Justo el día después Por Mario Wainfeld |
La Corte rechazó cuatro recursos presentados por ignotos afiliados justicialistas que pedían la habilitación de Carlos Menem para ir en pos de su segunda reelección. Nadie en el mundo esperaba que esos recursos prosperaran y menos que nadie los menemistas. Eran maniobras distractivas, todos sabían que su destino manifiesto era ser denegados por falta de consistencia porque es evidente que la autorización para un candidato supuestamente proscripto no puede ser pedida por cualquiera sino sólo por el propio damnificado o el partido que desea presentarlo. Esos recursos eran mulettos, globos de ensayo destinados tan sólo a instalar el tema, promover su discusión, acostumbrar (por saturación) a la opinión pública y una vez macerado el sentido común plantear un reclamo más sólido. Por ejemplo, que en vez de un don nadie, lo promoviera José Manuel de la Sota, gobernador electo de Córdoba, en representación del PJ. Al gobierno le convenía que esos expedientes truchos pendieran como espadas de Damocles por mucho tiempo mientras el Presidente sembraba mil maniobras distractivas, a la espera de su ofensiva definitiva. La Corte fue altamente funcional a esos anhelos manteniendo sin resolver contra toda lógica que no fuera el interés presidencial juicios sencillos y de enorme gravedad institucional. Trámites que cualquier manual de derecho indica que deben resolver velozmente. La Corte favorecía en su pasividad la táctica del Presidente, ganar tiempo y propiciar debates acerca de la re-re. La decisión de ayer no ha puesto fin a la vía judicial, ya que no sería incongruente con otra del mismo tribunal que habilitara la re-re pedida por el Partido Justicialista. Pero encierra un mensaje para el Gobierno: si la Corte sacó esos casos del freezer justo el día después de la derrota de la dupla Menem-Saadi en Catamarca, es porque quería hacer un gesto para despegarse del Presidente. Un gesto no definitivo pero que sugiere que los cinco miembros de la famosa mayoría automática también leen los diarios, siguen las encuestas y se han percatado de que el poder presidencial ha menguado, de que el rey, por ahora, está desnudo.
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