OPINION
Creer en las instituciones
Por Eugenio Raúl Zaffaroni* |
Elaborar
una Constitución es una tarea difícil y nunca del todo satisfactoria. Siempre quedan
dudas acerca del acierto de los equilibrios imaginados. Es la inevitable mala conciencia
del constituyente, que lo persigue con reproches no siempre justificados.
En el caso de la Constitución de la Ciudad, el panorama institucional de ésta tiene la
virtud de aligerar en buena medida mi mala conciencia personal. No será perfecta, pero la
ingeniería institucional proyectada en su texto está funcionando con pluralismo e
independencia, con pesos y contrapesos que constituyen un ejemplo muy alentador en estos
tiempos de subestimación de las cuestiones institucionales.
El jueves pasado el gobernador de la ciudad solicitó a la Legislatura que le habilitase
los fondos para realizar la consulta popular sobre la re-reelección presidencial y que se
le acortase el término mínimo de convocatoria fijado en la ley reglamentaria. La
Legislatura lo hizo, y en el curso del debate, los diputados Abel Fleitas (Nueva
Dirigencia), Aníbal Ibarra y el que firma, si bien reconocimos que la fórmula a utilizar
en la consulta era de competencia exclusiva del Ejecutivo, recomendamos que se tuviese
especial cuidado al redactarla.
Con ello sugerimos la utilización de una fórmula que preguntase a la población si
apoyaba activamente la defensa de la Constitución Nacional por parte del gobierno de la
Ciudad. La pregunta era lógica, la respuesta era políticamente útil y la materia era de
la competencia del Ejecutivo de la Ciudad (encargado de las relaciones con el gobierno
federal).
Lo cierto es que se acabó queriendo preguntar a la gente si estaba de acuerdo con la
violación de la Constitución. Esa pregunta era improcedente y se desvinculaba de las
atribuciones del Ejecutivo de la Ciudad. Así lo declaró el Tribunal Superior, rechazó
la fórmula y anuló la convocatoria. Tan poco acostumbrados estamos a que los máximos
tribunales tomen decisiones contrarias al poder político, rápidas y ajustadas a derecho,
que cuando se produce esa rareza se teje todo tipo de suspicacias, en especial por quienes
tienen largo hábito de manipulación de mayorías dóciles.
Comprobar que la ingeniería institucional funciona es bueno en tiempos de pesimismo.
Estimula a creer más cercano el sueño de que pueda suceder lo mismo en el ámbito
federal. No es cuestión menor: la lección que nos debe dejar la aventura de la
re-reelección es la imperiosa necesidad de reforzar la ingeniería institucional
nacional.
* Legislador de la Ciudad (Frepaso-Alianza). |
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