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EL CANDIDATO DEL PJ SE REFUGIO EN EL SILENCIO
Cuando Saadi no puso la otra mejilla


Por Adrián H. Mouján
Desde Catamarca


t.gif (862 bytes)  “Encuestas a boca de urna de Hugo Haime y de otras prestigiosas empresas nos dan elna05fo02.jpg (12734 bytes) triunfo a nosotros”. Con esa frase, Ramón Saadi ingresó a la casa paterna, para tratar de atajar lo inevitable, una victoria del Frente Cívico en las elecciones catamarqueñas. Después de más de un par de horas de silencio, el ahora ultramenemista Raúl Rabanaque Caballero abandonó la casa de los Saadi diciendo: “perdimos, como tenía que ser. ¿Cómo vamos a presentar un candidato como éste?”.
Luego, Rabanaque abandonó la casa que habitó Vicente Leonides Saadi en República al 700, del centro de la ciudad. Pero la frase del ex dirigente del Partido Intransigente no sólo retrata la loca aventura que el presidente Carlos Menem se jugó al nacionalizar la campaña provincial, sino que también sirve para derrumbar la maniobra que realizó Saadi para embarrar el clima durante el escrutinio.
Saadi enfureció al escuchar el anuncio de dirigentes del FCyS de que habían triunfado y ordenó a sus operadores que convocaran al periodismo y a los militantes a la casa en la que todavía vive su madre, Alicia Cubas de Saadi. Apenas 25 minutos de pasadas las 18, Saadi ingresó a la vivienda y aseguró que “estamos ganando por dos puntos en la capital y ampliamente en el interior. Eso nos indican encuestas a boca de urna realizadas por Hugo Haime y otras empresas”. Inclusive habló de una consultora salteña, pero la única de esa provincia había sido contratada por el FCyS. Pero Haime aseguró a Página/12: “No realizamos ningún boca de urna”.
Saadi se encerró en las habitaciones de la casa y taponó el ingreso al pasillo. Vicente Leonides Dentone, hijo de Alicia, ofició las veces de control. Pocos minutos después salieron del lugar dirigentes de segunda línea del PJ con datos de algunas mesas en las que triunfaba Saadi.
Pero los medios locales comenzaron a brindar los datos oficiales y la cara de los más de sesenta militantes que ocupaban el hall de la casa fue cambiando.

 

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