una postura, la de presentarse, no razonable para nada”.
Flanqueado por sus candidatos en la Capital, Argüello y Fernández, el gobernador bonaerense no dejó de referirse a los intentos reeleccionistas del menemismo y, mientras los tres saludaban al público que los miraba pasar, consideró que estos proyectos no tienen posibilidades de prosperar. Obviamente que el tema que siempre estuvo presente en las conversaciones y declaraciones de los que participaron de la caravana fue la consulta popular. Duhalde dijo que se realizará y “aunque no será vinculante en lo estrictamente jurídico, lo será desde el punto de vista político”.
El gran ausente de la jornada fue, sin duda, el senador tucumano Ramón Ortega. Oficialmente, el argumento utilizado para justificar el faltazo fue el conocido “tiene otros compromisos”. Sin embargo, algunos operadores reconocieron, en estricto off the record, que “Ortega tiene poca gente en Capital y los que le responden están participando en las dos listas que presenta el menemismo así que decidió mantenerse al margen de esta campaña”. De todas maneras y a pesar de la justificación que se utilizó, el gobernador Duhalde volvió a reiterar que “nada ni nadie nos puede hacer volver atrás en el acuerdo alcanzado con Ortega” para definir entre ambos quién será el candidato presidencial de la fórmula que integran, “contamos con la adhesión absolutamente mayoritaria de la dirigencia, la militancia y los simpatizantes justicialistas”, acotó.
Sin duda que las referencias al fuerte vínculo que existe entre Duhalde y Ortega responden a la necesidad de frenar los embates del menemismo contra el tucumano para que retorne a las filas del Presidente. Durante estos últimos días desde la propia Casa Rosada llegaron emisarios, el devaluado Alberto Kohan y el secretario de Prensa y Difusión, Raúl Delgado, hasta la sede de Ortega para tentarlo, pero no tuvieron éxito.
La caravana en la que ayer participó Duhalde fue la primera aparición de la fórmula del gobernador en Capital Federal. Exultantes estuvieron los precandidatos a jefe y vicejefe del gobierno porteño, Jorge Argüello y Alberto Fernández. Los tres, junto a los también precandidatos a diputado nacional, Roberto Digón, a senador Julio Bárbaro y a legisladora Juliana Marino, recorrieron los barrios Soldati y Villa Lugano y, según los organizadores, algo más de 25 mil personas saludaron el desplazamiento de los candidatos.
Argüello dijo que la movilización colmó las expectativas y que “permitió palpar la bronca que la gente tiene con el menemismo. Y estamos consiguiendo asociar esa bronca contra Menem y el PJ de Capital con la necesidad de un cambio y por ello creemos que nuestras posibilidades de triunfar son cada vez mayores”.
Algo más mesurado que su compañero de fórmula, Fernández sostuvo que “nuestro triunfo se basará en la calidad de nuestra propuesta pero también es cierto que el pésimo trabajo que hizo el menemismo en Capital, que está en pleno proceso de debacle, nos servirá de apoyo para crecer”.

 

EL DILEMA
Por James Neilson

Las mañanas de Menem

Carlos Menem quiere que dure para siempre, que nunca tenga que despedirse del poder que después de diez años es parte de su ser. Es por eso que ha estado tan dispuesto a apostar las últimas fichas que le quedan a la reelección. Si a pesar de todo triunfa, la proeza no le parecerá gran cosa: en 1995, festejó su victoria con amargura dando rienda suelta a su rencor hacia el periodismo. Pero si pierde, y nada hace pensar que esta vez la fortuna lo favorecerá, entonces sí tendrá motivos para lamentar su destino. En tal caso su futuro no será el de un ex presidente respetado, incluso por sus adversarios, que, con un poco de suerte, pueda esperar volver a gobernar luego del intervalo establecido por la ley. Pudo haberlo sido, pero Menem quiso más y, como muchos jugadores de su tipo, ha apostado tanto que necesitaría un milagro –uno que para el resto del país sería catastrófico– para salvarse de la ruina.
Si sólo fuera cuestión de las denuncias por enriquecimiento inexplicable que han estado lloviznando sobre su propia cabeza y la de sus allegados, Menem no tendría por qué preocuparse: la Justicia es lenta y se supone que el lobby de los corruptos sabría protegerlo. Pero al embestir contra la Constitución cometió un error muy grave: además de obligar a sus muchos adversarios a cerrar filas en defensa de la ley, lo cual de por sí los hará más legalistas en adelante, Menem los ha convencido de que es realmente un personaje muy peligroso que no se detendrá frente a nada ni nadie. Aunque el peronismo es un prodigio de flexibilidad, sería excesivo esperar que Menem siguiera siendo su jefe a menos que Eduardo Duhalde y sus amigos sean pulverizados. Sin el respaldo pleno del peronismo, empero, a Menem no le será sencillo ahorrarse un juicio político primero y después, quizás, una celda VIP en Devoto.
Si Menem fuera otra persona, podría alejarse de los que han aprendido a odiarlo y también mantenerse agradablemente ocupado encabezando alguno que otro organismo internacional, pero aun cuando quisiera intentarlo sería escasa la posibilidad de que encontrara una sine cura adecuada para un caudillo de sus pretensiones. Ultimamente, los encargados de subsidiar estos organismos se han hecho más exigentes que antes y entenderán que los talentos de Menem no son fácilmente exportables. ¿Se retirará, pues, a Anillaco para formular declaraciones cada vez más excéntricas y esperar a que la patria, el peronismo, cualquiera, lo convoquen antes de que empiecen a llegar las citaciones judiciales? Para un hombre de su temperamento esta opción sería sin duda muy triste, pero acaso sería la mejor.

 

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