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Por Felipe Yapur Carlos Menem gritó el viernes a los peronistas catamarqueños a triunfar, a triunfar, a triunfar, pero ni él se lo creyó. Ayer, el Presidente recibió tres golpes: la derrota de Ramón Saadi esfumó la última oportunidad de pelear por la re-reelección; los operadores menemistas comenzaron a sentir cierta desesperación ante la eterna indefinición de Carlos Reutemann. La única alternativa que el Gobierno tiene a mano para ganar un poco más de tiempo es una nueva postergación de la interna justicialista, situación que de hecho se concretará el próximo jueves cuando se reúna el consejo nacional del PJ. Mientras tanto, desde el duhaldismo miran con disimulada alegría la derrota saadista. El anunciado triunfo del Frente Cívico y Social en Catamarca y la excesiva publicidad que tuvo la reunión entre el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, y Eduardo Duhalde, llevaron a Menem a tomar la decisión de negociar directamente con el gobernador y evitar los intermediarios y sus irritantes consecuencias. Esta es la razón por la que ambos conversaron por teléfono el jueves pasado. La tregua está en marcha. Sin embargo, entre los ministros y legisladores que militan en el ultramenemismo hay cierta molestia por el sutil desplazamiento que están sufriendo desde hace unos días. Menem ya no escucha como antes a Carlos Corach, Jorge Rodríguez, Eduardo Bauzá y el devaluado Kohan, que insisten en que hay que saber retirarse a tiempo, si hasta los más exitosos pierden. Sólo basta recordar lo que le pasó a Charles De Gaulle o más cerca en el tiempo a Felipe González. Pero Menem no escucha, mejor dicho ahora le presta más atención al nuevo gurú: el secretario de Planeamiento Estratégico, Jorge Castro. El también periodista insiste, con marcado tono académico, sobre la imprescindibilidad del Presidente y su re-reelección en la segura continuidad del peronismo en el gobierno. A pesar de esta molesta situación, los ministros continúan machacando sobre la necesidad de que el candidato menemista en la interna sea Reutemann, quien mantendría esta semana un encuentro a solas con Menem. El Lole quiere que se cumplan varios requisitos: el abandono del capricho reeleccionista, el financiamiento para la campaña, el apoyo unánime de los gobernadores justicialistas y la postergación de la interna. El menemismo le prometió que este jueves las internas del 9 de mayo se llevarán hasta junio. El menemismo no lo reconoce, pero la derrota en Catamarca sumada a la fractura que existe entre los mandatarios provinciales del PJ, el fortalecimiento del binomio Duhalde-Ortega y la indefinición del Lole produjeron un debilitamiento que, a estas alturas, ni al propio gobernador de Buenos Aires le conviene. Ayer, el propio ministro de Gobierno, José María Díaz Bancalari, manifestó su apoyo a un acuerdo entre Menem y Duhalde. El ministro, un gurka del duhaldismo, jura que sus declaraciones no tienen nada que ver con las conversaciones telefónicas de su jefe, pero es difícil creerlo. Un dato para tener en cuenta: la firma del decreto que llama a la consulta popular en Buenos Aires, anunciada para hoy, está suspendida por el momento. Otra señal que envió el duhaldismo, y que marca la disminución de la lucha intestina, fue el silencio de sus representantes ante la derrota del PJ en Catamarca. Sin embargo, nadie puede dudar en la enorme sonrisa que debe haber mostrado el vicepresidente, Carlos Ruckauf, cuando escuchó que Corach saludó al flamante gobernador electo de Catamarca, Oscar Castillo, y de esa forma el gobierno nacional reconoció la derrota de Saadi. Todos en el duhaldismo saben que el catamarqueño y Alberto Pierri son enemigos declarados del precandidato a gobernador bonaerense.
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