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Por Claudio Zlotnik Después de una hora y media de reunión con Roque Fernández, el Grupo de los Ocho sólo pudo mostrar un documento de seis páginas prolijamente abrochadas, con el membrete del Ministerio de Economía y la inscripción 1999-Año de la Exportación. En ellas, el ministro incluyó las medidas de gobierno tomadas en lo que va del año para afrontar la crisis. Pero, por el resto, los máximos representantes de las cámaras empresarias salieron anoche del Palacio de Hacienda con las manos vacías. Los miembros del G-8 llegaron a Economía todos juntos, cerca de las 19, sabiendo de antemano que la crisis los involucra de manera despareja. Mientras los industriales y el agro sufren por los temblores de la economía brasileña, el sector financiero tiene poco y nada para reclamar, tal como definió anoche a Página/12 un banquero, poco después del encuentro. Conocedor de la heterogeneidad que reina entre los empresarios, a quienes la crisis virtualmente dividió entre blandos y duros, Roque los esperó con el libreto en la mano. Intentando demostrarles que él y su equipo trabajan activamente para resguardar a todos de la crisis, el ministro repartió las seis hojas membretadas con el acuerdo alcanzado con el gobierno brasileño tras la devaluación del real, la rebaja de aportes patronales, la devolución del IVA a los exportadores, el Plan Brady para las pymes y el Plan Canje automotor, entre otros puntos. Las únicas novedades contenidas en el documento refieren a la creación de una comisión que analizará la situación tributaria provincia por provincia y la solicitud que Economía elevará a las concesionarias de los peajes en las rutas nacionales para que fijen los precios de acuerdo con el valor de los productos transportados. Vamos a analizar si estos puntos son suficientes para ir solucionando la crisis, dijo a modo de compromiso Julio Gómez, titular de ABRA (Asociación de Bancos de la República Argentina), convertido en el vocero de los empresarios tras el encuentro. La división empresaria quedó a la luz cuando Roque propuso ante el G-8 atenderlos por separado, en encuentros que se agendarán a partir del próximo 10 de abril. Fue casi todo lo que pudo hacer por ellos. El Gobierno podría tomar medidas puntuales, sectoriales. Esa es la única alternativa. No existen medidas mágicas contra la crisis, apuntó en diálogo con este diario el banquero Eduardo Escasany dejando entrever las diferencias que conviven en el seno del grupo. Acaso Enrique Crotto, de la Sociedad Rural, haya sido el único que pudo festejar algo después de verlo al ministro. Roque le prometió que no habrá aumento del impuesto al gasoil. Luego, mirando al conjunto de los hombres de empresa, negó que vayan a crearse nuevos tributos que sirvan para compensar la segura caída de la recaudación fiscal, a consecuencia del menor ritmo de actividad económica. Precisamente, la desaceleración de la economía y el temor empresarial a que se desborde el gasto público en medio de la campaña electoral fueron los primeros puntos analizados durante el encuentro. Si bien Roque no precisó un número, reconoció la caída de la actividad, que éste va a ser un año malo, pero que no habrá desbordes presupuestarios. No se autorizarán nuevos gastos, comentó Gómez durante la improvisada rueda de prensa. El ministro está preocupado por la circunstancia económica tanto como nosotros; pero nos vamos tranquilos sabiendo que conoce la situación perfectamente, añadió el dirigente. Después de hacer una reseña de la coyuntura macroeconómica, Roque quien durante la reunión estuvo flanqueado por su vice, Pablo Guidotti, y el subsecretario de Financiamiento, Miguel Kiguel fue respondiendo uno a uno los puntos que le fueron acercando los empresarios. Es imposible introducir modificaciones en la reforma tributaria, aseveró cuando los dirigentes insistieron en la necesidad de dejar sin efecto los impuestos sobre los intereses de los préstamos y el capítulo sobre la renta mínimapresunta. Por otra parte, les aclaró que el bono a ser emitido en favor de aquellas empresas con las cuales el Estado mantiene deudas impositivas, por 1700 millones de dólares, va a poder ser descontado en los bancos, o bien utilizados como garantía para tomar un crédito. Además, el G-8 y en este punto existe concordancia plena entre todos los sectores le volvió a dejar en claro que la actual reforma laboral no los satisface. Fui con la idea de que iba a tomarme un café con el ministro. Y fue así. La reunión no fue más que eso. Una charla de café, ilustró ante este diario uno de los empresarios presentes.
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