No hay "niño no nacido" Por Martha Rosenberg |
¿El niño no nacido? ¿Por qué no también el adolescente no nacido, el viejo no nacido, el bombero no nacido? Si no nació, no es niño, ni ninguna de esas otras cosas. La insensatez nos obliga a decir --repetir-- estas obviedades. La idea de que eso que no nació (huevo fecundado, embrión, feto) es ya un niño niega el proceso de constitución de los humanos/as a través de la simbiosis corporal primordial que implica la gestación, la separación física del parto que la culmina y la intersubjetividad de la crianza que mediatiza la incorporación de los individuos a su comunidad cultural. Este proceso imprescindible se realiza a cuenta y cargo de las mujeres, por razones biológicas y asignación cultural. Todas estas etapas requieren una posición subjetiva de la mujer propicia a la transmisión de la vida y del deseo que le da origen. Se llama niño al individuo de la especie humana cuando está en condiciones de madurez que lo habilitan para una vida separada del cuerpo de su madre. No hay "niño no nacido". Y para que "alguien" nazca, tiene que ser gestado/a en el seno de una mujer que inviste el proceso fisiológico que se da en su cuerpo como un hijo/a. A veces con alegría. Y otras, con dificultades, que puede decidir enfrentar. Pero ambos casos requieren la asunción subjetiva del embarazo, su adopción. Cuando falta esta asunción y se nos impone la maternidad, nuestros cuerpos y nuestras vidas son violentadas. El derecho a la disposición del propio cuerpo (hábeas corpus) --no es lícito torturar, secuestrar, encarcelar sin condena-- debe regir también en relación a la sexualidad y a la reproducción. Poder decir sí o no ante las contingencias de nuestra vida sexual. La ciudadanía de las mujeres --revolución cultural del siglo-- requiere garantizar derechos que contemplen su especificidad sexual y reproductiva y la construcción de normas que reviertan su subordinación. Las decisiones sobre la maternidad son éticas: ponen en juego el deseo y el juicio moral. Las tomamos considerando la situación y evaluando con nuestros mejores instrumentos racionales y afectivos si queremos y podemos responsabilizarnos de criar un hijo. El debate sobre el aborto debe tener en cuenta el contexto de decisiones soberanas sobre el embarazo, palabra que menciona un estado de una mujer y no la existencia de dos sujetos en conflicto. La sociedad debe reconocer el derecho al embarazo: a continuarlo, gozando de protección para su vida y la de sus hijos; a abortar cuando existan impedimentos objetivos o subjetivos para la maternidad. * Martha Rosenberg es psicoanalista e integra el Foro por los Derechos Reproductivos.
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